Doble Filo [PERAYA]

Epílogo 2

—¡Adiós, viejo amigo!

Mi hermano irrumpe en la habitación, trayendo consigo muchas cosas.

Una, su ridícula boina, que insiste en llevar a todas partes aquí en Londres. Dos, su intento casi ofensivo de acento inglés. Tres, un montón de agua de lluvia de afuera porque aquí nunca deja de llover. Y cuatro, el olor de los pasteles más deliciosos del lugar de enfrente que al instante me llena la boca de saliva.

En serio, ese lugar es como una panadería salida del cielo. Y nuestra casa alquilada está justo enfrente. Lo que significa que podemos oler cómo hornean todos sus deliciosos manjares, que es mi nuevo olor favorito. Claro, aparte de los deliciosos olores de los hombres que amo.

Forzando mi sonrisa emocionada a fruncir el ceño porque es parte de mi marca, me apresuro a acercarme a mi hermano, sin querer perder la oportunidad de besar la lluvia de sus labios mientras huele a croissants de chocolate.

Mis manos se enroscan alrededor de su nuca, mi frente choca con el borde de esa estúpida boina mientras mi boca ataca la suya; lentamente, acariciando lo desesperadamente hambriento que estoy.

Las cosas han sido interesantes desde que dejamos Australia. Nos quedamos allí sobre todo porque nos gusta ser ermitaños y estar pegados a nosotros mismos, y realmente no había nadie alrededor de ese pequeño bungalow. Sinceramente, estoy seguro de que Singto podría haberse quedado en Queensland para siempre, sólo surfeando, asando mariscos y follando con nosotros sin sentido, a veces hasta cinco veces al día.

Pero parte de nuestro plan cuando hicimos las maletas y dejamos Solana Beach era explorar. Ir de aventuras, ver el mundo, mientras simultáneamente lo mandábamos a la mierda desde lo alto de famosas norias.

Ya hicimos lo de Australia. Era hora de seguir adelante, y nuestra siguiente noria en la lista era el infame London Eye.

Llevamos casi tres semanas viviendo en Londres y todavía no hemos podido subir al Eye porque ha estado lloviendo literalmente desde el día que llegamos.

Puedo sentir a Singto constantemente queriendo hacerme esa pequeña mirada de reojo que hace y que significa, te lo dije. Porque nos advirtió que Londres en primavera podía ser algo gris y deprimente. Pero no me importa. Al contrario. Me encanta. No es que no disfrute de la vida en la playa. Lo hago. Pero también me gusta conocer nuevos lugares y tener nuevas experiencias, como vivir en un lugar frío, gris y húmedo. Si sólo fuéramos a lugares soleados y tropicales, entonces cuál habría sido el punto de dejar California, ¿No?

En el fondo, me gusta mucho este clima. Ya se despejará lo suficiente como para ir a The Eye, y cuando lo haga, será la hora de la vuelta a Londres.

Mientras tanto, estar aquí es definitivamente diferente a estar escondido en casa. Para empezar, hay gente aquí. Y mucha. No es que no hubiera gente en Australia, pero estábamos lo suficientemente lejos de ellos como para que no importaran. Podíamos tumbarnos en la playa desnudos, hacernos mamadas al aire libre, besarnos, tocarnos y luchar desnudos –sí, eso es algo que nos gusta hacer, y es muy divertido porque siempre acaba en orgasmos– y no había nadie cerca para presenciarlo.

Pero aquí es un poco diferente. Si salimos en citas o paseamos por las calles empedradas tomados de la mano, la gente se para y mira. Quizá en parte porque somos hombres, pero sobre todo porque es obvio que Krist y yo somos gemelos. Y aunque puede estar bien que Singto salga con cualquiera de los dos, a la gente le extraña que salga con los dos, al mismo tiempo.

Pero está bien. Quiero decir, sabíamos que esto sería un desafío. No hay forma real de mantener una relación al aire libre con tu hermano gemelo. Es tan tabú como el tabú puede ser, y, por lo tanto, a pesar de que con decir jódete a todo el mundo, nos ahorramos el tratamiento de monstruo de Frankenstein, mantenemos nuestro PDA71 estrictamente dentro de la casa en la ciudad.