Doble Filo [PERAYA]

Capítulo 7

KRIST POV

—¿Tenemos que hacer esto? —El tono petulante de Arthit, que de alguna manera sigue siendo gruñón, zumba en mi cabeza. Pero no puedo preocuparme por lo que le hace enfadar esta vez.

Estoy demasiado ocupado preocupándome por otras cosas.

Las cosas están cambiando de nuevo. Demasiado y demasiado drásticamente, como la última vez. La única diferencia, sin embargo, es que estos son buenos cambios. En teoría...

—Arthit, por el amor de Dios, deja de quejarte y sube al coche —dice mamá, aunque su atención está clavada en la pantalla de su teléfono, como siempre—. Tú también, Kit. Pongámonos en marcha. Jill está esperando. Teníamos que estar allí hace quince minutos.

—Ya estoy caminando hacia el coche —murmuro.

—Arthit, vámonos —La profunda voz endereza mi columna vertebral. Los escalofríos rozan mi piel expuesta mientras Singto sale de la casa, y luego se detiene para dirigirse a mi madre—. ¿Nos llevamos tu coche?

—Sí, pero tú conduces —dice ella, levantando la vista de su teléfono solo un segundo.

—Eso es una garantía —Él le sonríe.

Toma sus llaves y, por mucho que quiera, no puedo apartar los ojos de ellos mientras él sonríe y le besa la frente. Siento náuseas de repente.

—No entiendo por qué tenemos que ir todos a ver una casa —Arthit sigue quejándose, de pie en los escalones delanteros de nuestro hogar provisional, que es la casa de Singto en Carlsbad—. No es que mi opinión importe, de todos modos.

—No seas tonto. Claro que importa —gruñe Singto, abriendo la puerta del pasajero del todoterreno Mercedes que compró para mi madre... Dos meses de relación. Sí—. Esta es nuestra primera casa como familia. Todo el mundo tiene que amarla. ¿Verdad, Kit?

Mi mirada se dirige a la suya al mencionar mi nombre. Mi madre se desliza dentro del vehículo y él cierra la puerta tras ella, lanzándome un guiño.

Lo hace a menudo. Sé que es amistoso. Obviamente, lo es...

El problema es que ya es el hombre más guapo que he visto nunca, y cuando hace esas pequeñas cosas encantadoras, es realmente difícil no fingir que es coqueto.

Lo sé, lo sé. Soy un maldito masoquista.

Primero mi hermano, ahora mi futuro padrastro. Debo tener algunos problemas serios.

Asiento lentamente, incapaz de recordar lo que me acaba de preguntar. Estoy demasiado ocupado ahogándome en sus profundos ojos. Cayendo por la pendiente de su labio superior y aterrizando en el inferior como una gran almohada rosa de caramelo.

Un carraspeo, fuerte, me saca de mi trance. Al asomarme a la izquierda, encuentro a mi hermano mirándome con desprecio. Trago saliva y miro hacia otro lado, escabulléndome torpemente en el asiento trasero del vehículo. Arthit finalmente cede con un resoplido obstinado, subiendo al coche junto a mí. Hay todo un asiento vacío entre nosotros, pero aún puedo sentirlo. Estoy seguro de que podría hacerlo aunque nos separara el cemento.

Singto salta al asiento del conductor y pone en marcha el vehículo, abrochándose el cinturón de seguridad.

—¡Muy bien! Solana Beach, ¡allá vamos!

Mamá sigue escribiendo en su teléfono. Arthit pone los ojos en blanco. Y admiro los fuertes y bronceados antebrazos del conductor mientras nos saca de su camino.

Sé que me hace parecer un trepador, pero mirar fijamente a Singto parece ser lo único que calma mi ansiedad en este momento.

Nos dirigimos a ver una casa en Solana Beach, que, sí, es donde vivíamos antes de que el criminal hiciera que nos echaran. Fue un escándalo masivo cuando ocurrió, así que la idea de volver a mudarnos, regresar a la Escuela Preparatoria de Solana Beach y enfrentarnos a todos los chicos que han estado hablando mal de nosotros en las redes sociales durante un año... digamos que tengo sentimientos encontrados al respecto.