Capítulo 13

109 16 2
                                    

Anahí se estaba tomando su té de la mañana cuando el teléfono sonó de nuevo. Sin ni siquiera levantarse, lo dejó sonar. Era la quinta llamada en las últimas dos horas, eso sin contar todas las llamadas en los días anteriores. Habían pasado dos semanas, dos terribles y tortuosas semanas desde el día en el que él se había ido y, como era de esperarse, el teléfono comenzó a sonar el día siguiente sin parar. Todos sus amigos estaban preocupados, incluso sus padres, a los que tuvo que tranquilizar durante media hora, asegurándoles que no era necesario que vinieran a visitarla. Sus padres ya eran mayores y no quería que tuvieran que viajar solo para acompañarla, mucho menos cuando ella era un completo desastre en este momento. Cuando no había contestado ninguna de las llamadas, sus amigos comenzaron a aparecer afuera de su casa, tocando la puerta hasta que se cansaban de intentarlo.

Todos se habían turnado, yendo de manera individual y después en grupos para ver si alguna combinación funcionaba, pero Anahí no quería ver a nadie, no quería hablar con nadie. Bueno, nadie excepto... «¡No!» detuvo el pensamiento antes de que pudiera seguir, pero sabía que no podía negar la realidad. La verdad era que lo extrañaba y cada vez que sonaba el teléfono o tocaban a la puerta, deseaba que fuera él, pero nunca había aparecido. No podía esperar otra cosa, ella misma le había pedido que se fuera y Alfonso siempre había respetado cualquier decisión que ella tomara, era solo que a veces se preguntaba si él la estaría extrañando tanto como ella lo extrañaba a él. Anahí suspiró y cerró los ojos. Alfonso no había vuelto por el resto de sus cosas y ella no podía negar que eso la aliviaba de cierta forma, la hacía aferrarse a una esperanza que sabía que no debía tener.

Llevaba dos semanas sintiéndose incompleta, con una opresión en el pecho que no la dejaba respirar tranquila y una sensación de tristeza que a veces la consumía. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había llorado, a veces hasta quedarse dormida. No sabía que iba a ser tan difícil estar sin él, incluso había comenzado a dormir en el sofá verde porque de alguna manera, pensaba que eso la acercaba más a él. La almohada aún tenía su olor y eso siempre la terminaba calmando, no era lo mismo que tenerlo en persona, pero era algo. Y es que todo en la casa se lo recordaba, no había un solo rincón en el que ella pudiera estar sin pensar en él, sin extrañarlo. Alfonso.

Anahí comenzó a sentir las lágrimas que se asomaban cada vez que pensaba en él. No quería llorar más, estaba cansada y sus ojos hinchados le rogaban que parara, así que se levantó y decidió salir por primera vez en dos semanas. No podía seguir estando encerrada en el espacio que más se lo recordaba y segura de que ninguno de sus amigos estaba afuera a punto de tocar la puerta, decidió salir. Le haría bueno respirar aire puro y recibir algo de sol. Quizás eso la ayudara a que su ánimo cambiara. Cuando abrió la puerta para salir, se quedó congelada cuando se encontró al hombre que estaba del otro lado y que la recibió con una sonrisa. Anahí suspiró derrotada.

—Díaz.

—Herrera — Anahí no pudo evitar la punzada que sintió cuando la llamó así, pero decidió ignorarla. Aarón Díaz era la última persona que esperaba encontrarse. Sabía que era de los mejores amigos de Alfonso, pero no estaba muy segura de cuál era la relación con el serio y reservado amigo de su esposo. ¿Serían amigos ellos también? Antes de que Anahí pudiera hablar, Aarón entró a su casa sin esperar ninguna invitación. Anahí pensó en la posibilidad de salir corriendo y dejarlo solo, pero sabía que esa sería una actitud bastante inmadura. Tenía que dejar de huir.

—¿Cómo es que me encontraste exactamente cuando iba saliendo? — preguntó mientras se cruzaba de brazos. Si no hubiera sido porque ella iba de salida, nunca hubiera abierto la puerta.

—Suerte — contestó él mientras miraba el sofá con las almohadas y las sábanas que lo cubrían. Anahí no quiso seguir indagando y se apresuró a quitar las cosas para que él se pudiera sentar, pero Aarón habló de nuevo — No te preocupes, de todas maneras no me voy a sentar ahí — y con esto, se sentó en una de las sillas.

Olvidando el PasadoWhere stories live. Discover now