Reactivo.

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   —Will, ¿qué harás si el robot está averiado sin reparación? —cuestiona Henry, atravesando el pasillo del local junto a su compañero. La puerta que dirigía a la habitación de piezas y repuestos estaba escondida casi al final de la pizzería.

      Afton alza las cejas, respirando hondo a duras penas. Se sentía horrible, descompuesto, y claramente había comenzado a faltarle el aire. Aparentemente, mientras más tiempo pasaba cerca de su enamorado, más parecían "alborotarse" las flores que crecían en sus pulmones. El dolor parecía tan crónico como el de todas sus otras extremidades, ahora magulladas por culpa del animatrónico que estaban yendo a revisar. 
     No creía que estuviese tan roto, de todos modos. Quizá el mal funcionamiento se debía a que Spring Bonnie llevaba un tiempo sin una inspección profunda, y los resortes habían comenzado a oxidarse. Pero eso era difícil de creer: Henry se hubiera dado cuenta en menos de lo que canta un gallo. La tecnología que ambos usaban era distinta entre sí, pero ninguno de los dos era estúpido o inexperto. Es más: Henry era un genio. Eso ponía de malas a William.

    — ¿De verdad crees que no pueda repararse? —Afton contesta con otra pregunta, claramente sorprendido.

    Tras unos segundos se topan con la puerta de metal, escondida tras un ropero liviano de papel lustrado. La idea de hacer ese "mueble" falso con dicho material había sido de William, quien poseía una creatividad sorprendente a la hora de mentir, manipular u ocultar cosas a conveniencia. El ropero parecía pesadísimo, cosa que mantenía a la gente lejos de intentar moverlo, pero incluso un niño podría elevarlo sobre su cabeza.
     Henry hace a un lado el armario con una mano, evitando que caiga al suelo con cierto cuidado. William lo observa, atento. Nunca antes se había fijado en lo delicadas que podían llegar a ser esas ásperas manos. Su socio no era un tipo suave; si no lo conociese, le tendría miedo. Un hombre ancho, de estatura apenas superior al promedio, con una barba espesa y brazos fuertes. Henry y William hacían contraste entre sí debido a eso: El grandullón de estatura promedio, y el delgaducho de metro ochenta. 

       Gracias a dicha observación se tuvo que obligar a contener la respiración en vano, sintiendo la forma en la que el corazón se le aceleraba. Finalmente cede ante lo inevitable, tosiendo más fuerte a medida sus mejillas se iban sonrojando. Se sentía patético.

      —Bill, ¿entras? —Henry ladea la cabeza, impaciente, mientras le sostenía la puerta al hombre. William se abre paso dentro de la pequeña sala, avergonzado y aún carraspeando. 

    No sabía qué era peor: ¿haberse enamorado? ¿Que ese amor fuese hacia un hombre? ¿O que ese hombre fuese su compañero de trabajo?
    La tos cesó por el momento.

    Dentro de la habitación, el traje de Spring Bonnie se encontraba dentro de un armario (esta vez legítimo), en su modalidad robótica. Los plásticos ojos verdes observaban a William como si se burlasen de él, pero el hombre ni siquiera se inmutó. No creía en los fantasmas, y si existiesen, no habría motivo para que su disfraz estuviese embrujado. La idea le causa gracia, por lo que decide comentárselo a su camarada.

     — ¿No crees que tiene cara de bravucón? —ríe entre dientes, tomando al pesado conejo desde los hombros. Con suerte podía moverlo cuando Spring Bonnie se hallaba en una sola pieza—. Es como si me dijese: "Mira quién viene por la ronda dos".

    —Pues yo no me río —Henry contesta, sacando una libreta del bolsillo trasero de sus pantalones, listo para anotar alguna irregularidad que pudiesen hallar en el animatrónico. Las hojas estaban llenas de garabatos—. Quizá Bonnie y tú tienen la misma personalidad, después de todo. A ambos les importa un culo que no tengas que estar aquí.

    Ante esa respuesta, William bufa, dejando los ojos en blanco con fastidio. A veces no sabía darse cuenta quién era el más cabezón de los dos. 

Hanahaki [Willry | Helliam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora