Capítulo 31

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ARTHIT POV

Hijo de puta... Mi cabeza me está matando.

Cuando mis ojos se abren por primera vez, todo está borroso. Como cuando te despiertas demasiado rápido de un sueño muy profundo, y tu visión no funciona bien durante unos segundos. Hay figuras sombrías a mi alrededor, pero no puedo distinguir ninguna.

Eso y que la cabeza me pesa muchísimo. Me laten las sienes, tengo la garganta seca y rasposa, y el estómago me retumba tanto que parece que se está comiendo a sí mismo. Dios, debería haberme quedado dormido.

Cuando mi visión finalmente se aclara, la primera persona que encuentro es mi hermano. Y luego a Singto.

El corazón se me acelera en el pecho solo con verlos, lo que se comprueba con el pitido de la máquina que está a mi lado. También hay un médico y una enfermera en la habitación...

Mi madre, un tipo desconocido y dos policías...

¿Qué demonios está pasando?

Intento hablar, pero toso cuando las palabras no me salen. Me siento como si hubiera estado dormido durante días... pero ahora que la niebla se disipa y los recuerdos vuelven a mí, pienso que eso es exactamente lo que ha pasado.

—¡Agua! —Krist jadea—. ¡Tráiganle agua! ¿Puede tener agua?

—¿Puede tener agua? —Singto repite la pregunta tonta y una risa brota de mi garganta, haciéndome toser un poco más. Están siendo tan ridículos.

Me da un vuelco en el estómago.

Pero mi sonrisa se desvanece rápidamente cuando me doy cuenta del aspecto tan horrible que tienen los dos. La barba de Singto está mucho más crecida, y su pelo está todo despeinado. Y Krist... Quiero decir, mierda. Parece que es él quien ha intentado suicidarse.

Frunzo el ceño. Espero que no sea así.

Una enfermera se acerca con un vaso de agua, pero Singto se lo arrebata y me acerca la pajita a los labios para que pueda dar un pequeño sorbo. El líquido frío es increíble para mi garganta ardiente y quiero más. Pero retira un poco el vaso y susurra: —Despacio.

Me arde el pecho, pero también se me aprieta con fuerza desde el interior solo por estar de nuevo cerca de él. Que me cuide y me mande... El calor florece como una flor detrás de mis costillas.

Lo he echado de menos. No recuerdo bien por qué hice lo que hice, pero me siento instantáneamente estúpido.

—Qué... qué... —Es la única palabra que sale.

Singto me hace callar.

—Tranquilo, amor —Me aprieta la mano.

Mis ojos se dirigen a él y luego a todos los demás en la habitación. Las cosas se sienten tensas aquí, y me pregunto qué está pasando...

Por qué mamá permite que Singto me toque ahora mismo. Y por qué la policía está aquí...

—Oh, Art —gime Krist, y luego se lanza sobre mí, enterrando su cara en mi cuello.

Intento levantar los brazos para devolverle el abrazo, pero no se mueven. Mierda, ¿Cuánto tiempo llevo en esta cama?

—Estaba tan asustado —susurra mi hermano, sus lágrimas mojan mi piel.

La presión se acumula detrás de mis pesados ojos y fuerzo los brazos hacia arriba lo suficiente como para rodearlo con ellos. Pero tan pronto como están ahí, siento que mis fuerzas regresan, lentamente. Al menos en los brazos. Y en mis dedos, que recorren su espalda.

Doble Filo [PERAYA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora