Hyun-min despertó en una habitación que no reconocía, con una mujer a su lado que tampoco reconocía y sin poder recordar cómo había llegado hasta ahí. Lo único que pudo ver con claridad era a su hermano en una cama a su izquierda, así que se levantó para comprobar su estado.
–No deberías hacer movimientos bruscos –le recomendó la extraña.
Cuando zarandeó el cuerpo de Sa-wol, no reaccionó. –¿Qué le has hecho? –preguntó con nerviosismo.
–Le han disparado, igual que a ti, pero estaréis bien –habló alguien a sus espaldas y ella se dio la vuelta, encontrándose a 5-8.
–¿Por qué siempre me acabo encontrando contigo? –bufó sin apartarse de su hermano, viendo como el repartidor se acercaba con cautela.
–¿Recuerdas algo de lo que ha pasado? –la chica negó–. Está bien, túmbate de nuevo para que te revise –la agarró por los hombros guiándola a la cama en la que se encontraba anteriormente.
Hyun-min quería apartarlo y hacerle muchas preguntas, pero las manos de 5-8 le daban una calidez que no sabría describir.
Un fuerte dolor de cabeza la sacudió entera, sintiendo como todos los recuerdos de lo sucedido llegaban en pocos segundos, siéndole muy difícil de asimilar.
–Seul-ah... –susurró cuando los ojos asustados de la chica aparecieron en su mente–. ¿Cómo está Seul-ah? –la buscó a su alrededor–. ¿Dónde está?
–¿Cómo es físicamente?
–Una chica joven de pelo largo y...
–Lo siento mucho, no ha sobrevivido –la desconocida la agarró de ambas manos con cierta lástima.
–Es todo mi culpa, no hice nada para protegerla –negó sintiendo como las lágrimas se acumulaban.
Se apoyó en la pared cayendo poco a poco hasta quedar sentada en el suelo y escondiendo la cabeza entre sus rodillas. Los dos repartidores se miraron con incomodidad y pena y la chica se fue, dejando que 5-8 se encargara de tranquilizar a Hyun-min.
–Siento mucho lo que ha pasado, encontraremos a los culpables de esto –acarició su espalda torpemente. Estaba acostumbrado a tratar con todo tipo de personas, así que no entendía la razón de su nerviosismo con ella.
–No lo entiendes –lo empujó para apartarlo, fracasando en el intento–. Debía protegerla, a ella y a mi hermano –sollozó al pensar en el dolor que sentiría Seol-ah cuando se enterara de lo sucedido–. ¿Cómo voy a ser repartidora si no puedo proteger ni a mi propia familia?
–¿Entonces ya está, novata? –Hyun-min lo miró limpiándose las lágrimas–. ¿Te vas a rendir?
–Tú mismo dijiste que no valía para esto –se encogió de hombros.
–Digo muchas cosas, la mitad de ellas sin pensar.
–¿Crees que puedo convertirme en repartidora?
–Si te rindes, definitivamente no –negó con la cabeza–. Pero, si lo intentas, siempre habrá la posibilidad de que lo consigas.
Esas palabras fueron revitalizantes viniendo de 5-8. Hyun-min no podía revivir a Seul-ah ni reparar el daño que esos hombres le habían hecho a su familia, pero podía encontrarlos para que pagaran por lo ocurrido.
Tras unos minutos de silencio, 5-8 decidió dejarla sola para que descansara, además debía continuar con su trabajo como repartidor. Pero ella no tardó ni media hora en volver a despertar por los zarandeos de su hermano menor.
–¡Hyun-min! –la chica abrió los ojos–. Me alegra que estés bien –sonrió dándole un abrazo–. Debemos salir de aquí y buscar a Seol-ah.
Su hermana asintió y, agarrando lo que les pertenecía, salieron de allí. Vigilaban que nadie los viera, mucho menos heridos, porque entonces los revisarían y se darían cuenta de su falta de QR. Por suerte las calles estaban poco concurridas, lo que les facilitó llegar hasta su casa y poder resguardarse en su cómoda habitación.
No sabían qué hacer, permanecieron sentados en silencio viendo antiguas fotos suyas con Seul-ah, sin atreverse a mencionar nada. Finalmente la mayor de los dos se levantó y se dirigió a la puerta de salida, ya que había escuchado un ruido y quería asegurarse de que no era peligroso.
–Seol-ah –habló en la oscuridad cuando la vio entrar con una mochila que dejó en el suelo previamente. Hyun-min no pudo evitar llorar de nuevo, sentía tanta culpa por lo sucedido, no dejaba de pensar que podría haber hecho más–. Seol-ah, lo siento –se disculpó intentando frenar sus lágrimas–. Si la hubiera protegido, ella estaría viva –dio un par de pasos hacia la mujer–. Es todo mi culpa, lo siento mucho.
–No digas eso –la acercó a su cuerpo para darle un fuerte abrazo–. No es tu culpa lo que ha pasado.
–Pero yo me fui y, en vez de volver con mi hermano, decidí quedarme fuera un rato más. Si hubiera vuelto a tiempo...
–Nada –interrumpió a la joven–. No quiero ver cómo te sigues echando la culpa por algo en lo que no tienes nada que ver –suspiró alejándose un poco–. Me alegra saber que estás bien –acarició su mejilla–. ¿Y tu hermano?
Hyun-min señaló una puerta. –Está bastante triste, él la vio morir.
La mujer asintió y se dirigió hacia dónde Sa-wol se encontraba, dejando a la chica sola, que pensaba en el cambio que su vida daría. No tenía nada claro en ese instante, ni cómo había pasado todo, ni quiénes eran esos hombres que los atacaron, ni siquiera el por qué. ¿Descubrieron que eran refugiados? Si así fuera, los irían a buscar en vez de acabar matándolos, ¿verdad? ¿Quién quería acabar con su vida y la de su familia? Había tantas dudas que resolver y ninguna respuesta coherente que la ayudara.
–Tu hermano y tú os iréis con vuestros amigos –comentó Seol-ah saliendo de la habitación.
–¿Y tú? Eres mi familia y no te puedo dejar sola –negó rápidamente.
–No debería reteneros aquí más tiempo –se acercó hasta quedar frente a la joven–. Siempre has sido un espíritu libre –Hyun-min sonrió ante ese comentario–. Sabía que en algún momento debía dejaros marchar –la abrazó–. Este es el momento.
–Muchas gracias por todo lo que has hecho –correspondió el abrazo.
–No es necesario –se separó un poco–. Soy feliz sabiendo que a partir de ahora viviréis una vida elegida por vosotros mismos.
Tras ese discurso, ambos hermanos se despidieron sintiendo el corazón apretujado, con cierto dolor y tristeza. Se encaminaron hacia el distrito de los refugiados para ver a sus tres amigos, pero en el trayecto Sa-wol pidió tiempo a solas, algo que su hermana le concedió, ya que sabía lo dolorosa que era esa situación para él.
Creyó que en seguida regresaría, pero, horas más tarde, Sa-wol aún no aparecía, preocupándola de sobremanera. Hyun-min, junto a los tres amigos, fueron a buscar a Sa-wol, dándose cuenta de que, después de lo vivido, lo único que quería el joven era morir apalizado por los saqueadores, que le tenían ganas tras la última pelea.
Para desgracia de los cuatro, llegaron justo para verlo caer al suelo por un golpe de bate en la cabeza.
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Novata [Black Knight]
FanfictionEn un mundo devastado por un apocalipsis, Yoon Hyun-min ha aprendido a vivir, o más bien a sobrevivir, en medio del caos y la desesperanza. La humanidad lucha por adaptarse a un entorno hostil y desolado, donde los recursos son escasos y la segurida...