Capítulo 8

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Anahí estaba entre dormida y despierta. Aunque tenía los ojos cerrados, escuchaba las voces de Christian y Alfonso hablando por lo bajo. ¿O tal vez estaba soñando? No estaba segura porque el cansancio y el alcohol que había tomado esa tarde le nublaba los pensamientos. Solo sabía que unos brazos fuertes la tenían abrazada y el olor de Alfonso la envolvía.

—¿Cómo has estado, Poncho? — Alfonso no contestó de inmediato, como pensando qué decir.

—Cansado, he tenido mucho trabajo, pero eso es bueno, así puedo terminar de pagarle a mis papás algún día — Anahí no entendía a qué se refería con aquello. ¿Pagarle a sus padres? ¿Acaso le habían prestado dinero? Ella pensaba que Alfonso no se había vuelto a comunicar con su familia, o al menos eso creía.

—Sabes perfectamente que no me refiero a eso — Anahí sintió a Alfonso suspirar y de pronto él comenzó a acariciarle el brazo de nuevo. ¡Qué sensación tan maravillosa! 

—No sé, Chris. A veces... A veces creo que tal vez Any siente algo por mí, pero al segundo siguiente es otra, se aleja, pone distancia y se vuelve fría, la veo con miedo... Cómo si estuviera asustada, aterrada — Anahí escuchó movimiento en la silla donde Christian estaba sentado.

—Pues viéndola desde aquí, a mí no me parece que esté aterrada.

—Este es el resultado de mucho cansancio, mucho miedo y mucho alcohol. Si estuviera completamente consciente, estaría lo más lejos de mí posible — Alfonso habló con una voz que dejaba ver lo que le dolían aquellas palabras. Anahí deseaba poder decirle que eso no era cierto, pero seguía sin saber si todo estaba sucediendo en su imaginación — Nunca me deja acompañarla a ningún lado — dijo frustrado y después de unos minutos en silencio, siguió hablando — Cuando estábamos en el colegio, yo era un completo imbécil, me merecía el odio con el que me veía. Después, cuando nos reencontramos y empezamos a tratarnos, pude notar como su mirada iba cambiando, hasta que llegó el punto en el que me veía de manera diferente, con ojos llenos de ternura, admiración e, increiblemente, amor.

—Já, sí, todos tuvimos que soportar esas miradas. La época en la que no podían estar con nosotros ni cinco minutos porque se querían comer con los ojos — dijo Christian sonando genuinamente mortificado, pero un segundo después ambos rieron.

—Mi punto es... No sé si pueda Chris — siguió Alfonso en casi un susurro — Después de que Any me viera con otros ojos, tener que soportar que me vea de nuevo con odio, incluso con miedo. Los primeros días después del accidente fueron insoportables.

—Dímelo a mí que te tuve que aguantar. Hasta ya tienes tu propia habitación en mi casa.

—A veces pienso que me lo merezco, ¿sabes? La ironía de la vida. No todo podía ser tan bueno. Con Any he conocido un amor que no sabía que existía, de esos que solo ves en películas o lees en libros. Y de pronto, lo perdí todo.

—No los ha perdido, Poncho. El amor que se tienen tú y Any, es otra cosa. Nunca había visto algo así en persona. Estoy seguro de que van a superar esto y si no, siempre la puedes volver a enamorar — Alfonso resopló ante aquel comentario.

—Haber logrado enamorarla una vez fue un completo milagro. Ni siquiera sé cómo pude lograrlo. ¿Una segunda vez? No lo creo posible. Yo... Me levanto cada mañana pensando que tal vez ese día va a ser el día. Que su memoria va a volver, que va recordar todo, que nos va a recordar, la vida que teníamos juntos. Y cada día termino con una nueva desilusión — cada palabra parecía dolerle. Anahí podía sentir su dolor como si fuera propio. Estos meses había estado tan sumida en su propio mundo, en su propia frustración, que no se había detenido a pensar, ni por un segundo, lo que todo esto afectaba a Alfonso.

Olvidando el PasadoWhere stories live. Discover now