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Damon pidió un vaso de refresco en lo que llegaba su cita y caminó hacia una de las mesas, había escogido un local mediano donde servían comida agradable.

No sabía los gustos de ese Alfa, así que optó por algo casual, llevarlo a un lugar caro estaba descartado, no podía gastar mucho dinero en tonterías, aunque Yulián fuese generoso con su paga.

No le gustaba gastar el dinero.

—¡Ay¡

Damon miró hacia abajo, algo pequeño impactó contra sus piernas, era un poco más alto de sus rodillas, el pequeño niño miró hacia arriba frotándose la nariz, sus ojos verdes estaban cristalizados.

Damon pestañeó y lo cargó como reflejo, secó las lágrimas que empezaban a caer por sus mejillas y le sonrió para tranquilizarlo.

—Todo está bien —murmuró, el niño tenía algunas pecas en las regordetas mejillas, su cabello completamente rojo y rizado.

Damon sonrió cuando Misel le vino a la mente, él seguramente fue un niño muy parecido a este, el parecido era alucinante.

—¿Dónde está tu mamá?

—Cielo —dijo con tristeza, Damon tragó mirando alrededor.

—¿Papá?

—No —dijo moviendo la cabeza.

—¿Y con quién estás aquí?

—… —el niño no habló, simplemente lo miró.

—¿No sabes?

— …

—¿Ya no me hablarás? —el pequeño pelirrojo se aferró a su camisa y aspiró directamente de su cuello.

—Huele bien —murmuró, Damon se echó a reír, su aroma a limón no solía causar estos efectos.

—¿Sí? Tú también hueles bien, ¿nos sentamos?

—Sí —Damon caminó a su mesa y lo sentó en sus piernas de frente para él, el niño seguía aferrado a su camisa.

—Aquí está su jugo —dijo la camarera colocando el vaso en la mesa, Damon la miró.

—Señorita, si alguien viene preguntando por un niño, ¿puede decirle que está aquí? Creo que nuestro pequeño amiguito se perdió —murmuró pellizcándole las mejillas, el pelirrojo cerró los ojos.

—Claro, no te preocupes —dijo la muchacha acariciando la cabellera roja.

—¿Quieres jugo?

—Ujum… —Damon sonrió y cogió el vaso para ayudarlo, el niño colocó las manos alrededor y tomó dos sorbos, luego no quiso probarlo de nuevo.

—¿Cómo te llamas?

—Mikel.

—¿Y porque estás aquí? —Mikel lo miró con insistencia.

—Por ti.

—¿Qué?

—Hueles bien —Damon se peinó hacia atrás mirando al chiquillo.

—¿Viniste hasta aquí por mi aroma? —Mikel lo miró sin entender la pregunta, Damon miró su reloj, aún faltaba un poco para su cita —. ¿Con quién viniste?

— …

—¿No sabes o no quieres decirme? —él negó, Damon suspiró—. ¿Cuántos años tienes? —Mikel enseñó tres dedos con orgullo—. Así que tres.

—¿Puedo quedarme contigo?

—No, ¿y no te enseñaron que no puedes irte con desconocidos? —el niño lo miró como un cachorrito triste.

II (Sin) Un cachorro para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora