11.- Entrometidos y...

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Midoriya bostezó, cansado. La noche anterior no había dormido bien por estar pendiente si Himiko le respondía, lo cual no sucedió. "Tal vez no debí enviar ese último mensaje…" se reprochó mentalmente el peli-verde.

Se arregló y salió rumbo al aula de clases, sumergido en sus pensamientos, murmurando y llamando la atención de varios estudiantes.

-¡Hey, Midoriya, amigo!– saludó Denki alegremente, pasando uno de sus brazos por los hombros del peli-verde, haciéndolo dar un salto por la sorpresa. –¿Dónde fuiste ayer?– preguntó.

-¡Sí! tú y Himiko Toga se perdieron todo el día juntos.– explicó Mineta, en un tono pícaro que hizo tensar al peli-verde.

-S-Solo la ayudé a mudarse, nada más.– explicó Midoriya nervioso, agitando sus brazos de forma frenética.

Mineta y Denki intercambiaron miradas entre sí y luego volvieron a centrar su atención en el peli-verde que se había alejado despacio, tratando de huir de ellos.

-¡No escapes!– ordenó Denki, tomando al peli-verde del cuello del uniforme.

-Si solo la "ayudaste" a mudarse… ¿Qué fue todo eso que murmurabas en el pasillo?– acusó Mineta con los ojos entrecerrados, desconfiado.

Deku tragó saliva con difícultad. "¿Qué diablos murmuré?" se preguntó mentalmente pues, aquel hábito tan molesto, aún no lo controlaba.

-N-No sé de qué…

-"Quizás debí decirle a Toga-san para repetirlo".– habló Mineta, imitando la voz y la expresión del peli-verde cuando murmura.

-¡Vamos, dinos qué quieres repetir con ella!¡Confiesa!– exigió Denki, zarandéando al peli-verde por los hombros.

Deku suspiró…

…y se maldijo internamente.

Himiko caminaba rumbo a la UA, sonriente, sosteniendo contra su pecho un bentō que Inko le había preparado. ¡Sin dudas tenía una suegra maravillosa!

Tingi ini siigri mirivillisi

Ignoró aquella voz burlona y siguió caminando, sin perder su buen humor.

Oye, idiota… alguien nos sigue hace rato.

Se detuvo ante eso y escaneó su alrededor con la mirada, hasta dar con un sujeto con capucha tras un poste.

No lo reconoció.

"¿Jin…?" se preguntó, pero con sus sentidos alerta, dispuesta a defenderse si la atacaban.

Pero no sucedió nada.

El sujeto solo se dió la media vuelta y se fue, desapareciendo entre las pocas personas que circulaban la calle. Pero, aún así, su cuerpo seguía alerta.

Tenía un mal presentimiento de aquel sujeto…

… y eso la asustaba.

Tras haberles contado a Mineta y Denki tooodo lo que había pasado entre él y Himiko mientras estuvieron en su casa, Midoriya no se atrevió a levantar la cabeza del pupitre debido a la vergüenza. Por su parte, Mineta y Denki estaban dando gritos histéricos.

-¡Eres un maldito afortunado, Midoriya!¡Te envidio!– exclamó Denki, llorando con dramatismo sobre el suelo.

-¡Ahg, ¿cómo no aprovechaste esa oportunidad de oro?!¡¿Acaso quieres morir virgen?!– cuestionó Mineta, zarandéando al peli-verde por el cuello del uniforme.

Quería salvarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora