Obviamente, Kris había llegado a la última planta cuando el silencio habitual se cernió sobre los empleados a medida que se abría camino hasta su despacho.
Tao hizo su cuenta atrás habitual:
Cinco... Cuatro... Tres... Dos... Uno...
Yifan entró por la puerta exactamente a tiempo, pero no dijo ni una palabra. Le lanzó una mirada por el rabillo del ojo, frunció el ceño y entró en su despacho sin decirle ni una maldita palabra.
De alguna manera, Tao ya se había estado esperando esa reacción. Se levantó y se alisó el suéter de cachemir de color crema; le encantaba el tacto del material bajo los dedos. Era perfectamente profesional, con un cinturón decorativo que se cerraba a la cintura y caía cómodamente sobre sus caderas, de un material que se ceñía a todas sus curvas. Los tacones a juego eran sencillos pero elegantes, y le encantaba el conjunto. Solo tenía que intentar no encogerse al imaginar lo que probablemente había costado el conjunto, además de vestirse de esta manera que solo Kris podía ver.
Sacudió la cabeza mientras se dirigía a la cocina y servía una taza de café. Yifan no iba a permitir que devolviera nada de la ropa que había comprado, así que más valía que se la pusiera.
Sin molestarse en llamar, Tao abrió la puerta del despacho de Kris y cerró sin hacer ruido tras de sí antes de colocar la taza sobre la mesa de este.
Su café, Sr. Wu
Los ojos de Yifan no abandonaron la pantalla del ordenador ni por un momento.
Bien — gruñó.
«Tenía razón. Kris está escondiéndose y está haciendo un trabajo pésimo». La conciencia que ambos tenían del otro electrizaba el aire.
Había llegado la hora de tomar medidas más drásticas.
Dejaste algo en mi casa — le dijo en voz baja y seductora.
Él levantó la mirada entonces y sus ojos se tornaron oscuros al ver la corbata negra colgando de sus dedos. Se inclinó hacia delante y extendió el brazo para tomarla, con el ceño fruncido, pero Tao la alejó de él. Rodeó el escritorio y se situó detrás de la silla de Yifan.
No lo creo, Kris. — Tiró de sus hombros contra el respaldo de la silla y lo rodeó con la corbata, atándolo y haciendo un fuerte nudo que confinaba su cuerpo a la altura de los codos.
Podría haberse resistido fácilmente, pero se quedó ahí, sentado y anonadado cuando él rodeó la silla hasta situarse frente a él y ronroneó.
Creo que, puesto que yo te di el entrante, puedes devolverme el favor dándome el desayuno. —Se inclinó hacia abajo antes de que él pudiera decir nada, le hundió los dedos en el pelo y lo besó, un beso que significaba guerra. Él respondió de inmediato; su lengua se enfrentó a la de Tao a medida que él lo besaba profundamente, con languidez, mientras apartaba las manos de su cabello y empezaba a desabotonar su camisa inmaculada, tirando de ella para sacarla de la cintura del pantalón y abriendo todos los botones que podía mientras le mordisqueaba los labios y los acariciaba con la lengua. Cuando desabrochó todos los botones excepto los pocos del cuello que estaban restringidos por la corbata, apartó la boca de la de Yifan y se enderezó. Colocando un pie envuelto en un zapato de tacón sobre la silla de cuero, justo entre sus piernas, empujó la silla con fuerza y esta rodó lo suficiente hacia atrás como para permitirle ponerse de rodillas.
Una cosa que siempre lo había molestado era el hecho de que Yifan nunca dejaba que lo tocara de esa manera, demasiado preocupado por perder el control antes de satisfacerlo a él. ¿No sabía que Tao necesitaba tocarlo a él tanto como Kris quería tocar a Tao?