Tao se estudió en el espejo de cuerpo entero de su dormitorio. Solo eran las cinco y media, pero estaba tan listo como iba a estarlo. El traje rojo era sencillo, la camisa negra tenía un cuello en V, era un poco más pronunciado de lo que le gustaba normalmente y se ajustaba a sus caderas de una manera que no estaba totalmente seguro de que fuera favorecedora para su figura. Pero pensó que parecía pasable. Se había tomado su tiempo para peinarse y maquillarse, para ocultar un poco sus ojeras. Era una marca que nadie había visto. Las mangas de tres cuartos ocultaban la quemadura, que ya se estaba curando. Los tacones eran un poco más altos de lo que estaba acostumbrado.
Tao deseó, por primera vez, ser delgado y bonito. Suspiró dándole la espalda al espejo, castigándose por preocuparse por eso. Solo iba a salir a cenar con el jefe. Yifan lo miraba con ojos ávidos, pero todavía le costaba creer que un hombre como él lo deseara, de verdad y por qué lo hacía. Tal vez se sintiera tan solo como él a veces. Incluso cuando no estaba prometido con Xudan se había sentido solo. Simplemente no había tenido tiempo para pensar en eso por aquel entonces.
Sostuvo entre los dedos la cadena que le rodeaba el cuello mientras bajaba las escaleras con cuidado, con el corazón liviano al pensar en Kris y en la fe que demostró en él cuando le regaló el panda. No iba a pensar demasiado en la atención que le estaba prestando Yifan, no podía hacerlo. Aunque pudiera ser bueno para su ego, no podía haber nada detrás de su comportamiento aparte de animarlo y, quizás, un sentido de la responsabilidad equivocado sobre su accidente en el aparcamiento. A los hombres como Wu Yifan no les interesaban chicos como él. Sí. Tal vez se lo follara si no estaba con nadie en ese momento, pero tener una breve aventura con él no sería bueno para Tao. Lo dejaría sintiéndose aún más vacío cuando se terminara. Tenía que recordar aquello.
Sonó el timbre de la puerta y Tao lanzó una mirada rápida al reloj. Kris llegaba veinticinco minutos temprano. Se le aceleró el pulso mientras se acercaba a la puerta y agarraba el picaporte, preguntándose si realmente debería haber enviado esa foto de la lencería roja que llevaba puesta. Había sido un impulso, un momento pícaro e inusual en él. Ahora, se preguntaba qué diría Yifan.
El rostro que lo recibió no era el que estaba esperando, y la leve sonrisa en sus labios se tornó en un gesto ceñudo cuando vio a su ex prometido de pie a su puerta, vestido con unos pantalones y una camiseta, más desarreglado de lo que lo había visto nunca. Tao contempló su pelo castaño claro y rasgos simétricos, esperando registrar las emociones que debería estar sintiendo. Pero no sentía... nada.
¿Qué quieres? — le preguntó con calma, deseoso de que se marchara.
Quiero volver, Tao. — Xudan le lanzó una mirada atormentada.
No — respondió simplemente. «¿En serio pensaba que consideraría esa posibilidad? Puede que sea codependiente, pero no soy tan condenadamente patético».
Él lo rodeó y entró hasta el recibidor.
Has hecho que me despidieran. Creo que como mínimo me debes un sitio donde quedarme. — Tao cerró la puerta y le hizo frente.
Yo no he hecho que te despidieran. Y deberías estar en la cárcel por el dinero que cargaste a mi nombre después de follarte a una mujer en esta casa y de que rompiéramos.
Y una mierda. Mi jefe sabía exactamente lo que había ocurrido. ¿Cómo iba a saberlo? No le pareció un comportamiento apropiado para un nuevo profesional en la clínica. Todos son hombres de familia. ¿Cómo lo habría averiguado de no ser por ti? Tú, yo y Xie éramos los únicos que lo sabíamos — dijo Xudan amargamente.
