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Damon se giró y cubrió con la sábana, si le preguntaban diría que estaba muriendo internamente de la vergüenza, que este Alfa lo viese en esta situación fue difícil, tener que soportar todo eso una tortura y no imaginaba como se estaba sintiendo él.

—Agradezco mucho tu ayuda, pero no entiendo como sabes donde vivo o por qué viniste —Misel ignoró su pregunta leyendo el nombre de algunos medicamentos, él puso dos tirillas en la mesilla de noche.

—Deberías tomar antibióticos, consúltalo con un médico —Damon asintió.

—¿Vas a contestarme? —Misel caminó al armario y dejó el botiquín, luego se sentó en una silla frente a él.

—Yulián estaba preocupado y me envió aquí.

—Entonces ya está despierto.

—Sí, y evidentemente intentó contactar contigo, pero no pudo, así que me llamó a mí —Damon resopló con una risilla irónica.

—¿Desde cuándo se hablan ustedes?

—No lo hacemos —murmuró con un encogimiento de hombros —. De alguna manera terminaré trabajando en lugar de Darien y tú me vigilarás, pensó que esa era una buena idea.

—Claro y obedeciste porque ahora se quieren muchísimo.

—No particularmente —murmuró por lo bajo, Damon abrió los ojos dándose cuenta de la situación.

—Oh, te amenazó.

—Sí, se podría decir eso —replicó achicando los ojos, Damon alejó la mirada de él.

—Al menos ya está despierto.

—¿No le contarás sobre esto? —Damon resopló girándose de lado en busca de alivio.

—¿Estás loco? Yulián no puede saber nada.

—¿Él no sabe de tus relaciones? —Damon se sentó haciendo que su trasero doliese, hizo una mueca, pero vio a Misel seriamente.

—¿Qué, que estoy tan torcido que me acuesto con Alfas? No, no lo sabe y no tiene por qué saberlo —Misel tragó.

—Pensé que estabas enamorado de él.

Damon sonrió de medio lado, nunca se había interesado en Yulián, eso sería demasiado asqueroso y retorcido, sólo lo veía como un hermano mayor.

—Y yo creo haberte dicho que mi relación con Yulián no se basaba en eso, él me salvó la vida, cuidó de mi después de que mataran a mis padres.

—Lo siento —murmuró, Damon se encogió de hombros.

—No me importa, se lo merecían.

—Acuéstate de nuevo —Damon obedeció, de todas formas, dolía demasiado, Misel suspiró peinándose hacia atrás.

—¿Qué se supone que estás haciendo?

—No entiendo la pregunta —dijo viendo hacia el techo.

—Con estos Alfas.

—Lo que necesito hacer —murmuró, Misel suspiró.

—¿Crees que esto es saludable?

Damon lo miró ladeando la cabeza, sabía que era peligroso, estos Alfas con los que salía se volvían un poco obsesivos por el simple hecho de salir con un Alfa, de poder hacer lo que quisieran con alguien que tenía su mismo rango, de denigrarlo.

—Es la primera vez que me pasa, nunca los dejo llegar a estos extremos —Misel abrió los ojos.

—¿Dejas llegar…?

II (Sin) Un cachorro para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora