5. Manipular a la manipulación propia

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Narrador Omnisciente:

Cuando atravesó las puertas del museo su corazón se encogió al instante al visualizar una pancarta gigante con una foto de todos los pequeños huevos de dragón en la escuela junto a Quackity sonriendo con el rostro y delantal llenos de pintura. Aquello fue un golpe desconcertante, eso y que juraba sentir el perfume de Foolish por todos lados como si su presencia fuese de tiempo completo en el lugar. Habiendo trescientos millones de aromas por la gente que aún recurre a ese sitio durante todo el día, estaba seguro de que nada ni nadie podría cubrir su fragancia.

Quizás solo estaba loco o lo extrañaba, ambas eran opciones igual de viables.

El naranja del ocaso descendía a su caminata, recorriendo a paso pesado un camino sin instructivos pero predecible. Sus ojos querían analizar las placas doradas y sus anotaciones pero no podía deparar en textos de ese tipo ahora por lo que se consolaba con arrastrar en un acto respetuoso sus yemas por encima de los escritos que muy probablemente su amado y sus amigos se esforzaron en redactar antes de exhibir allí.

Si hay algo que no le costaba reconocer a Vegetta era el esfuerzo. Sabía cuando las cosas eran de una gran calidad por su nivel de detalle, por cuántas personas se unieron en el proyecto, por el nivel de interacción entre ellas y por otras características más como por ejemplo el resultado de la misma obra, cosa que hablaba por sí sola.

Y ese lugar era una obra de excelente calidad, Foolish y los demás hicieron del homenaje una experiencia muy hermosa y conmovedora. No obstante, no podía dejar de sentir a los fantasmas del pasado riéndose de él, atravesando su piel y contrayendo algunos lugares en forma de dolencias. No, era la magia, ¡sí! de seguro eso afectaba a su psique en ese momento tan vulnerable, saboteando a su propia conciencia para recordarse a diario que lo único que merecía eran tormentos. Todavía podía distinguirlo, las cuerdas de su cordura casi rotas por el estiramiento aún presentaban una luz similar a esa poca que se filtraba del ocaso. Aún había una última función a la que acudir y tocar, posteriormente las cuerdas podrían ser reemplazadas o romperse para siempre pero no antes, no.

Necesitaba manipular su mente una vez que ésta fuese manipulada por la magia, así estaría un paso adelante de todo el caos. Como ahora, tratando de forzar una sonrisa vacía en un intento desesperado de sentir una porción de dopamina y olvidarse de que sus manos estaban siendo tragadas por el morado al igual que su raciocinio mientras recorría las salas con esas coloridas paredes.

Un escalofrío le atravesó visualizando mucho más al fondo una estatua de su niña, ya no pudo seguir avanzando y sus expresiones volvieron a decaer. Su respiración se descolocó e inhalando y exhalando con dificultad pudo jurar sentir a su preciosa Leo abrazando su cintura paralizándolo, bloqueando su misión. Pero Leo siempre le apoyaba, siempre le seguía en sus locuras... Otra vez la magia, maldita magia.

Haciendo resonar sus botas se acercó hasta ese lugar dando con la biblioteca que indicaba el final del recorrido para el habitante promedio, mas no para él. Al principio con cuidado fue jalando de los libros, pero su paciencia se consumió pronto empezando a tirarlos al suelo frustrado, desesperado porque algo suceda y su visita en ese tempestuoso sitio no fuese en vano.

Cuando estaba a punto de darle una patada al asunto, uno de los millones de libros morados desbloqueó la entrada a una clase de subsuelo. Descendiendo con alerta, el polvillo del lugar mezclado con el sonido de su corazón estaban a punto de enfermarle.

Los mobs no tardaron en volver toda la situación una experiencia más que aterradora.

El llamado de Foolish irrumpió en medio de su combate. Acelerado, terminó por matar a los zombies, arañas y esqueletos e iluminó la zona antes de contestar al insistente móvil.

WELCOME HOME, AGAIN. [FOOLIGETTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora