Capítulo 21 - Olor a Mentiras

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El tiempo pasó en todos los Reinos, tres largos inviernos dónde Winter tuvo que acostumbrarse a la ausencia de su padre.
Los días eran cortos y las noches largas para la jóven niña, los años sin Takeshi no pasaron desapercibidos en la aldea ni en ella, hubieron muchos cambios realizados por la Gobernadora consorte que cualquiera que la viera diría que actúa como tirana de la monarquía.
Como tuvo libertad dentro de su hogar, volvió a redecorar todo el templo cambiando todos los estandartes, alfombras, cortinas y tapices por otros con su color distintivo. El rojo carmesí.
Toda la vajilla de bronce fue reemplazada por otras de plata, sus vestidos eran confeccionados con las telas mas finas y caras del Reino.

_¿Tienen esta misma tela, pero en un tono de rojo mas intenso?__ preguntó a sus criadas.

_Se lo preguntaremos al proveedor, mi señora__ respondió una de las cuatro mujeres que estaban con ella en sus aposentos.

_Esta bien, ustedes tres pueden retirarse.

Las apuntadas dieron una reverencia y se marcharon.

_Tú.

_¿Si, mi señora?

_Quiero que busques a Winter y la traigas ante mi.

_Si, mi señora__ inclina su cuerpo y sale del cuarto.

Mientras tanto, la niña se encontraba dentro del bosque practicando su sigilo. Escondida entre unos arbustos observaba detenidamente a un ciervo de grandes astas pasar, comía la hierba que crecía del suelo y agitaba sus orejas de vez en cuando. Ella a penas se movía, usaba sus cuatro extremidades para cambiar de posición cuando se cansaba, trataba de hacer el menor ruido posible.
Su objetivo era cazar al gran ejemplar que le duplicaba el tamaño.

_¡Señorita Winter!__ se oye que alguien la llama desde lejos.

El ciervo miró hacia la dirección del grito.

_¡Señorita Winter!

Ella retrocede un paso y pisa una ramita lo cual provoca la huída del animal.

_No__ se lamenta y bufa.

Sale del escondite caminando hacia la persona que la estaba llamando.

_Oh, señorita Winter__ la mujer sonríe__. Aquí está.

_Solo dígame Winter ¿Que necesitas?

_Su madre quiere que vaya junto a ella en sus aposentos.

Instintivamente ella frota con suavidad su antebrazo izquierdo apretando los labios.

_Iré, gracias por avisar__ asiente y se va a otro lugar.

La relación que compartían ella y su madre no era muy sana o cariñosa. Winter hacía todo lo que Kitsune le pudiera sin decir una palabra al respeto.
En su cabeza tenía la firme creencia de que todo lo hecho hasta ese momento era por amor. Para protegerla en un futuro y hacerla mas fuerte.
En ocasiones quería oponerse a sus órdenes, decirle que estaba haciendo las cosas mal, gritarle lo que sentía. Pero mientras mas era su deseo de hacer las cosas diferentes a su rutina diaria una voz en su cabeza le decía: "Obedeceme" "Sabes que te amo mucho ¿Verdad?" "Es por amor". Amor, ¿Qué significaba eso para su madre? ¿Acaso eran simples palabras vacía? ¿Era capaz de sentir amor? Se cuestionaba a sí misma todo el tiempo con esas preguntas, no la dejaban dormir como si fueran pequeñas hadas zumbando en su oído toda la maldita noche.

Al llegar frente al cuarto de la Gobernadora se detuvo antes de tocar la puerta.

_"¿Esto está bien?"__ pensó bien la pregunta.

_Se que estás ahí, pasa__ dice una mujer detrás de la puerta.

Sin otra alternativa entra a la habitación con pocas ganas de ver a su madre. Ella se encontraba mirándose en el espejo, admiraba su nuevo vestido rojo, ajustado y con un gran escote. Lo que llamó su atención fue la corona de rubíes que descansaba en su cabeza, era una belleza sin igual. Se da la vuelta con las manos cruzadas y una sonrisa de oreja a oreja.

Sangre Helada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora