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Una sonrisa triste pintaba su rostro. Unos ojos iluminados lo observaban con mucho amor y unas manos cálidas y grandes lo acariciaban como si fuese el tesoro más grande del mundo. Y por supuesto que lo era. Kim Sunoo era eso y más para Kim Yugyeom. Ya no habían más lágrimas. Ya no habían más insultos, tampoco maltratos, ni situaciones incómodas. Ya no escuchaba gritos, estaba en su lugar seguro.

El lugar de donde nunca debió salir. Pero entonces, si todo estaba tan bien como ahora ¿Por qué seguía llorando? Aunque no salían sus lágrimas, por dentro era un uracan que no paraba. Aunque sus heridas estaban siendo curadas con el mayor amor del mundo, por dentro seguían sangrando. Aunque había luz a su alrededor, por dentro todo seguía siendo oscuridad. Sus ojos mostraban tristeza y desesperanza. Traía ropa limpia y nueva, pero se veía con vestiduras rotas y sucias.

―Perdóname, Sunoo ―. Murmuró su papá, observándolo con ojos tristes y húmedos ―. Llegué tarde y no pude protegerte.

Aún cuando había sido Sunoo quien lo había dejado atrás, fue Yugyeom quien se disculpó primero. Era deprimente. No tenía coraje para hablar, mucho menos para disculparse con la persona que amaba.

―Te preparé algo rico para comer ¿Tienes hambre? ―. La voz de Bambam nunca había sido tan suave como ahora y por Dios, claro que se sintió mal por haberlo odiado sin razón alguna.

―Si, tengo hambre...

―Ya estás en casa ¿De acuerdo? De ahora en más, nadie te hará daño. Tu papá estará aquí para protegerte.

El problema no era el exterior. El problema era su interior ¿Quién podría salvarlo de sí mismo? Nadie. Bambam abandonó la habitación primero, dejando a Yugyeom en compañía de Sunoo, pues imaginaba que los dos tenían muchas cosas de las cuales debían hablar antes de iniciar algo nuevo. La confianza que se tenían se había perdido. El amor que sentían el uno por el otro debía ser restaurado y las heridas del pasado debían volver a cerrarse.

Abrió su boca para susurrar una vaga disculpa que ni siquiera estaba tan bien pronunciada, pero aún si fue suficiente para su papá. Era increíble que siendo él la víctima se conformara con algo tan mediocre. Quería llorar de enojo porque su papá no merecía sobras de una persona rota. Quería gritar y suplicar perdón, pero aún si se quedaba en silencio, su padre no iba a soltarlo en ningún momento.

―Perdóname por todo lo que te dije, Papá, debí escucharte antes. No debí irme solo porque mi ma... Somi me dijo algo que al final no fue cierto.

―Perdóname tú a mí por no haberte hablado de esto antes. No quería dañarte, pero pensé que no sería importante porque había quedado en el pasado.

―Era tu pasado, papá y yo jamás debí tomarlo como mío.

Yugyeom sonrió con tristeza, su hijo no lo miraba a la cara y se sentía impotente porque queria borrar toda culpa que había en él. Pero Bambam tenía razón en algo, si querían iniciar de nuevo, lo mejor era ser honestos desde el primer momento. Yugyeom tomó las manos de Sunoo y las juntó con las suyas. Le sonrió una vez más y empezó a contarle todo. Había conocido a Somi en una reunión familiar organizada por sus padres. Él había sido invitado junto a su familia, pero no imaginó que dicha reunión era para anunciar un compromiso con el que él no estaba para nada de acuerdo.

Los abuelos de Sunoo jamás aprobaron la idea de que Yugyeom estuviera enamorado de un hombre. Lo alejaron de Bambam durante muchos años e incluso lo obligaron a casarse con alguien que no amaba. Poco a poco se hicieron amigos, hasta que por casualidad la fémina conoció a Bambam, quien curiosamente era el mejor amigo de su prometido. Si hay algo de lo que Yugyeom se arrepiente, es de no haber sido completamente honesto con Somi cuando la conoció. Trató de vivir un doble vida y lastimó incontables veces al amor de su vida, más aún así, él siempre lo perdonaba y lo entendía.

Young boys || TXT & ENHYPEN ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora