CAPITULO 14: CACERÍA

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La bala se dirigía a la cabeza de aquella niña-gato cuando una mano apareció a su costado y la detuvo con sus largos dedos cuyas uñas rojas parecían garras. Saliendo de la nada, una mujer alta, posiblemente de dos metros, que llevaba un largo vestido blanco con un peto azul que remarcaba sus enormes senos junto a su bien dibujada figura se puso delante de la niña-gato. Llevando una especie de gorra blanca con varios papeles amarillos con bordes rojos cuyos escritos me eran indescifrables, tapaba su rubia cabellera. La forma de aquella gorra era similar a la de los bufones de las cortes medievales, solo que aquella mujer no parecía interesada en hacer bromas de ningún tipo. Su bello y serio rostro mostraba una severidad que me obligó a quedarme parado en lugar de emprender la huida. Mirándome con fría ira por medio de unos brillantes ojos de color amarillo cuyas pupilas también eran verticales, la mujer habló mostrándome sus colmillos.

- ¿Te encuentras bien, Chen?- la niña asintió largando un pequeño quejido. Con un tono severo, aquella mujer le regañó- ¡Ya te dije muchas veces que no debes hablar con extraños y mucho menos cuando no estamos en Gensokyo! ¿Cuándo será el día que me hagas caso?

- Lo siento Ran Chama- se disculpó la pequeña bajándose del triciclo y colocándose detrás de unas enormes colas amarillas, no me detuve a contarlas pero me parecía que eran nueve. Sujetando aquellas colas puso su rostro sobre ella

- No te preocupes pequeñita- le sonrió aquella mujer- no estoy enojada, solo me preocupaba que este simio aquí presente te hiciese daños, nada más

- Estoy bien Ran chama- la tranquilizó la niña- gato con una sonrisa agradable

- No por mucho- les contesté volviendo en sí y vaciando mi cargador sobre aquella enorme mujer quien movió sus manos a una velocidad increíble. Mirándome con un claro enojo, tiró las dieciséis balas mientras me decía

- Debería esperar su turno para hablar, ustedes los humanos siempre son tan atrevidos y maleducados. Honestamente no sé que ve mi ama en ustedes, sobretodo en ti, pero no me importa- abriendo sus fauces pude ver una hilera de colmillos mientras una expresión de ira y odio se iba dibujando lentamente- porque nadie ¡ABSOLUTAMENTE NADIE! ¡DAÑA A MI CHEEEN!

Colocándose en cuatro patas, la mujer se quitó el sombrero mostrando sus dos enormes orejas. Comprendiendo que no podía defenderme de aquella criatura, decidí emprender la huida mientras ella rugía:

- Watch out, here i come

Dando inicio a la cacería.

Cuando estuve en el ejército, una de mis actividades favoritas era correr mientras surcaba los obstáculos y correr, durante los gélidos días de Diciembre, solo con mi camiseta blanca de manga corta junto a mis pantalones militares color verde. La velocidad máxima a la que pude llegar fue de veintitrés kilómetros. Sin embargo durante aquella noche creo que pude pasar mi record mientras la criatura que me perseguía fácilmente podía llegar a esa velocidad por medio de un simple trote. Creo que fue el interés que su ama tenía en mí lo que hizo que se contuviera solo un poco conmigo. Corrí por las oscuras calles de ese barrio abandonado mientras la mujer zorro iba tras de mí en cuatro patas adquiriendo más velocidad conforme avanzaba. Largando furiosos rugidos similares a los de una fiera, la mujer zorro dio un fuerte salto, por fortuna, cuando su garra agarró mi camisa, pude sostenerla del brazo y practicarle una llave tirándola a donde estaba un farol, golpeándose en la espalda con él. La mujer zorro largó un chillido similar al que un produciría un perro al ser herido, sin perder tiempo me metí en una de las casas abandonadas solo para que aquella mujer atravesara la ventana que daba al comedor.

- ¡ITAI!-rugió señalándose la espalda- ¡Maldito simio, me lastimaste!

- Ese es tu problema y no siento pena por ti, nena- le contesté corriendo a donde estaba el jardín mientras ella me perseguía

EL PARAISO PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora