Capítulo 11

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—No, mi amor. No era mi intención hacerte llorar — dijo Alfonso mientras le limpiaba suavemente las lágrimas que bajaban por sus mejillas — Fue una estupidez, de verdad, perdón. Soy un bruto, Any. No debí...

—No, no. Está bien, de verdad — respondió ella mientras le sonreía. Podía ver lo preocupado que estaba y lo culpable que se sentía, pero no era culpa de él, nada de esto era culpa de él — En realidad me parece un detalle muy bonito.

—No tienes que mentir para hacerme sentir mejor. 

—No es mentira, hablo en serio.

—Pero entonces, ¿por qué lloras?  — ¿por dónde empezar? Anahí respiró profundo mientras tomaba su mano en la de ella. De repente no quería soltarlo.

—Es solo... Nunca había visto fotos de mi vida anterior, hasta ahora todo ha sido muy abstracto, todo está en mi imaginación, basada en lo que me cuentan los demás. Y de pronto ver fotos así, de mi vida de hace unos años, de cosas que no recuerdo, es... No sé ni cómo explicarlo, me da mucha felicidad verlas, pero también mucha nostalgia por lo que he perdido.

—No lo has perdido, Any, estoy seguro de que tarde o temprano esas memorias van a volver — Alfonso lo decía tan seguro, si tan solo supiera la verdad — Y si en serio te gustaron, tengo miles más en la casa. Están todos los albúmes guardados en una caja azul, arriba en el closet, cuando quieras podemos ver fotos juntos y me puedes preguntar todo lo que quieras — dijo mientras le acariciaba la mejilla. Se sentía tan bien poder estar así. Ahora que conocía lo que las caricias de Alfonso la hacían sentir, no quería vivir nunca más sin sentirlas.

—Gracias, Alfonso — Anahí acarició la mano que él tenía en sus mejilla — De verdad gracias, no solo por hoy, por esta semana, sino por todo — y mientras lo veía a los ojos, sintió unas ganas irremediables de acercarse un poco más y besarlo, pero de pronto se distrajo al escuchar la música y se animó a preguntarle si quería bailar de nuevo. Con una sonrisa, Alfonso se puso de pie y extendió su mano, la que ella tomó sin vacilar ni un segundo.

Anahí no supo cuánto tiempo estuvieron así, lo único que sabía era que la sensación de las manos de Alfonso en su espalda, la hacían sentir mariposas en el estómago. Ella tenía sus manos en el cuello de él y mientras ella se perdía en sus ojos, se movían suavemente al son de la melodía. Anahí no estaba segura qué más sorpresas le deparaba la noche, pero con lo que habían vivido hasta ahora, ella podría ser feliz el resto de su vida. Al estar envuelta por el aroma y el calor de Alfonso, confirmaba una vez más que era imposible que ella no estuviera enamorada de él. Por supuesto que tenía sentido que estuvieran casados, no podía ser de otra forma, aún cuando ella no recordara nada de su historia con él.

Cuando por fin se dirigieron a casa, Anahí se sentía plena y contenta. Al entrar, notó que Alfonso se había quedado en la puerta, como inseguro de qué hacer. Pero por supuesto esa también era su casa, así que Anahí levantó una ceja curiosa animándolo a hablar. Alfonso sonreía mientras negaba con la cabeza y, después de cerrar la puerta, se acercó a ella hasta quedar a solo unos centímetros de distancia. Anahí sentía la tensión en el aire y no se animaba ni siquiera a respirar.

—Sé que no es común dar pasos acelarados en la primera cita, pero no creo que pueda aguantar más — y antes de que Anahí pudiera reaccionar, los labios de Alfonso estaban sobre los de ella. Era un beso dulce, suave y mientras él tenía una mano en su cintura y la otra en su mejilla, Anahí pasó las de ellas por el cuello de él. Sin darse cuenta, ella se volvió más demandante, más apasionada y el fuego que comenzó a sentir, la estaba consumiendo. Anahí nunca se había sentido más feliz en su vida, pero antes de que pudiera seguir y, demasiado pronto para su gusto, Alfonso terminó el beso. Apoyó su frente sobre la ella y aún con los ojos cerrados, habló con voz ronca — No me tientes, Any. Tampoco puedo controlarme tanto.

Olvidando el PasadoWhere stories live. Discover now