Capítulo 24 - Contra la Espada y la Pared

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Otra noche más de juegos mentales, otra noche donde debía correr de su padre. Un enfermizo juego que poco a poco estaban cambiando los pensamientos de Winter.
Volvió a despertar luego de otra pesadilla, aún no comprendía lo que en realidad hacían con ella. Kitsune le hacía creer que la inyección era un calmante a su dolor por eso no sospechaba nada.
Ya era de día, había dormido mas de lo normal.

_Creo que esa inyección ya no sirve__ frotó sus ojos.

Desde que tuvo esos perturbadores sueños jamás volvió a cerrar la puerta, la mantenía abierta y eso le gustaba a su madre quien desde lejos podía verla a través de la ventana.

_Trabajar en su cuerpo, preparar su mente y por último...

_Corromper su alma__ termina Darius por ella.

A él ya le hartaba tener que torturar a esa niña, prefería hacerlo con alguien más grande.

_Te noto algo extraño, Darius.

_No es nada mi señora, estoy algo cansado.

_Cansado__ repitió__ ¿De qué?

_De nada mi señora__ agachó la cabeza.

Ambos visualizan a la Anciana Madre llegando al templo.

_Es de ella quien deberías alejar a la jóven Winter, no tanto del Gobernador.

Matesu lo observó de reojo sin decir nada, sabía que tenía razón.

_Muy bien, ya sabemos que hacer__ chasqueo la lengua__. Ahora vete antes de que alguien te vea__él se esfuma y ella camina hacia el laboratorio.

Al mismo tiempo, Winter ya estaba vestida con una manga larga grisácea, pantalones azúl oscuro y botas negras.

_¿Dónde dejé mi banda?__ tocó suavemente su marca__ Dioses__ suspiró.

_Buenos días__ saluda Astrid con una sonrisa.

_Buenos días Anciana Madre.

La mujer entrecierra los ojos analizando la situación.

_¿Qué buscas?

_La banda que me dio mi padre antes de irse.

_¿Aquella banda?

Desvío la mirada siguiendo el dedo de la Profeta.

_Si__ bajó los hombros__ no la había visto.

Con esa prenda en su frente de alguna manera la hacía sentirse segura.

_Has estado muy distante últimamente, a penas sales, te quedas dormida todo el día ¿Estás bien?

Asintió.

_Winter.

_Es por el entrenamiento, no se preocupe.

_No estoy ciega, hija, se que algo anda mal.

_"Demasiadas cosas andan mal, pero no puedo decirle".

_Puedes confiar en mí.

_"¿Puedo confiar en tí?".

En su cabeza resonaban los golpes a la puerta con la frase: "Déjame entrar". ¿Podía confiar en ella?

_Ya se lo dije, entreno mucho.

_Por las madrugadas en el bosque__ eso la tensó__. Te veo salir todas las noches con Kitsune y luego de horas regresas inconsistente en sus brazos.

_Me canso muy rápido, caminamos hasta la orilla de la Isla para no molestar a los vecinos__ mintió.

Sangre Helada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora