12.- Removiendo cenizas

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Himiko sentía que sus piernas estaban hechas de gelatina y, con honestidad, no sabía cómo la seguían manteniendo en pie ante el azabache que la examinaba con aquella mirada de hielo.

-¿D-Dónde está Jin…?– cuestionó Himiko, tratando de sonar segura, pero su voz salió temblorosa, haciendo reír al mayor.

-Quien sabe.– respondió Dabi, avanzando hacia la chica.

Por instinto, Himiko sacó su daga de los bolsillos de su falda, apuntándola hacia Dabi con intención de mantenerlo alejado.

-¿Va a matarme, héroe?– se burló Dabi, alzando sus manos en fingida señal de rendición.

Himiko no respondió, pero tampoco bajó la guardía.

-Ser héroe no es lo tuyo, Himiko. Admítelo.– comentó Dabi, caminando alrededor de la fábrica, sin despegar la mirada de la rubia. –Lo tuyo es la sangre y la muerte, y como héroe nunca tendrás eso.– explicó.

-Tal vez no me conoces tan bien como crees.

Dabi rió.

-¿Segura?

Dabi comenzó a caminar en círculos alrededor de la chica, quién lo seguía apuntando con su daga, alerta de cualquier movimiento del azabache.

-Entonces… debo imaginar que le comentaste a tus nuevos amiguitos dónde está la guarida de la Liga.– comentó Dabi con burla.

Himiko permaneció en silencio. Aizawa y los demás profesores le habían preguntado en varias ocasiones por ello, pero ella siempre eludía el tema con alguna mentira…

…y eso Dabi lo sabía.

-¿Y bien?¿Les dijiste?– cuestionó Dabi, sonriendo con arrogancia.

-No…– susurró Himiko entre dientes, molesta.

-¿Y sabes por qué no lo hiciste?– volvió a hablar Dabi, quedando frente a frente con ella. –Porque estás tan podrida como yo, y sabes que no puedes cambiar.– agregó.

-Te equivocas…

Los gemidos resonaban por toda la habitación, siendo acompañados por los comentarios de Mineta "explicando" lo que Deku necesitaba hacer para llegar a una situación similar a la del vídeo.

¿De verdad creía que Deku estaba siquiera escuchando lo que decía?

Hacía más de una hora que el peli-verde había dejado de escucharlo, y mantenía la cabeza agachada, mirando el bulto que se había formado en su entrepierna al imaginar cómo serían los gemidos de Himiko…

…o volver a sentir sus labios sobre su carne, sin que nadie más los interrumpiera…

-¡Mierda!– gruñó Deku por lo bajo, levantándose y saliendo de la habitación sin más. Ya no podía seguir soportando aquella erección.

Se dirigía al baño para masturbarse como la última vez, pero vio que Kirishima y Bakugo se metían a ducharse luego de entrenar.

Baño: descartado.

Gruñó y se dirigió a su propia habitación, pero acabó topándose con Uraraka llamando a la puerta de ésta. ¡Rayos!

La castaña volteó y…

¡Rayos x2!

Ya no podía huir, por lo que solo se cubrió la entrepierna con las manos, rezando para que la chica no notara la situación.

-¡Ah, Deku-kun, te estaba buscando!– exclamó Uraraka, sonriendo. –Quería pedirte algunos apuntes de la clase de hoy. Se los pediría a Iida-kun, pero está muy ocupado.– explicó.

Quería salvarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora