CAPITULO 9: LA TIERRA PRIMAVERAL QUE LOS DIOSES AMARON

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Akibahara, la casa de los árcades en Japón y el equivalente a la ciudad de Las Vegas para el pueblo del sol naciente, el último lugar en el mundo en donde esperaba ver lo que vería porque ¿Quién puede imaginar que en un lugar de ocio y juegos podía también haber movimientos similares a los que se daban en una secta religiosa? Por motivos que no vienen al caso recordar, las sectas eran duramente perseguidas en Japón sin embargo lo que vi en ese lugar no parecía estar bajo investigación y mucho menos que fuese un gran misterio sino que parecía ser lo opuesto, una especie de secreto a voces que todos conocían pero nadie deseaba hablar de él. Kieriko me guió hasta donde estaba el callejón en donde se iban a reunir, para mi sorpresa en la puerta se encontraba la belleza que había cantado en el bar la noche anterior. Llevaba una camiseta de color violeta de manga corta que se encontraba muy ajustada a su cuerpo y un pantalón vaquero azul que estaba igual de ajustado que la camisa sin cuello que llevaba puesta. Kieriko al verla, largó un gemido de terror y sus facciones mostraron una agonía que parecía la de un condenado. La mujer nos vio con una severa seriedad seguida de enojo y nos preguntó:

- ¿Por qué tardaron tanto? Estamos a nada de empezar

- Lo siento mucho señorita...- se disculpó Kieriko con un tono tembloroso de voz, pero la mujer le ordenó

- ¡Cállate y lárgate!- viéndome con una sonrisa maliciosa y seductora, añadió- yo me haré cargo de él de ahora en adelante

- Muchas gracias señorita- se despidió Kieriko haciéndole una reverencia mientras se largaba de allí. La mujer me vio con una alegría demasiado amenazadora y me preguntó

- Bueno ¿Qué esperas? Estamos por comenzar

Sin perder tiempo la seguí adentro para contemplar con mis propios ojos un festejo que nunca olvidaré mientras viva.

Los dibujos fueron lo primero que llamaron mi atención, lo segundo fue el angosto pasillo que se extendía de manera interminable, como si de un túnel se tratara, hasta un sector más oscuro que parecía un abismo sin final. Largando una risa nerviosa recordé el viejo dicho de: "Si miras el abismo por mucho tiempo entonces el abismo te devolverá la mirada" quizás por eso fue que decidí observar las pinturas en lugar de ver aquel oscuro abismo al que me dirigía sin freno alguno. Las pinturas que se encontraban en la pared mostraban distintos animales o seres fantásticos y la luz amarilla, de unos faroles que se encontraban detrás de aquellas paredes de papel, le daban un dorado resplandor haciendo que las pinturas en lugar de verse tenebrosas, se vieran confortables, como si fuesen los pequeños restos de un bello sueño pertenecientes a una era que el hombre olvidó. No pude evitar sentir una especie de congoja al pensar en esa idea, pero las llamativas imágenes me hacían preguntarme de quién era ese bello sueño y a quien pertenecía esa bella nostalgia debido a que las imágenes no mostraban seres humanos sino otras cosas: veía un templo junto a una sacerdotisa de largo cabello negro, un moño rojo y un kimono rojo junto a unos anchos pantalones del mismo color. Aquella sacerdotisa poseía unas grotescas cicatrices mientras sostenía un papelito con el que estaba enfrentando a tres enormes abominaciones de color verde con gigantescas cabezas, parecidas a la del Ratón blanco que quería conquistar el mundo de aquella caricatura que solía ver durante mis días libres cuando estaba en Estados Unidos. Sus ojos desorbitados junto a sus labios rojos y enormes lenguas daban a entender que esos seres no tenían intenciones de ir a tomar el té con aquella sacerdotisa... aunque ahora tengo mis dudas. En la pintura del otro lado podía ver a una especie de fantasma que tenía la forma de una mujer de largo cabello verde, una camisa azul y unas enormes alas de murciélago, sostenía una especie de lanza cuyo filo tenía forma de media luna y sus piernas no existían, en su lugar era la cola de un fantasma. Una pequeña niña de cabello rubio con un vestido negro y cuyos brazos se encontraban extendidos haciendo la pose de una T mientras varios niños corrían de ella llamó un poco mi atención debido a que la pequeña no parecía ser demasiado peligrosa, o al menos eso fue lo que en un principio pensé. La imagen de un lago en donde dos niñas con alas jugaban tampoco me fue indiferente, sobretodo porque una de las pequeñas llevaba unas alas pintadas de azul del mismo modo que su cabello y vestido mientras que su amiga era todo verde. Cuatro conejos de ojos rojos haciendo agujeros en la luna con sus enormes mazos me hizo reír un poco debido a que esa imagen la encontraba más caricaturesca que las otras, sin embargo la imagen de tres enormes Onis, en medio de lo que parecía una guerra contra varios lobos blancos que parecían medir dos metros de alto y esos hombres con horridas mascaras narigonas de color rojo, mutó mi sonrisa en un leve nerviosismo que me incomodaba demasiado. Un enorme cuervo con tres patas junto a un enorme ojo en su pecho mientras se encontraba en el centro de un circulo anaranjado volvió a despertar mi interés, interés que desapareció al ver a un gato negro de dos colas parecido al que vi en mis sueños la noche anterior, pero sin esa boina verde, llevar una carretilla llena de cráneos. Un ser de tres ojos y cuerpo purpura con una enorme boca llena de colmillos me hizo replantearme la salud mental de las personas que se encontraban en ese lugar. Por un momento creí ver a una segunda criatura pero de color verde al lado de la monstruosidad morada, sin embargo cuando volví a ver descubrí que no se encontraba allí. "Quizás fue mi imaginación" pensé en ese momento adjudicándolo a mis nervios de estar en ese largo y claustrofóbico pasillo.

EL PARAISO PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora