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Damon aceptó la propuesta, por supuesto que lo hizo, estaba en esa casa para eso y aunque nunca esperó ese tipo de desenlace estaba conforme, al menos no se llevarían al cachorro.

Misel correspondió el beso y deslizó las manos bajo su camisa, Damon gimió contra su boca haciéndolo sonreír.

El Alfa lo hizo retroceder hacia el sofá, lo acostó y subió sobre sus piernas, ya estaba excitado a pesar de que durante su celo casi gastan todas las cajas de la gaveta, gracias a eso su casa era un desastre.

El Alfa levantó su camisa y mordisqueó sus pezones, Damon cerró los ojos, podía sentir claramente cada una de sus caricias, pero estaba cansado y no lograba excitarse.

—¿Damon? —Damon lo escuchó e incluso respondió, pero no recordó nada más de eso.

Abrió los ojos y gruñó mirando alrededor, el sol estaba comenzando a filtrarse por el cristal de las ventanas bañando de luz la espalda de Misel, él estaba cubierto por una fina sábana verde hasta su cintura.

Damon se sentó y comprobó que aún tenía ropa, probablemente se durmió en algún momento, maldijo internamente, ni siquiera llamó a Mikel después de lo mal que lo trató.

Damon rebuscó en el baño por un cepillo nuevo y se dio una ducha, no iría a casa, así que debía estar lo más presentable posible.

—Aún es temprano —dijo Misel cuando lo vio salir del baño, se peinó el cabello hacia atrás regalándole una vista increíble.

El pelo rojo desordenado, sus ojos soñolientos y algo de la luz del sol iluminando su torso, recalcando cada lunar, Damon negó y tomó la chaqueta que estaba colgando de la silla.

—Hoy no iré, voy a ver a Yulián —Misel se echó a reír, se veía más molesto que divertido.

—Carajo ¿en serio, vas a pedirle permiso?

—No, eso no es necesario, pero Yulián es mi encargado y por ende debe saber sobre mí.

—Ya no eres menor de edad —recalcó con furia, Damon arqueó una ceja.

—No es mi maldito problema que Yulián no te caiga bien, no voy a dejar de hablarle sólo porque no te gusta.

Misel torció los ojos.

—Ya vete y no olvides que me debes algo.

—Sí, y tú no olvides lo que prometiste —Misel se levantó, la ropa interior estaba intrincada debido a su erección, se frotó el cuello.

—Estaré ahí en la tarde, llamé a la trabajadora social y alguien me ayudará con las maletas, te veré ahí, lleva todas tus cosas.

—Bien —Misel tomó su mano y lo miró de medio lado.

—¿No olvidas algo?

—¿Qué? —preguntó arqueando una ceja.

—Un beso.

—No voy a besarte, aún no te cepillas los dientes —Misel sonrió de medio lado y tocó su mejilla, Damon lo fulminó con la mirada y dejó un beso ahí, el Alfa se echó a reír.

—Te veo allí.

Damon torció los ojos y salió, condujo hacia la casa de Yulián y suspiró antes de entrar, Darien ya estaba despierto y por recomendación del doctor haciendo reposo, Yulián lo mantenía al tanto de todo.

Tocó la puerta, una señora lo recibió con una sonrisa.

—¿Puedo hacer algo por usted?

—Sí, necesito ver a Yulián —ella hizo una mueca.

II (Sin) Un cachorro para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora