CAPITULO 4

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En este momento, Seokjin no estaba feliz. Estaba listo para retorcer el cuello de Beomgyu. Todo lo que el hombre había hecho desde que entró en la sala de conferencias fue pedir ser respetado y tener sus deseos en cuenta. ¿Qué pasaba con los deseos de su familia? ¿Qué pasaba con los deseos de Jennie? Por lo que Seokjin sabía, este hombre podía estar mintiendo. No había hablado con su querida hermana desde que dejó su casa en medio de la noche. Su corazón se retorció mientras pensaba en ella, y su ira creció más caliente.

—Sólo llévanos donde su hija —le exigió.

Beomgyu se giró y lo miró. —Mira, estoy invitándote a mi casa. No me obligues a mantenerte en el coche.

Seokjin se puso rígido, pero se mantuvo en silencio cuando su padre dio una rápida sacudida hacia él. No estaba acostumbrado a que nadie le hablara de esa manera. Seokjin estaba listo para arrancarle la cabeza.

—Si nos siguen —dijo Kai agitando la mano hacia la puerta.

Seokjin esperó hasta que sus padres habían salido antes de seguirlos. Necesitaba el momento extra para calmarse. Toda la situación no le sentó bien. Su familia era la que se merecía criar a Jisoo. Ella era egipcia. ¿Qué podían enseñarle aquí a su sobrina sobre su herencia? Una vez que salió, Seokjin se deslizó en el asiento del conductor mientras sus padres entraban en la parte posterior de su sedán de lujo alquilado. Sus dedos se curvaron sobre el volante. Había discutido con sus padres todo el viaje sobre llevar a Jisoo a casa. Insistieron en que no querían una pelea entre el padre de Jisoo y su familia. Todavía no estaba seguro que fuera la decisión correcta, pero su padre tenía la última palabra. Cuando Kai y Beomgyu arrancaron, Seokjin los siguió. Tenía que admitir, que estaba ansioso por conocer a su sobrina. Había amado a su hermana mucho. Sí, se había quedado lívido cuando dejó su casa, sin tener en cuenta los deseos de su padre, pero también le había roto el corazón. Se fue sin una palabra, sin decirle adiós. No es que le hubiera permitido irse, pero podría haberle dicho algo.

—No debes vivir en el pasado —dijo su madre desde el asiento trasero—. Lo que está hecho no se puede deshacer. Debemos alegrarnos de que todavía hay una parte de Jennie.

—Una parte que sólo podemos visitar —le recordó.

—Basta —dijo severamente su padre.

Seokjin apretó la mandíbula mientras conducía por la carretera detrás de Kai y Beomgyu. No era el hecho de que su sobrina estaba siendo criada por dos hombres. Era que debía ser criada en la casa de sus abuelos en Egipto y aprender sus costumbres. Fue por el camino más lentamente cuando vio un coche negro con chófer aparcado fuera de la casa, dos hombres estaban al pie de las escaleras discutiendo. Eso no fue lo que sorprendió a Seokjin. Lo que lo aturdió fue la mujer de aspecto feroz que estaba de pie en la entrada y la gran cantidad de hombres de pie hombro con hombro en los escalones inferiores frente a ella, separándola de los dos hombres. Seokjin paró el coche y observó como Kai y Beomgyu bajaban y corrían allí.

—¿Qué está pasando aquí? —Preguntó su madre—. Parece que una guerra está a punto de comenzar.

—Quedense aquí mientras veo que está pasando —dijo Seokjin.

Dejó el coche en marcha para mantener la calefacción y salió caminando sobre el césped cubierto de nieve. Se cerró el abrigo largo mientras se acercaba.

—No eres bienvenido aquí Sehun —dijo la mujer con la más tranquila voz que Seokjin había oído nunca, especialmente considerando que el hombre de pie delante le estaba gritando.

—No te he visto en todos estos años y, ¿me ladras como un perro? — dijo el hombre mayor.

—Cuida tu boca —advirtió el hombre mayor junto a la mujer. —No tengo ningún reparo en bajar ahí y patearte el culo.

LA NAVIDAD (Libro VII)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora