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Desde que era niño, siempre le tuvo miedo a la oscuridad. Lloraba en la madrugada cuando abría los ojos y se daba cuenta que no había ninguna luz en su habitación. Gritaba pidiendo ayuda y siempre era su padre quien solía ayudarlo. Le cantaba canciones dulces y le susurraba palabras bonitas al oído para que volviera a conciliar el sueño. Algunas veces funcionaba de ese modo, y otras simplemente requerían de sus abrazos para espantar a la densa oscuridad que lo rodeaba.

No lo recordaba, pero era feliz en ese tiempo; dónde solo convivía él y su papá. Se acostumbró a la presencia de Bambam y lo disfrutó. Kim Sunoo amaba a su papá y su papá lo amaba a él mucho más. Ahora estaba rodeado de oscuridad, pero a diferencia de aquel tiempo, esta vez no estaba su papá para rescatarlo. Gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas, trató de no llorar en voz alta, pues tenía miedo de que alguien lo escuchara. Mordió su labio inferior y se hizo bolita en la cama. Cerró sus ojos y volvió a imaginar esos momentos en dónde él y su papá eran felices.

Dónde él era la adoración de Kim Yugyeom. Ahora que conocía la verdad se preguntaba ¿Cómo miraría a su papá de nuevo? Le dijo que lo odiaba. Despreció sus sentimientos e incluso lo abandonó sin siquiera detenerse a escuchar su versión. Ahora se lamentaba, porque su papá ya no lo buscaba. Era lo justo ¿No? Nadie querría estar cerca de él ahora.

Ya no tenía a Ni-ki, tampoco a Jungwon, ni mucho menos confiaba en su mamá. Se aferró a su cuerpo tembloroso al sentir que alguien se adentraba a su habitación. No tuvo interes en averiguar de quién se trataba, pero tampoco le tomó mucho tiempo saberlo. Un par de brincos a su alrededor le dieron la respuesta.

―¡Te aplastare, Sunoo!

Rechistó al sentir el ardor en su cabeza. La hija menor de su mamá le había golpeado con su rodilla. Podía aguantarlo, estaba seguro de que podía hacerlo. Si los demás habían soportado su comportamiento de mierda ¿Por qué él no se aguantaría el trato que le daban en esa casa? Era lo justo después de todo.

―Bájate de mi cama, Hanni ―. Murmuró ―. Quiero estar solo.

―No me voy a ir porque esta era mi habitación antes de que llegaras. Mejor vete tú, aquí nadie te quiere.

Guardó silencio, no había manera de pelear con una niña de nueve años y medio. Trató de tranquilizarse, pero era imposible cuando Hanni lo golpeaba con sus pies en la zona de su espalda. Podía soportalo también ¿Verdad? Lo merecía.

No, no lo estaba soportando. Tomó la pierna de la niña y la detuvo. La tomó de su brazo y la bajó con cierta brusquedad de su cama, seguidamente la arrastró hasta la salida de su habitación y le cerró la puerta en la cara. La escuchó llorar y quejarse, pero no le importó, ahora algo más llamaba su atención.

Era una llamada. Era su papá.

Sintió sus manos temblar. Todo su cuerpo era un manojo de nervios y humedad. Su corazón latio apresurado y sus comisuras temblaron. Aún estando lejos de casa, su papá aparecía para sacarlo de la oscuridad. Se apresuró a contestar antes de que la llamada se perdiera. No dijo nada, pero se alivió tanto al escuchar la suave risa de su progenitor.

Creí que no contestarías, Sunoo ―. Su voz se escuchaba rota y Sunoo no pudo sentirse más culpable de lo que ya estaba ―. ¿Podemos hablar?

―Eso quisiera... Papá.

Su voz era un hilo. Sus lágrimas empapaban su rostro porque ya no podía seguir conteniendose.  Su padre al otro lado de la línea estaba igual. Se necesitaban el uno al otro. Pero lo que prometía ser el reencuentro perfecto, fue el inicio del infierno. La puerta de su habitación se abrió de manera brusca ocasionando un estrepitoso sonido que alertó a Yugyeom al otro lado de la línea.

Young boys || TXT & ENHYPEN ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora