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Damon sentía como si su cabeza estuviese dando vueltas, estaba caliente y el aroma de Misel era demasiado suave como para relajarlo.

Estaba siendo demasiado cuidadoso considerando la situación.

Misel colocó una rodilla en la cama y tiró la chaqueta de su traje al suelo, Damon deslizó la lengua por sus labios, iba muy lento para su gusto, así que lo jaló de la corbata y lo atrajo hacia él para besarlo.

Damon profundizó el beso y gimió, Misel colocó una mano en la cama y la otra en su cadera para aguantarse, sus feromonas empezaron a tornarse más fuertes haciéndolo gruñir de placer, era extraño, pero eso definitivamente aliviaba un poco el malestar de su celo.

—Lo siento, mis feromonas…

—Deja de controlarlas, puedo aguantarlas, como dijiste antes, las necesito —murmuró cerrando los ojos y jadeando.

Damon volvió a abrir los ojos sólo para encontrarse con la excitada expresión de Misel, él sonrió de medio lado, sus mejillas estaban rojas y sus ojos dorados.

—Joder, ¿le muestras esa expresión a todos?

—¿Qué expresión? —Misel deslizó la lengua por su abdomen y luego siguió subiendo hasta llegar a uno de sus pezones, mordió suavemente y pellizcó el contrario con un poco de fuerza.

Damon gimió frotándose contra su ropa, la tela del pantalón de Misel hacía poco por aliviar su estado de excitación, con una sonrisa ladina Misel metió dos dedos en su boca y los llevó tan profundo que las lágrimas se derramaron de sus ojos.

El Alfa sonrió con satisfacción viendo que mojaba sus dedos sin queja alguna.

—Como si estuvieses desesperado porque lo ponga en ti —murmuró en su oído, Damon mojó los dedos lo mejor que pudo, Misel los sacó de nuevo y deslizó uno en su interior sin vacilación.

Damon siseó, Misel se disculpó y lo sacó haciéndolo quejarse de nuevo.

—Ah.

—Lo siento —él miró alrededor y apretó la mandíbula—. Mmm… ¿Dónde está lo que utilizas para…?

—En la gaveta, todo está ahí — dijo apuntando hacia el lado derecho de la cama.

Misel se movió y estiró una mano, él silbó viendo el interior de la gaveta, con razón, Damon la tenía repleta de preservativos además de dos frascos de lubricante.

Sabía que tan intenso podía ponerse su celo por lo que siempre estaba preparado.

—Espero que no quieras gastarlos todos —dijo Misel tomando uno de los frascos y dejando una caja a su alcance sobre la cama.

Damon se echó a reír deslizando un dedo desde el cuello donde podía ver una clavícula gracias a los botones que se habían salido hasta su abdomen, una pena que llevase ropa, pero no se quejaría de ello, no era el momento.

—Sólo gastaremos lo que puedas —sentenció desabrochando el botón de su pantalón y acariciando su erección por encima de la ropa interior.

—Que forma tan grosera de provocarme —gruñó Misel con una sonrisa, él dejó caer un poco del lubricante en sus dedos y luego llevó uno a su interior, Damon se aferró a su camisa.

—Ugh —se quejó, Misel mordisqueó sus pezones y siguió bajando hasta llegar al ombligo, él mordisqueó colocando un segundo dedo y lo miró con esos ojos verdes que estaban carcomiéndolo sin dejar de prepararlo.

Misel lamió su erección y luego chupó la punta suavemente haciéndolo gemir, llevó sus dedos más profundo y los dobló hacia un lugar en específico, Damon gimió apretándolos en su interior inconscientemente.

II (Sin) Un cachorro para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora