II

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Despertar no fue algo agradable para Fluke. Estaba familiarizado con el dolor que sentía a lo largo del cuerpo, pero no con los medicamentos.

Su cabeza estaba nublada, su boca seca, y lo que sea que le habían puesto en la bolsa que colgada junto a su cama, lo sentía en la lengua.

-buenos días, solecito.- Fluke notó por primera vez al rubio sentado al pie de su cama.

Llevaba una bandeja en las manos y le sonreía amablemente. Lamentaba no poder recordar su nombre.

Intentó sentarse, pero sus brazos cedieron casi al mismo tiempo que Intentó apoyarse en ellos.

El rubio pareció notarlo, y colocó la bandeja sobre la mesita de noche para ayudarle a enderezarse.

Fluke se sintió tímido al recibir su ayuda, pero pronto comprendió que no tenía más opciones.

Una vez sentado, acomodó sus almohadas, colocó una mesita de madera sobre su regazo, y el plato de sopa que traía en la bandeja sobre esta.

-Deberías tener apetito, luego de dormir tanto tiempo,- le sonrió, -come por favor.

Fluke asintió y tomó la cuchara, pero fue incapaz de probar bocado. Noeul lo miró con extrañeza, inseguro de lo que pasaba por la cabeza del pequeño.

-Thana,- susurró con voz rasposa, -¿dónde está mi hermano?

Noeul le miró con disculpa en los ojos, sentado al pie de la cama, con los brazos cruzados sobre el pecho. No quería ser el quien se lo dijera, pero no tenía muchas opciones.

-Tu hermano…- intentó, pero Fluke levantó la mano para detenerle. Su rostro se ensombreció, e introdujo la cuchara dentro del líquido.

Comió dos cucharadas, y Noeul pudo ver como lágrimas empezaban a caer por sus mejillas. No emitía ningún tipo de sonido, solo el metal al rozar con el fondo del plato.

-¿Cuándo?- quiso saber después de un rato. Noeul le entendió a la perfección.

-hace ya un año,- le explicó Noeul, -el estaba enfermo.

Fluke asintió y continuó comiendo en silencio, quizás ordenando sus ideas. Miró a su alrededor, y luego al rubio.

-No se tu nombre,- aceptó avergonzado. -no debería estar aquí, perdón.

-Soy Noeul,- sonrió el rubio, colocando una mano sobre su pierna, con simpatía. -y me alegra mucho que estés aquí, te esperamos durante mucho tiempo.

Fluke le miró con ojos tristes sin entender a que se refería, y luego a su plato de comida casi vacío.

-¿Qué estoy haciendo aquí, Noeul?- quiso saber, bajando la cuchara, -¿por qué Thana me trajo aquí?

-era el deseo de tu hermano que vivieras con nosotros.- le explicó el rubio.

-no le mientas al chico,- la voz llegó desde la puerta, llamando la atención de ambos. -Thana no esperaba que viviese aquí.

Noeul puso los ojos en blanco y se levantó para recoger la bandeja del regazo de Fluke.

-Fluke el es mi hermano, Ohm.- le explicó, -es más molesto que un grano en el culo, así que siéntete libre de ignorarlo.

-Hermanastro,- se limitó a decir el pelinegro, apoyado en el marco de la puerta. -y no puede ignorarme, soy su–

-Tiene 20, no necesita un tutor legal,- musitó Noeul, -aunque si quieres calificar para algo, serías un excelente sugar daddy.

El rubio abandonó la habitación, dejando una atmósfera tensa tras de él. Ohm no lo quería en aquel lugar, y Fluke de cierta forma lo sabía.

-¿tu me dirás que hago aquí?- intentó el pequeño, mirando fijamente al pelinegro. Ohm se acercó y se sentó al pie de la cama.

-puedes irte cuando quieras,- apuntó, con seriedad. -regresa a tu casa, pagaré lo que sea necesario para que este bien y cómodo, cuando estés de vuelta.

Fluke le miró con extrañeza, inseguro de que decir. Ohm no había contestado a su pregunta, pero dejaba ver sus verdaderos sentimientos hacia el.

-No tengo a donde volver,- le confesó,  causando que el pelinegro se tensara. -pero si quieres que me vaya puedo hacerlo en cuanto pueda levantarme.

Ohm se sorprendió al escuchar aquello. No creyó que fuese tan fácil, aunque eso no aseguraba que no tendría que desembolsar un par de miles.

-Excelente,- el pelinegro sonrió en su dirección por primera vez, aunque no se veía feliz, solo complacido. -¿Cuánto va a costarme?

Las palabras quemaron en el pecho del pequeño. Detestaba los hombres como él. Detestaba la idea de que alguien le humillara por no tener dinero.

-No necesito nada,- murmuró en respuesta, -te agradezco que me permitas estar en tu casa, mientras me recupero.

Ohm dudó. Podía tratarse de una treta. Conocía a los de su tipo, fingiendo inocencia y orgullo… que idiotez.

Decidió no darle lo que quería, no caería en una trampa tan barata, como insistirle para que tomara el dinero. Si quería marcharse sin nada, mejor para el.

Ohm se levantó, satisfecho por la conversación y asintió.

-te deseo una pronta recuperación,- murmuró, -si me disculpas, tengo cosas que hacer.

Fluke vio al mayor irse, y sintió como las lágrimas que retenía fluyeron con libertad.

Lo odiaba, había conocido personas detestables, pero el pelinegro ni siquiera tenía un motivo para tratarle de esa manera.

Se sentía frustrado e inútil, incapacitado por hacer algo estúpido como atravesar el país luego de una operación, creyendo que aquella postal arreglaría su vida.

Pero sobre todas las cosas, se sentía desdichado. No entendía porque la última acción de su hermano lo había traído a un lugar como aquel.

Era obvio que Ohm no lo soportaba, y no actuaría como un paria ahora que por fin era libre para trabajar, no permitiría que lo pisoteara de esa forma.

-Cariño,- el sobresalto del rubio le sacó de sus cavilaciones, -¿por qué lloras? ¿Qué te dijo el inepto de mi hermano?

-Estoy bien,- mintió, -solo tengo un poco de dolor.

-¿tus analgésicos no están funcionando?- le interrogó, -creí darte la dosis correcta.

-Esta bien, ya se me pasara,- musitó limpiando sus lágrimas, -lamento causar problemas.

-Para nada, cariño,- le insistió, -me gusta tanto tenerte aquí, sé que te encantará vivir en el rancho.

Fluke sonrió levemente. Así como no entendía a Ohm, tampoco sabía porque Noeul lo trataba con tanto cariño.

Hablaron de cosas triviales. Como era la vida en el rancho, la labor que hacía Noeul como veterinario, y de las personas que lo habitaban.

-Cuando puedas levantarte, me encantará mostrarte todo,- continuó con entusiasmo. -podemos ir a cabalgar y puedes ayudarme con los caballos.

-no creo que sea bueno que me quede.- murmuró Fluke con franqueza, haciendo que la expresión de Noeul se entristeciera. -vine a buscar a Thana, sin él, no sería más que una carga.

-Por supuesto que no.- insistió Noeul. -por favor quédate.- le pidió, sosteniendo su mano entre las suyas.

Fluke sonrió, pero no respondió. Le hubiese gustado conocer a más personas como Noeul, sin duda su vida hubiese sido diferente.

Pronto los analgésicos hicieron efecto, y cobraron su conciencia, y todos los pensamientos buenos o malos se disiparon, pero algo si tenía claro, se marcharía en cuanto pudiera.

Con el pasar de los días Fluke mostraba mejoría. Caminaba dentro de la habitación cuando tenía la oportunidad, y el doctor Nawat lo visitaba y mantenía un control de su progreso.

Luego de quince días revoloteando dentro de su cuarto, se atrevió a salir por primera vez hasta la cocina.

Un rostro que no conocía le recibió.

-tu debes ser Fluke,- le sonrió una mujer en sus cuarenta y muchos o cincuenta y pocos. -yo soy Um Nitibhon, es un placer conocerte.

Fluke asintió inseguro de que decir, y se debatió entre quedarse y volver a la habitación.

La mujer tarareaba mientras preparaba un desayuno lo suficientemente grande como para diez hombres. Había de todo en el gran desayunador.

Huevos fritos y revueltos, tocino, pan, avena, cereales, frutas y jugo, pero no parecía ser suficiente para separarla de la estufa.

-Necesita… ¿ayuda?- balbuceó Fluke, queriendo sentirse útil.

-pero si eres una dulzura,- le sonrió la mujer, -eres muy amable, pero tengo todo cubierto, por favor toma asiento.

Sacó los panqueques de la sartén, y los colocó en una de las pilas que había en la mesa.

-Sírvete lo que quieras,- le apuró sin perder la dulzura, -los chicos no dejaran nada para ti una vez se sienten a comer.

Fluke volvió a asentir y alcanzó unos de los platos que había en la mesa para escoger diferentes cosas.

Se sentó a la mesa, mordisqueando un panqueque cuando un ruido y risas provenientes de la puerta trasera llamó su atención.

Ohm lucía fastidiado, mientras que otro chico pelinegro de cabello largo, que mantenía recogido en una cola, le empujaba juguetonamente.

Noeul los seguía de cerca, sonriendo escuchando atentamente lo que sea que hiciera enfadar a su hermano.

-nada de jaleos en mi mesa,- espetó Um con autoridad, haciendo que los muchachos se calmaran, -espero que traigan las manos limpias.

-bendición, ma.- murmuró el muchacho que no conocía, depositando un sonoro beso en la mejilla de la mujer, sin apartar los ojos de Fluke.

-Bendición, hijo,- contestó la mujer con dulzura, -toma un plato, pásalo a los demás.

Noeul sonrió al ver al pequeño de pie, y le saludó con efusividad, Ohm en cambio, se sentó en el extremo opuesto del desayunador, ignorándole.

-Fluke,- le llamó el rubio en voz alta,- el es Boss.- el chico le sonrió antes de lanzarle un guiño, -que no te engañe la cara inocente.

-pero si soy un ángel,- se quejó el muchacho. -todo un caballero, puedes preguntarle a ma.

Um miró a su hijo de reojo y volvió a su plato, provocando risas en el rubio. Boss torció el gesto, antes de meterse un gran panqueque a la boca, dejando el tema para disfrutar de su desayuno.

No se escuchó más que gemidos de satisfacción durante mucho rato, cada uno de los chicos comía a su paso, pero la predicción de Um fue acertada, cada vez había menos comida en la mesa.

-que puedas levantarte es buena señal,- escuchó Fluke decir a Ohm, -estas más cerca de recuperarte.

-eso es grandioso,- continuó Boss con alegría, -necesitamos más manos en el rancho.

-no te hagas ilusiones,- se quejó el rubio, -Ohm solo trata de deshacerse de él.

Boss miro a su amigo y luego a Fluke, quien miró lo que quedaba de su avena sin añadir nada.

-Ohm Thitiwat Ritprasert,- se quejó  Um en voz alta, -estoy segura de que tu padre te crío mejor que eso.

-es el quien quiere irse, ma,- se justificó el pelinegro -es un citadino, ya sabes como son.

Noeul lo fulminó con la mirada, y Boss se dedicó a pasear la vista por la mesa con curiosidad.

-¿a qué te dedicabas en la ciudad, Fluke?- quiso saber, provocando que el pequeño se sobresaltara.

Miró a Noeul, quien asintió, y apresuró lo que tenía en la boca para poder contestar.

-trabajaba en una librería.- musitó con timidez.

-¿te gusta leer, entonces?- insistió Boss, al ver que no decía nada más.

-me gustaba la quietud,- aclaró, -el silencio. No hay muchos lugares silenciosos en la ciudad.

-deberías considerar quedarte si es así,- le sonrió Um esta vez, -no hay nada más hermoso y silencioso que las montañas.

-hasta que te encuentras con un puma,- se quejó Ohm engullendo lo que quedaba de su desayuno, -no hay que darle ideas, dejen que regrese a su ciudad, donde pertenece.

-Thitiwat,- le llamó Um otra vez, pero Fluke negó con la cabeza, levantándose, recogiendo su plato.

-Esta bien señora Nitibhon, Ohm tiene razón.- musitó con seriedad, -no pertenezco a este lugar de todos modos.

Um estiró su mano y alcanzó la del pequeño, haciendo que levantara la vista hacia su rostro.

-deberías darle una oportunidad,- susurró para él, -puede que sea justo lo que esos ojos tuyos están buscando.

Fluke se sonrojó ante sus palabras, y asintió, incapaz de contradecir a la mujer.

-Gracias, señora Nitibhon- murmuró, -por el consejo, y el desayuno.

-Es un placer cariño,- le sonrió, -y puedes llamarme Um, o ma, como los muchachos lo que sea más fácil para ti.

-Por supuesto… ma,- la palabra floto con dificultad fuera de su boca, pero se dijo a sí mismo que no tendría que acostumbrarse, y parecía hacer feliz a la mujer.

-Puedes dejar los platos aquí, cariño,- continuó Um, -estoy segura de que Ohm estará encantado de ayudarme a lavar la vajilla.

Noeul y Boss se miraron el uno al otro y se levantaron de la mesa al mismo tiempo, murmurando sobre todas las cosas que debían hacer durante el día.

Ohm miró a la mujer con descontento pero no se atrevió a decir nada, mientras recogía los platos en una pila.

-Yo puedo ayudar,- intentó Fluke, sintiéndose responsable. -no es molestia.

-Al contrario,- insistió la mujer, -tu necesitas descansar, y alguien necesita un recordatorio de que nadie es grosero en mi mesa.

Ohm murmuraba por lo bajo, lavando los platos uno a uno sin atreverse a levantar la mirada.

Fluke regresó a su habitación y para su sorpresa Noeul estaba sentado sobre su cama.

-Tuve que trepar por la ventana,- le explicó sonriente, -el resto de la casa no es segura mientras ma esta molesta.

Fluke podía imaginar a una Um mucho mas joven, correr detrás de los tres niños mal portados, el pensamiento le arrancó una sonrisa.

Noeul se levantó y caminó hacia el armario.

-Deberías tomar un baño, y estrenar las prendas que te compre.- continuó el rubio, seleccionando una camisa azul y unos pantalones de mezclilla, a juego con unas botas marrones. -El azul definitivamente es tu color.

-No creo que salir—

-tonterías,- le interrumpió, sacando una toalla del armario también. -el aire puro te hará bien.

-tu hermano—

-no te preocupes por mi hermano,- musitó empujando la toalla contra su pecho, -su reinado de terror se acaba esta noche, Pa regresa a casa.

Noeul sonrió con suficiencia, empujando al pequeño hacia el baño.

Algo muy dentro de él entendió que, con la llegada del padre de los muchachos, su oportunidad para irse desaparecía.

Cumplir una PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora