Capítulo 4

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Anahí iba de camino al hospital pensando en la mirada triste de Alfonso esa mañana cuando le dijo que prefería ir sola a la consulta médica. Había regresado después de pasar la noche donde su amigo Christian y se había disculpado por su actitud de la noche anterior, diciéndole que no debió de haberse molestado con ella y que había sido un tonto por olvidar que ella era la que debía de estar sufriendo más por no poder recordar muchas cosas. Ella también había aprovechado para disculparse por haberlo hecho sentir mal y le dijo que nunca había sido su intención. Alfonso respondió con una sonrisa, que se borró tan pronto ella se despidió para irse al hospital y al verlo haciendo un intento por acompañarla, ella le dijo que no se molestara, que ella no quería que nadie la acompañara. Se había sentado de nuevo sin decir nada y se había despedido sin ser capaz de levantar la mirada.

No debía de ser fácil que primero le pidiera no ir con ella a casa de sus padres y que ahora le hubiera dicho que tampoco quería que la acompañara a su revisión con la doctora Ramírez, en especial después de haber confundido su sentimiento de felicidad al ver a Kuno con que todavía tenía otros sentimientos por él, pero ¿qué esperaba? Él seguía siendo un extraño para ella, o más bien, su antiguo bully del colegio. Le costaba mucho imaginarse junto a él sin que le dijera alguna grosería por pobre o por fea. «Ya basta, Anahí, deja de pensar tonterías, eso fue hace años. Aunque en tu mente no haya pasado el tiempo».

Suspiró intentando despejar la mente. La verdad era que sí se había sentido culpable cuando vio a Alfonso a los ojos esa mañana, parecía genuinamente triste, como si de verdad hubiera esperado poder ir con ella, como si ella de verdad le importara. Además de que tampoco podía explicar el sentimiento de soledad y nostalgia que había sentido toda la noche al saber que él no estaba en casa. Había sido una sensación extraña, que ella quiso justificar diciéndose a sí misma que era la costumbre de saber que él dormía en el sofá que estaba en la sala, una excusa muy poco convincente. Pero él tenía que entender la posición en la que se encontraba, ella no podía verlo de otra manera, al menos no aún.

Podía reconocer que Alfonso había sido amable y encantador con ella todos estos días, siempre tenía el desayuno listo cuando ella se levantaba, al parecer le gustaba cocinar y lo hacía muy bien, más de una vez le había preparado sus platillos favoritos, ¿cómo habría aprendido a hacerlo tan bien cuando había crecido rodeado de empleadas y cocineros en su gran mansión? No tenía idea, además le preguntaba por su día, le recordaba de sus citas con sus amigos o con sus padres, era atento, sonreía con dulzura cada vez que la veía y siempre estaba pendiente de ella, de cualquier cosa que necesitara, sus amigos y papás parecían quererlo y como si esto no fuera suficiente, Ronny parecía adorarlo. Nunca había querido a nadie más, pero con Alfonso era otra cosa. Gato traicionero.

Cuando llegó al hospital, la hicieron pasar de inmediato a la oficina de la doctora Ramírez. Esta era su segunda cita desde que le habían dado de alta, en la primera no había habido mucho cambio y aunque la doctora le aseguró que era normal, se sentía intranquila. Había pasado un mes, ¿no se suponía que ya deberían de ver algún resultado? ¿Algo que indicara que su memoria podía volver en cualquier momento? La doctora la saludó con una sonrisa apenas la vio entrar, estaba junto a su asistente revisando, lo que Anahí suponía, era su expediente médico. Después de los saludos, vinieron las preguntas iniciales de cómo iban los entrenamientos cognitivos, Anahí explicó que los hacía todos los días sin falta, pero no había visto ningún cambio, no había tenido ningún recuerdo.

—¿Ni siquiera en sueños? Es común que a veces los pacientes experimenten algunas memorias en sueños, cuando se da el proceso de reactivación cerebral.

—No, nada — la doctora anotó algo en su expediente y siguió estudiándolo en silencio — ¿Hasta cuándo hay que esperar para ver algún resultado?

Olvidando el PasadoWhere stories live. Discover now