Capítulo 9

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*175 horas sin Javiera* 

Narra Flavia 

Cuando llegamos a mi casa, en cuanto entramos sentí esa abrumadora sensación de soledad, con Miranda en casa de mis padres y sin saber dónde está Javiera esta casa está prácticamente vacía. 

Emiliano se acercó a mí y tomándome por el brazo me indico que avanzará hasta el sillón donde los dos nos sentamos. 

– Fla 

– Siento que todo se escapa de mis manos, no se que hacer con Miranda y la única puta pista que tengo de mi esposa es esa maldita carta 

– ¿Qué carta? 

– Esta– le di la carta que todavía tenía en mano, lo pude ver leerla durante unos cuantos minutos

– Es mucha plata 

– ¿Y que?, ¿Crees que Javiera no lo vale?, si es por mi entrego todo lo que tengo con tal de volver a verla y que pare esta pesadilla

– No estoy diciendo que la flaca no lo vale, solo digo que es mucha plata junta 

– Tengo 15 días para juntarla 

– Debes hablar con la subcomisario Rodriguez

– ¿Por qué? 

– Porque ella lleva el caso de tu esposa y esto es importante Fla 

– Solo quiero volver a verla 

– Lo sé– se acercó más a mi y me abrazó con fuerza. En cuanto sentí los brazos de Emiliano rodearme fue como si todo me golpeara de pronto. 

Las lágrimas salían sin control, mi cabeza dolía al igual que mi pecho y el solo me sostenía prometiendo que todo en algún momento estaría mejor. 

– Tranquila hermanita todo va a mejorar– dejo un beso en mi cabeza e hizo que me recostara en sus piernas– tranquila Fla 

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Narra Javiera 

Las horas pasan lentas dentro de estas cuatro paredes, había seguido leyendo el libro, después de escribir la carta a Flavia, los dos hombres solo venían a darme un poco de comida. 

Estaba apoyada en la cama cuando el menor de los dos bajo las escaleras, miró el lugar unos cuantos segundos como buscando algo. 

– Dante no está– desde que le demostré que Flavia me había contado quienes eran ellos, había empezado a nombrar al otro hombre cuando estaba seguro de que él no escuchaba– si prometes no huir, te dejaré subir unos minutos para que tomes una ducha y te cambies 

– Prometo no huir– el asintió y me quito la cadena, subimos las escaleras en completo silencio, cuando salimos noté que se había asegurado que no huyera, todas las cortinas estaban cerradas, al igual que las puertas. La única luz que se distinguía era la del baño 

– Tienes 5 minutos, te deje un cambio de ropa

Entre en el baño y lo vi quedarse apoyado en la pared frente al baño antes de cerrar la puerta. Me desvestí rápidamente mientras dejaba que el agua se calentaban, tenía que ser rápida, me acerqué a la pequeña ventana de la pared del fondo para ver si lograba distinguir algo, lo único que se veían eran un bosque profundo, la luz no era muy buena por lo que pude deducir que estábamos cerca del final del día. 

La ducha fue rápida pero me ayudó a sentirme un poco mejor, tuve que usar el cambio de ropa que me había dado y salí, sin decir nada me guió de nuevo a ese sótano. 

– ¿Puedo preguntar algo? 

– Se rápida 

– ¿Por qué me ayudas? 

– ¿Te molesta que te ayude? 

– No, claro que no, pero se supone que me tiene aquí porque quieren algo de Flavia 

– Y lo vamos a conseguir– se alejó sin decir nada más y lo vi subir las escaleras 

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*180 horas sin Javiera* 

Narra Flavia 

Dormir es difícil cuando ya te acostumbrarte a tener a alguien a tu lado toda la noche, esta semana sin Javiera ha sido una completa tortura no solo para mi, Miranda tiene demasiados problemas para poder conciliar el sueño. 

Miró el techo de nuestra habitación, Emiliano permanece a mi lado solamente sosteniendo mi mano, sin decir nada. 

No se exactamente cuanto paso desde que estamos acá solo que mis ojos poco a poco empiezan a pesar. 

Siento que alguien me sacude algunas veces haciéndome abrir los ojos, a penas lo hago me encuentro con el mismo techo blanco de siempre, pero la mano que sostiene la mía no es la de Emiliano, esta es mucho más pequeña, suave y cálida. 

Vuelvo la vista hacia esa persona y me encuentro con esa hermosa sonrisa perfecta, una labios grandes pintados en un tono suave de rosa y unos hermosos ojos verdes que brillan mientras me ven. 

Su otra mano se dirige a mi cara para hacer unas ligeras caricias despreocupadas, su pelo cae enmarcando perfectamente su cara, me hace parecer que estoy viendo un ángel. Despacio me siento frente a ella, las dos permanecemos calladas, toma mis manos en las suyas y deja un beso en ellas. 

Resiliencia (Sigues siendo mi Serendipia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora