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Damon exhaló el humo de su cigarro y lo vio desvanecerse en el aire, odiaba fumar, pero lo hacía cuando no soportaba el estrés, buscaba algo que llenara su existencia, que lo hiciera sentir mejor pero tampoco funcionaba.

Yulián lo interrumpió e hizo una mueca por todo el humo en la oficina.

—¿Estás fumando otra vez?

—Eso parece —mencionó aburridamente, Yulián miró sus pies cruzados en el buró y suspiró.

—Siéntate bien, ¿qué dirán los demás si te ven?

—¿No me habías dado una oficina para que hiciera lo que yo quisiera?

—Bien, atrapado, ¿no volverás a casa con nosotros? —Damon miró hacia el techo otra vez.

Lo que menos quería en estos momentos era compañía porque sabía que la pasarían tan mal como él, no quería hacer la vida de los demás miserable sólo porque él se estaba sintiendo de esa forma.

—No, no quiero exponerlos a mi vida, no estoy bien y terminaré arrastrándolos a ustedes.

—Quiero ayudarte.

Damon apagó el cigarro en el cenicero y lo miró, Yulián parecía preocupado y esperaba que no fuese por su culpa.

—Lo sé, pero en este punto sólo yo puedo ayudarme, decidí no volver y debo lidiar con eso.

—Al menos deja de fumar y beber, así no harás que envejezca antes de que nazcan mis cachorros —Damon se echó a reír.

—Pronto voy a superarlo.

—Iré a casa, si cambias de idea las puertas están abiertas para ti.

—Gracias por todo —Yulián arqueó una ceja.

—No lo hagas, nos vemos.

Una vez lo vio irse cogió otro cigarrillo de su caja y lo prendió, aspiró nuevamente, no importa lo mucho que fumase no lograba calmar su ansiedad, quizás su solución estaba más cerca que nunca.

Había renunciado a Misel y también al cachorro, nada le impedía volver a sus viejos hábitos, quizás follar con algún Alfa calmaría esta estúpida necesidad de algo que no entendía.

Se puso de pie y guardó el teléfono en su bolsillo, condujo hacia el bar que solía frecuentar antes y se sentó en la barra.

Luego de pedir un trago miró alrededor, no veía absolutamente nada que le interesara, demasiado rubio, el otro tenía los ojos oscuros, muy bajo, demasiado delgado.

Maldijo una vez se dio cuenta de porque no le acomodaba nadie, estaba buscando las características que le gustaban de Misel, no conseguiría nada si no dejaba de pensar en él.

Damon gruñó cuando alguien chocó con él, la bebida salpicó en su traje manchándolo.

—Oh, mira quien es —miró identificando enseguida al personaje, Itzel—. Es el Alfa al que le gusta ser follado —Damon sonrió de medio lado y cruzó las piernas.

—Mueres por ponerme una mano encima de nuevo, ¿verdad? Una pena, Itzel, tu tiempo ya pasó, eres terrible en la cama.

—Maldita puta.

—¿Uh? Creo recordar que te gustaba bastante follar conmigo —Itzel achicó los ojos.

—Tú… —gruñó agarrándolo del frente de su camisa, Damon no se dejó intimidar.

—¿Qué?

—¿Ya te aburriste de jugar a la casita con ese Alfa y su cachorro o el pobre todavía no sabe sobre esto? ¿Debería decirle? —Damon lo empujó y se puso de pie, Itzel no se veía tan valiente ahora, él lo acorraló contra la pared y lo cogió del cuello.

II (Sin) Un cachorro para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora