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Misel negó al ver a este sujeto frente a su puerta, maldición.

¿No era suficiente con molestarlo mientras trabajaba, también tenía que venir a su propia casa?

Por suerte ya estaba decidido a dejarlo todo. No quería pasar malos ratos, no de nuevo.

El Alfa rubio entró sin importarle que no le diese permiso, él miró cada rincón inspeccionando el lugar sin respeto alguno, Misel se enojó aún más recordando la osadía de este sujeto.

Sus mejillas enrojecieron sólo de pensar en ello.

¿Cómo se atrevió a decir semejante cosa cuando era un Alfa igual que él?

—¿Qué haces aquí, y cómo sabes mi dirección?

El muchacho se giró, sus ojos oscuros se tornaron dorados y las feromonas llegaron a su nariz, no era enojo, pero tampoco pudo identificar qué estaba olfateando.

El aroma a limón picaba en su nariz, era perturbador que no provocara incomodidad al venir de otro Alfa, Misel negó, ni siquiera pensaría en ello.

—Alfa. ¿Tienes que hablarme de ese modo?

—Deja de decirme así, siento que estas burlándote de mí —gruñó, el rubio arqueó una ceja mirándolo extraño.

—¿En serio? Esa no era la intención.

—No me importan tus intenciones —él mordió su labio inferior.

Misel arqueó una ceja al ver su comportamiento, algo estaba mal con este muchacho, pero no sabía qué era.

—Sólo vine a pedirte que regresaras a trabajar, Darien está enojado, y Yulián me regañó.

Misel se echó a reír.

—¿Así que tu amo te aporreó?

—Yulián no es mi amo —gruñó, sus colmillos se extendieron, Misel por fin pudo ver los rasgos de Alfa en él.

—Oh, eso parece, como estás haciendo justo lo que te dice.

—Trabajo para él, son cosas distintas —Misel hizo una mueca pensando en su proposición.

—Mmm… no voy a volver, así tenga que estar endeudado toda mi vida —el chico lo agarró del frente de su camisa acercándolo más de lo necesario.

—¿Tanto te asustó lo que dije?

—¿Quién piensas que soy? ¿Asustado? No, no quiero tener problemas contigo —él negó.

—Sólo fueron palabras inocentes, no fue… —Misel gruñó con furia.

—¿Fue inocente decir que querías…?

El Alfa se carcajeó al ver que no podía terminar sus palabras.

—¿Follar contigo? Sí, al menos no te di detalles —Misel lo empujó, él arqueó las cejas.

—Si lo que querías era molestarme lo conseguiste, la próxima vez no lo tomaré como hoy.

—No quería molestarte, Misel —dijo colocando una mano sobre su pecho, Misel pestañeó con confusión, ese toque era más que innecesario, así que lo alejó, no quería su aroma sobre él.

—No me llames por mi nombre como si nos conociéramos.

—Aún podemos conocernos, soy Damon —Misel tuvo un tic en el ojo derecho, este estúpido no lo escuchaba para nada.

—Sinceramente no me importa como carajo te llames, sólo vete de mi casa.

—Escúchame —negó.

—No.

II (Sin) Un cachorro para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora