Capítulo 1

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Un mes después

Huang Zitao nunca necesitaba ver a su jefe, Wu Yifan, para saber que iba de camino a su despacho. Era como una fuerza de la naturaleza de la que se escondía todo el mundo. Toda la planta superior del lujoso rascacielos de Wu pasaba de ser un hervidero de actividad al silencio sepulcral cada vez que Kris, el Tirano, entraba a la planta superior desde el ascensor; todos los empleados se quedaban inmóviles como ciervos ante los faros delanteros de un coche hasta que pasaba, y cada uno de ellos suspiraba aliviado cuando pasaba junto a ellos sin saludar. Nadie quería ser señalado por Wu Yifan, porque normalmente significaba problemas.

Tao suspiró, atormentado. La mayor parte de los días se crecía batallando verbalmente con uno de los hombres más odiosos del planeta. «Pero hoy no es uno de esos días». Desde que su mundo se había venido abajo el mes anterior, ya no tenía ni la energía ni el deseo de pelear con Kris, pero lo hacía de todas maneras, simplemente porque podía ser un auténtico imbécil.

Volvió a ponerse las gafas y a mirar su ordenador, farfullando para sí mismo:

Cinco... Cuatro... Tres... Dos... Uno...

Zitao, un café — exigió la voz atronadora de Yifan justo a tiempo cuando cruzó a grandes zancadas las puertas automáticas de su espacioso despacho personal después de entrar resueltamente en la recepción sin siquiera mirarlo.

Tao puso los ojos en blanco. Durante los cuatro años que llevaba trabajando para Kris, no le había llevado el café desde hacía tres, pero él nunca dejaba de intentarlo.

Me encantaría, Sr. Wu — contestó sin levantar la vista de la pantalla de su ordenador — Solo con crema de leche, por favor — le recordó educadamente, como hacía absolutamente todos los días. A veces, él lo maldecía; otras, se servía su propio café de mala gana, pero no decía una sola palabra. Tao se preguntó qué ocurriría aquella mañana.

Yifan dudó ante la puerta de su despacho y se volvió para fulminarlo con la mirada.

Cuatro malditos años, ¿y todavía no puedo tomar un café en mi propia oficina? — se quejó obstinadamente.

Tao giró sobre su silla y entrelazó las manos sobre el escritorio.

Claro que puede — respondió en tono razonable — He preparado una cafetera esta mañana —Hizo un gesto hacia la pequeña cocina que había detrás de él — Y solo dejé de llevárselo como un perro obediente hace tres años.

«Tal vez si me hubieras dado las gracias una sola vez, seguiría haciéndolo. ¡Idiota!».

Yifan se alisó su corbata, impoluta, mientras cruzaba la sala y entraba a la cocina sin mediar otra palabra. Tao hizo una mueca cuando oyó un tintineo de cristales mientras Yifan se servía un café. En realidad, tal vez no debería haber dejado de llevarle el café hacía años; su torpeza en la cocina le había costado mucho dinero a Wu en recambios de cristalería. Pero Tao se había posicionado al negarse a seguir sus órdenes como un sirviente, porque así era exactamente como lo trataba. Se deslomaba para hacer un buen trabajo como secretario y asistente de Wu Yifan, esperando poder utilizar su experiencia profesional en Wu para volver a terminar su Máster en Administración y Dirección de Empresas, pero ahora había puesto límite a hacer todo lo que exigía. Tao había aprendido hacía mucho tiempo que, si cedía solo un poco con Kris, lo presionaría hasta el límite y seguiría tratándolo como un sirviente. Además, ahora tenía muchas otras responsabilidades en Wu y obligaciones más importantes que llevarle el maldito café. Así que dejó de llevárselo por completo a menos que se tratase de negocios y no de una necesidad personal, en lugar de volverse loco intentando complacerlo. No se podía complacer a Wu Yifan; las palabras por favor y gracias simplemente no existían en su vocabulario, incluso cuando trataba con sus iguales. El simple hecho de que todavía tuviera su trabajo era testimonio de su valor allí, en Wu Corporación. Tao suponía que era la única validación que recibiría nunca. Tal vez no hubiera solicitado plaza para un programa de Máster en Administración y Dirección de Empresas, pero había aprendido lo suficiente durante su trabajo de estudiante como para saber exactamente cómo hacerse casi indispensable para Kris, y lo había logrado en un año. En el momento en que se percató de lo valioso que era como empleado, dejó de aguantar muchas de sus estupideces.

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