Cap. 20

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 —Jos... ¿Qué haces aquí?—Dije, no entendía porque Jos era así.

—Alonso, hermano, te puedes largar ahora mismo...—Jos cerró sus puños y pude notar que se puso tenso, demasiado diría yo.

— ¿Por qué? —Alonso sonrío burlescamente y se acerco a Jos quedando de frente. — ¿Acaso te molesta mi presencia?

Alonso hizo la misma acción de cerrar sus puños. «Pelea no, pelea no» Pensaba en mi cabeza, lo último que quería era tener una pelea aquí en mi casa y más si la razón era por mí.

—Pues que te digo... Si, si me molesta—Jos se balanceo de derecha a izquierda y luego sonrió.

—No me iré, al menos que Emma me lo pida.

Ambos giraron a verme.

—Emma...—Jos habló esperando una respuesta de mi parte. Mire a ambos, luego bajé la mirada hacia bajo.

No le diría a Alonso que se fuera, ni tampoco se lo diría a Jos.

—Vez que Emma no quiere que me va... —Antes de que Alonso terminará su frase, Jos lo golpeo tirándolo al suelo.

Di un grito ahogado y corrí hacia Alonso tomando su cara con mis manos. Su labio comenzaba a sangrar, y su ojo izquierdo empezaba a tomar un color morado.

—Emma no es nada—Alonso me sonrió queriéndome dar a entender que estaba bien. Se toco su labio y se quejó por el dolor que esté causaba.

Le devolví la sonrisa, lo ayude a levantarse del suelo. Jos nos miraba a los dos, aun con sus manos hecho puños.

Cuando Alonso por fin pudo recuperar el equilibrio, le devolvió el golpe a Jos.

Jos no se dejo y le volvió a golpear. Los dos ahora se encontraban peleando frente a mis narices.

— ¡Basta! —grite, pero hicieron caso omiso. — ¡Basta!—Volví a gritar aun más fuerte.

Pasé por al lado de ellos, tome las llaves, mi móvil y salí de la casa dejándolos ahí pelear.
No iba a aguantar más sus actitudes de niños pequeños.

Por un momento pensé en separarlos pero la que podría salir lastimada seria yo y eso no hubiera estado bien.

–o–

Ya llevaba más de una hora caminando por la calle, ya empezaba a oscurecer y a hacer frío.
Pero el problema era que no recordaba el camino de vuelta a casa.

Me senté en la banqueta y me abrace a mí misma, evitando el frío que comenzaba hacer.

Los niños que jugueteaban afueras de su casa eran llamados por su mamá para entrar a casa.

Sonreí al ver a una pequeña negándole a su mamá a entrar. Me recordaba bastante a mi cuando era pequeña, mamá me tenía que alzar para meterme.

Una lágrima resbalo por mi mejilla a recordar a esa mujer que me trajo al mundo, a esa mujer que cuido de mí hasta que partió de este mundo para dirigirse a otro. La amaba demasiado y aun la amo, la extraño, extraño sus caricias, sus consejos, extraño todo de ella.

Me talle los ojos cuando note que mas lágrimas salían, respiré hondo y camine intentado recordar el camino.

Mi móvil sonó después de horas. Era papá preguntándose de porque no estaba en casa.

— ¿En donde estas Emma?

—No lo sé. —Me recargue en un poste de luz del lugar.

Amor Eterno » Jos CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora