Choco mis labios contra los suyos haciendo que nuestros dientes impacten de forma brusca, tanto que incluso por un momento pienso que le he podido hacer daño... Pero sé que no. Lo sé por su rapidez devolviéndome el beso, invadiendo mi boca con su todavía tímida lengua, por cómo lleva sus manos hacia mi pelo para tirar fuertemente de mis rastas hacia ella, cómo echa su cabeza hacia adelante, viniendo en busca de más besos. Enrosca una de mis rastas entre dos de sus dedos y la aprieta fuertemente, haciendo que un gemido ronco se escape de mi garganta hasta sus labios. Cris sonrie entre besos pero no deja de devorarme como si quisiera acabar conmigo. Todo pasa muy rápido y con mucha desesperación, pero Cris parece calmarse en el mismo momento en el que llevo mis manos hasta su culo y estrujo sus nalgas haciendo que apriete todo su cuerpo contra mí, dejándole notar lo excitado que estoy. Dios, su pantalón es tan corto que puedo sentir su suave piel con la punta de mis dedos al final de la tela. Siento la necesidad de clavar mis dedos ahí, justo en la curvatura donde el culo se une con el muslo y la piel esta más sensible. Noto su reacción ante mi roce, cómo se le eriza la piel a cada milímetro que yo recorro. Decide soltar mi pelo y reposar sus pequeñas y finas manos sobre mis hombros. Al principio extraño los tirones que me estaba dando, notar su sujección sobre mis rastas... pero en cuanto empieza a acariciar suavemente mi cuello y noto como masajea las raíces de mi pelo calmandolas tras su fuerte agarre, un gran escalofrío lleno de placer recorre toda mi columna vertebral.
Sus manos siguen el recorrido de ese escalofrío a lo largo de mi espalda, sin separar sus labios de los míos ni una sola vez.
El timbre del ascensor suena de repente, recordándome donde estamos y lo insensato que estoy siento. Joder, las malditas cámaras de vigilancia! Cris parece no percatarse de nada que no sea ni los movimientos movimientos de mis manos ni mi boca sobre su piel. Así que clavo mis dedos en sus muslos para alzarla hasta mi cadera y cargar todo su peso entre mis brazos. Rodea mis caderas con sus piernas, ese movimiento que inconscientemente llevo deseando desde que la he visto en la entrada al club y que ahora me esta volviendo completamente loco. Necesito salir de aquí, montar en el ascensor y acabar con toda esta locura.
Separo mis labios de los de ella y giro mi cara para dirigirme al interior del cubículo.- Vamos allá.
Cris me mira con sus labios entreabiertos en una expresión de confusión, cómo si ya se hubiese olvidado de a donde íbamos... y no me extraña, porque hace dos segundos yo estaba igual.
Comienzo a andar cargando con ella sobre mis manos. Son solo dos pasos y las puertas del ascensor se cerrarán dándonos un poco más de intimidad.
Cris se aferra a mis hombros con fuerza, como si temiese caer de entre mis brazos. Presiona sus piernas contra mi estrecha cintura, haciendo que nuestros cuerpos se golpeen fuertemente y que su cadera quede pegada justo sobre mi preciado miembro. Ahogo un profundo gemido que termina por convertirse en un ronco gruñido. Se que Cris lo nota bajo la fina capa ropa que lleva puesta, se está mordiendo el labio mientras que juega de forma nerviosa con sus manos entrelazadas tras mi nuca.
Le miro a los ojos mientras que escucho el sonido de las puertas metálicas cerrarse tras de mi. Sus ojos están brillantes, con las pupilas dilatadas y sus labios entreabiertos e inchados. Es una imagen admirable y digna de ver. Cris en estado puro, aunque espero poder descubrir pronto a la Cris en estado salvaje.Doy un paso más hasta el final del cubículo, haciendo que el su cuerpo quede aprisionado contra la pared. Cris me mira con espectación, pero yo estoy perdido en el grosor y la rojez de sus labios. Joder, necesito volver a besarlos, pellizcarlos entre mis propios labios, volver a morderlos... devorarlos sin ningún tipo de piedad. Incha su pecho respirando de forma agitada, sus ojos recorren mi cara y tras fijarlos en mis labios deja escapar un suspiro lleno de agonía. Se lanza a ellos besándome de forma casi violenta, atrayendo mi cara hacia la suya agarrando fuertemente de mi nuca, enroscando varias de mis rastas entre sus dedos, otra vez...
ESTÁS LEYENDO
Dejemos que empiece la fiesta (Dejemos 2)
Hayran KurguDespués de conocer a Cris y de que nos contase cómo su noche pasó de ser aburrida a ser la más alocada de su vida al conocer a su ídolo Tom Kaulitz, ha llegado el momento de saber qué fue lo que pasó con Tom. Porque esta historia es cosa de dos... S...