CAPITULO 5: LA CASA DE SANAE

28 3 0
                                    

Era tarde cuando volví a mi apartamento, para mi fortuna la pequeña Surimeko no se encontraba levantada tratando de adivinar mis pensamientos y casi todos se encontraban dormidos debido a que se levantarían a la mañana siguiente para ir a sus trabajos mientras que yo me encontraría aun dormido. Me tambaleaba por los pasillos y fallé en introducir la llave en la cerradura hasta que, después de quinto intento, logré dar con ella y abrir la puerta de mi apartamento. Cerrándola con fuerza y teniendo mi cabeza demasiado confusa como para poder recordar si había puesto la llave o no, me dirigí a mi habitación mientras canturreaba:

- ¡Cariño, volví a casa!- riendo me tiré sobre la cama susurrando- cierto, no estoy casado

Me dormí y tuve una horrida pesadilla... o por lo menos eso fue lo que pensé en su momento. En aquel "sueño" me encontraba acostado en mi cama cuando, repentinamente, varios ojos aparecieron en medio de las oscuras paredes de mi cuarto y me observaron de manera inexpresiva. La habitación entera se llenó de ojos cuyas pupilas eran de color violeta, o quizás morado, y aquel tema del conjunto Dead Or Alive, "You Spin Me Round," empezó a sonar por todo mi cuarto. Aquella canción se oía un poco distorsionada, como si viniese de una estación lejana de radio y cuyas ondas llegasen hasta las paredes de mi pieza. Un gato negro con una especie de sombrero, o quizás una boina, de color verde saltó repentinamente a mi cama dándome un terrible susto. Quise sacármelo de encima pero no tardé en descubrir que me encontraba inmovilizado, posiblemente estaba sufriendo de la famosa parálisis de sueño, aquel gato no tardó en ponerme nervioso y no era por su sombrero o por el asombroso y bizarro hecho de que tuviese dos colas sino porque sus ojos eran demasiado parecidos a los ojos de un humano. Tras largar dos maullidos, se retiró de mi cama y caminó a donde estaba la oscura pared, perdiéndose en las tenebrosas sombras llenas de ojos que la rodeaban. Un gruñido se oyó a mi costado izquierdo y moviendo mi cabeza, siendo la única parte de mi cuerpo que podía mover, pude ver a un enorme perro de pelaje amarillo cuyos ojos, igual de humanos que los del gato, me veían de manera amenazadora, como si me dijese que ni se me ocurriera tocar a ese espeluznante gato negro. No tardé en fijarme en su cola, mejor dicho sus abultadas nueve colas, de zorro que me hicieron dar cuenta que quizás no era un perro común y corriente. Abriendo la boca, aquel can empezó a cantar la canción de Dead Or Alive, solo que en lugar de decir el estribillo, cantaba:

- You Spin Me Right Ran, Baby, Ran, Ran- tras tararear la canción, su cuerpo comenzó a dar varias contorciones mientras daba giros de ciento ochenta grados, era como ver a un contorsionista hacer volteretas mientras movía todas sus extremidades para todas las direcciones posibles, siendo algunas de ellas imposibles como un giro de su cuello en ciento ochenta- Like a record, baby, Right Ran, Ran, Ran

Flotando por mi habitación, si eso dije: flotando, se retiró a donde había ido aquel gato mientras cantaba, exclamaba y aullaba a la vez:

- I Want my Cheeen, I Want my Cheen, I Need my Cheeeen, I Need My Cheen – aquella pesadillesca imagen se fue retirando lentamente hasta desaparecer por completo

Los ojos que rodeaban mi habitación fueron cerrándose lentamente y la música se perdió a la distancia, como si nunca hubiese estado allí, hasta que estuve en la oscura soledad una vez más. Sintiéndome capaz de mover mi cuerpo con libertad, me puse mis manos sobre mi rostro y, tras cerrarlos sobre la frente, me moví de un lado a otro mientras emitía fuertes gemidos de horror, dolor e impotencia. Como no supe cuando me volví a dormir supuse que lo ocurrido anoche solo fue una pesadilla producto del alcohol. Levantándome a la mañana siguiente, dudé por un momento que hacer pero me decidí a levantarme porque tenía una chica que encontrar y ese Whisky no se pagaría solo, cuan equivocado estaba.

Salí de mi apartamento esperando no encontrarme con la pequeña Surimeko, por fortuna no se encontraba allí en ese momento sino que estaba preparando todo para su fiesta de cumpleaños, al parecer quería hacer una especie de espectáculo de magia. Acelerando mi caminata, fui a la dirección que mi cliente me había dado debido a que allí en donde vivía Sanae antes de desaparecer. Esperaba encontrar algo, lo que fuera, que me diese indicios de donde pudiese estar y vaya que los encontré... por desgracia los encontré.

EL PARAISO PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora