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Una botella vacía giraba en medio de todos los chicos que se encontraban en la sala de aquella casa. Era pasada de la media noche y el único que dormía era el pequeño Yoonsung, uno de sus papás tenía su cabecita recostada en sus piernas mientras que con una de sus manos acariciaba sus bonitos cabellos. Ya llevaban más de media hora jugando y haciendo bromas; las carcajadas eran parte de su rutina y las cervezas por supuesto que no faltaban.

La botella se detuvo frente a Taehyun, quien rápidamente se apresuró en rodar los ojos porque por más que insistió en no jugar, su novio lo arrastró hasta el centro de la sala con la excusa de que lo necesitaba como cojín.

―¿Verdad o reto? ―. Preguntó Jake.

―Verdad ―. Respondió.

―Si no fueras pareja de Beom y te tocara salir con alguno de nosotros ¿Con quién saldrías?

Beom le dedicó una mirada rencorosa al australiano por su pregunta tan innecesaria. Taehyun por su parte trataba de escoger una buena opción.

―Jay, sin duda.

―Es porque tiene plata ¿Verdad? ―. Molestó Jungwon ―. Oculta tu interés.

Jay soltó una carcajada y se acercó para besar a su novio. El juego continuó con muchas más rondas y más penitencias que algunos decidieron no pagar. Jay y Sunghoon se besaron, Jungwon y Sunoo también lo hicieron. No creyeron que serían capaz de hacer esas cosas, pero ahora todo era risas y diversión. La madrugada llegó con las prisas y la brisa fría se adentraba por las ventanas que aún seguían abiertas. Sunoo dormía en el sofá y Ni-ki se encontraba debajo, en un colchón inflable que Jake y Heeseung habían hecho para él.

Había mucho silencio, lo único que podía escucharse era el sonido de las olas impactar contra las rocas. Eran cerca de las tres y media de la madrugada y ninguno de los dos podía conciliar el sueño. Habían preocupaciones y quizás, el amargo sentimiento de un asunto sin resolver. Sunoo sentía que su corazón subía hasta su garganta y sus manos picaban el bordillo de su manta de Paw Patrol que Jake le había prestado, ya que había olvidado traer una en su maleta.

―¿Estás despierto? ―. Preguntó por fin al japonés.

―Si ―. Respondió Ni-ki seguido de un suspiro ―. ¿Pasa algo?

Sunoo abulto sus labios y se corrió un poco para poder asomar su rostro. Quería ver la cara de Ni-ki; su corazón empezó a latir cuando vio ese rostro con lunares hermosos. Esos labios carnosos y apetitosos. Esos ojos pequeños que lo miraban con un brillo especial. Sunoo sabía que por más que pasaran los año, seguiría jodido por Ni-ki.

¿Quieres ir a nadar?

Sunoo mordió su labio inferior deseoso de que Ni-ki le dijera que sí. Y aunque no hubieron palabras, un simple apretón de manos selló la salida de esa bonita y fría madrugada. Tal vez estaban locos para atreverse a nadar a esa hora. Tal vez estaban borrachos. Tal vez, solo buscaban una oportunidad para atreverse.

Quitaron el cerrojo de la puerta y salieron disparados hasta la orilla, dónde el inicio del agua mojaba los dedos de sus pies y la húmeda arena los abrazaba con romanticismo. Se miraron el uno al otro, aún sin darse cuenta que sus manos se habían encontrado en el camino y sus dedos se habían enrollado con tanta perfección. Ni-ki de sintió completo por primera vez en mucho tiempo. Su piel congelada por la brisa empezaba a entrar en calor y el par de ojos marrones lo veían solo a él. De pronto, fue Sunoo quien dio el primer paso. Sus manos no se soltaron en ningún momento, pero la distancia entre los dos se volvía nula, tanto que lo único que podían sentir eran sus alientos golpear sus rostros.

Nini, de cualquier forma, en cualquier mundo, en cualquier vida, te amaría hasta la eternidad ―. Dijo ―. Te amo de la misma forma que un artista puede amar su creación más preciosa. Te amo de la misma forma que un ciego anhela ver los colores de la primavera. Te amo aquí en este momento y para siempre.

Young boys || TXT & ENHYPEN ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora