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Damon estaba cansado después de su celo, carajo, probablemente había dormido menos de ocho horas desde el viernes y menos mal Misel se retiró de su casa antes del amanecer.

No quería hablar sobre eso.

Entró a la oficina y saludó al Alfa como siempre, Misel bajó los papeles que tenía en la mano y lo miró.

—¿Estás bien? —Damon asintió y tomó asiento—. Damon…

—No recuerdo casi nada, así que no hablemos de ello —murmuró mirando su teléfono.

Obviamente era mentira, Damon tenía la particularidad de no olvidar los detalles sobre sus celos, pero no quería que este alfa se aferrara a él como solían hacer los demás.

Eso no terminaba bien.

Misel suspiró y regresó a su trabajo, el tiempo pasó rápido y justo antes de ponerse de pie recibió una llamada, Regina no solía llamarlo.

Damon —dijo la mujer del otro lado, se escuchaba como si estuviese al borde de las lágrimas y se puso de pie con nerviosismo.

—¿Qué pasa?

Es Mikel, no lo encuentro y estoy preocupada.

—Está bien, iré para allá.

Damon miró a Misel, él arqueó una ceja con curiosidad.

—Debo irme, ocurrió algo —murmuró tomando la chaqueta del respaldo, Misel ladeó la cabeza.

—Si quieres que te ayude…

—No, sólo debo irme, gracias.

Damon subió a su auto y condujo hacia allí mirando a todas partes por si acaso Mikel estaba perdido por los alrededores, de más está decir que no lo vio por ningún lado.

Bajó de su auto y miró a los oficiales de policía con los que Regina hablaba, ella estaba muy agitada, así que fue hacia allí y la abrazó, la Omega lloriqueó sobre su hombro.

—¿Usted es el padre del niño? —preguntó el policía, Damon hizo una mueca.

—No, soy… amigo de la familia.  

—¿La madre, el padre?

—Murió en un accidente y no sabemos donde está el padre —respondió, el policía miró a Regina.

—¿Conoce a alguien que tenga algún resentimiento contra usted o los padres?

—No.

—¿Puede ser un secuestro por dinero? —Damon arqueó una ceja.

—Todavía no saben si es un secuestro, ¿ya lo buscaron?

—Ella nos llamó y estamos haciendo las preguntas.

—Tengo dinero, la herencia de mi marido.

—Buscaremos al niño, si sabemos algo la llamaremos —dijeron los oficiales subiendo a su auto, ellos no lo buscarían para nada.

—¿Cuánto tiempo hace que no lo ves?

—No lo sé, hace unas cuatro o cinco horas —lloriqueó.

—Iré a buscarlo yo también.

Damon caminó por las cercanías, el parque estaba lleno de niños, pero ninguno era Mikel, preguntó a todos los padres en el lugar, pero todos negaron haberlo visto.

No podía ser.

¿En serio lo habían secuestrado?

Dios santo, ese cachorro debía estar muerto de miedo, quizás estaba solo en un sótano llorando como solía hacer con frecuencia.

II (Sin) Un cachorro para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora