XI

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Él no se negó, pero tampoco dijo que sí. Sabía que era algo difícil para él, y me arrepentí de haberlo mencionado. Me sentía terrible por pedirle algo que sabía que podía resultarle doloroso. Al dejar de bailar, pensé que tal vez se inclinaría para besarme, pero no fue así. Se lo confesé, y él negó con la cabeza. "Aún no, pequeña", me dijo suavemente.

Una oleada de enojo y frustración recorrió mi cuerpo. Me sentía herida y confundida; me había enamorado por primera vez y, en ese momento, parecía que no era correspondida. "¿Pero qué estúpida soy?", me decía a mí misma, cuestionando mis propios sentimientos.

Los días siguientes a esa conversación fueron un torbellino de emociones. Max vino todos los días a "verme", aunque en realidad venía a ver a Tom. Iba a salir de vacaciones por casi dos meses, lo que significaba que no estaría presente para nuestro cumpleaños. La tía Linda, como era habitual, les quitaría el celular durante ese tiempo, lo que me dejó con la incertidumbre de no recibir su felicitación a las 00:00, como era su costumbre.

Ver a Tom y a Max juntos me fascinaba; eran mis dos personas favoritas, compartiendo risas y conversaciones. Hablaban de temas tan interesantes que, aunque la mayoría de las veces no los entendía del todo, ellos se tomaban el tiempo de explicarme. Terminaba cada día con la cabeza llena de nueva información y una sonrisa en el rostro. Los llamaba "mis enciclopedias andantes".

20 de marzo

Bienvenidos sean los tristes y amargos dieciocho. Siempre pensé que al llegar a esta edad sería independiente, que iría a la universidad, tendría mi propio auto y dinero, tendría muchos amigos e incluso un novio. Pero la realidad era tan diferente; ni siquiera sabía qué hacer con mi vida. Para ser honesta, no era la misma persona de hace unos meses, y me sentía feliz con eso, pero aún me quedaba mucho por sanar y descubrir.

Un día antes de mi cumpleaños, le confesé a Tom:

—Sé que sonará estúpido, pero aún no sé qué hacer con mi vida. No sé qué estudiar. Quiero estar bien antes de empezar algo.

Y, como siempre, siendo tan encantador, me respondió:

—No es estúpido; de hecho, es muy inteligente. Sé que la presión ha aumentado por lo de Cons, pero no compares tu proceso con el de los demás. No te presiones; podrías retroceder en vez de avanzar.

Cons había entrado a la universidad, iba a estudiar medicina, y la noticia había sido "boom" en mi familia. Mientras hablábamos, una mezcla de admiración y envidia me invadió,  pero luego de hablarlo con Tom me di cuenta de que todos tienen su propio camino. Y el mío, aunque incierto, era igualmente válido. Tom me miró con una ternura que me hizo sentir comprendida, como si en ese momento él pudiera ver más allá de mis inseguridades.

A medida que hablábamos, me sentí más ligera, como si una pequeña carga se hubiera aliviado. Tal vez no tenía todas las respuestas ahora, pero sabía que no estaba sola en esto.

Me Enamoré de un FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora