La mañana se sentía como cualquier otra, pero al mismo tiempo algo había cambiado en el aire. No sabía como sentirse, no sabía como reaccionar, no reconocía la libertad ni siquiera ahora.
Se levantó demasiado temprano, el sol no se asomaba aún, y el brazo del pelinegro atrapada su cintura, mientras dormía plácidamente.
Hacia ya un tiempo que había empezado a hacerlo. Parecía tener la paz que estaba buscando desde hace tanto. Acarició su cabello, apartándolo de su cara.
Sus pestañas negras escondían aquellos ojos que tanto le gustaba mirar, que deseaba sanar de aquella tristeza que le gobernaba desde hace tanto.
Sintió la tensión del cuerpo del pelinegro mucho antes de que sus ojos le atraparan. Por un segundo pareció confundido, y lentamente el calor empezó a desprender de ellos.
-¿No puedes dormir?- preguntó aún somnoliento.
-ya casi es hora de despertar de todos modos,- se justificó el pequeño con voz dulce.
Ohm asintió, no muy convencido, y su rutina de todas las mañanas inició. Le encantaba ver a Fluke pulular por la habitación, luego de que aceptara mudarse hacia casi un mes.
Todo había estado sereno desde que volvieron del lago. El pelinegro todavía le daba un poco de pánico la forma tan sencilla en la que se dieron las cosas.
La expresión de Fluke era un recordatorio silencioso de que existía la calma antes de la tormenta, y de que aquella paz de la que disfrutaba hasta el momento podía evaporarse en un instante.
Miró la fecha en la pantalla de su teléfono y entendió todo. Era el día que esperaban desde hace mucho tiempo.
-Thanakrit—
-Seguro nos están esperando en la mesa,- se apresuró a intervenir Fluke, -deberíamos ir.
Ohm mordió el interior de su mejilla. No estaba acostumbrado a no decir nada, pero sabía que no era el momento para elegir una pelea.
Salieron de la habitación, resignado, y el desayuno corrió como cualquier día normal. Fluke dijo lo que de suponía, sonrió cuando se suponía.
Ohm depositó un suave beso en sus labios antes de salir con el grupo para empezar su día, pero sentía dentro de sí que las cosas no iban bien.
Cerca del mediodía vio la camioneta aparcar frente a la casa, y lo tomó como una señal para descansar. Sabía que Fluke lo querría cerca, aunque no lo pidiera en voz alta.
Entró por la cocina y caminó directo hacia el estudio, no tardó mucho en escuchar las voces de los presentes. Thanakrit le explicaba a Fluke los detalles de su divorcio, mientras su padre escuchaba atentamente.
Ohm planeaba tocar a la puerta, hasta que las palabras de su padre le detuvieron.
-ahora que esta divorciado, podemos hablar del otro asunto,- murmuró Arawat con voz seria, -asumo que tu padre envió los papeles.
-están aquí, señor,- le escucho decir al abogado, antes de una ligera pausa. -solo tendría que firmar aquí para iniciar el trámite.
-¿Qué trámite?- Fluke sonaba confundido, nada del alivio que el pelinegro pensó que sentiría.
-Thanachar trabajó con nosotros mucho tiempo,- le explicó Arawat, -vivía una vida sencilla que le permitía invertir su dinero de forma inteligente.
-¿Eso que tiene que ver conmigo?- continuó Fluke.
-Tu hermano sabía que iba a morir,- musitó Thanakrit con suavidad, -y sabía que estabas allá afuera, así que hizo arreglos para ti.
Ohm podía escuchar las páginas ser pasadas una detrás de otra, y su angustia creció. Sabía las cosas que Thanachar hacia con su dinero, pero no había pensado en eso en mucho tiempo.
-¿Qué se supone que haga con todo esto?- murmuró Fluke después de un tiempo, -no necesito este dinero.
-Puedes hacer lo que quieras,- contestó Arawat con simpleza, -invertirlo, comprar propiedades, ir a la universidad.
Ohm podía sentir el pánico crecer en su pecho, haciendo que le costara cada vez más respirar. Se iría… compraría otra vida lejos de él.
Empujó la puerta, y los ojos grandes de Fluke se posaron en los suyos. Se veía como un venado al ver los faros de un camión aparecer. No veía miedo en su rostro, solo vergüenza.
El pelinegro se acercó a zancadas y lo tomó del brazo, arrastrándole hacia las habitaciones. Abrió y cerró la puerta de su cuarto intentando contener lo que sea que se estaba desatando dentro de él.
-Así que eso es todo,- espetó con más rudeza de la que suponía, -tomaras el dinero y te iras.
Fluke parpadeó, tratando de asimilar lo que estaba pasando, y cruzo los brazos sobre su pecho.
-¿Qué estas diciendo?- intentó, -ni siquiera sabía que ese dinero existía hasta hace cinco minutos, por supuesto que no se que haré con él.
-No soy idiota, Fluke,- continuó Ohm, con una nota de desesperación en su voz, -aun cuando todo está bien entre nosotros, se que sigues deseando irte.
Fluke retrocedió, pero no había ofensa en su rostro, solo vergüenza. Si debía ser honesto lo había pensado más de lo necesario.
-No es que quiera irme,- le explicó en voz baja, -adoro este lugar, te amo a ti—
-Pero…- le interrumpió Ohm, sabiendo que había algo más.
-Siempre he dependido de alguien,- le soltó Fluke, dejándole entrar a su cabeza por un minuto, -Thanachar, Jassada, el rancho… siempre alguien ha sido responsable de mi, y tomado decisiones por mí.
-tienes toda la libertad que quieras aquí.- le reprocho Ohm, intentando convencerle.
-¿la tengo?- le cuestionó el pequeño, -desde que me levanto hasta que me duermo, todo mi día esta planeado. A que hora como, cuantas horas trabajo, el tiempo que puedo pasar contigo antes de que te desmayes del cansancio.
Ohm retrocedió esta vez, entendiendo lo que quería decir. Había trabajado mucho las últimas semanas, luego de una serie de eventos desafortunados, su padre había aceptado por fin dejar ir a Jo.
Boss se ofreció a cubrir el trabajo extra en la veterinaria, pero habían quedado con un hombre menos, y se sentía responsable por causar todos esos problemas.
No se dio cuenta de lo mucho que le había descuidado, no sabía que Fluke era tan infeliz con lo que podía darle. Se había confiado.
Creyó que la vida que le ofrecía era buena, que aquello sería suficiente… pero no era así, tal como no había sido así para su madre.
-vas a irte.- susurró.
-no nos apresuremos,- intentó el pequeño, tratando de tomar sus manos, pero Ohm parecía no responder. -todavía no se que es lo que quiero hacer.
-si te cuesta decidir, deberías irte,- espetó el pelinegro, soltándose de su agarre. -si querer estar conmigo no es lo suficiente, quizás debas intentar ser feliz en otro lugar.
-Ohm…
-debo volver al trabajo,- murmuró con la cabeza baja. -la cerca… yo tengo que…
-por favor, amor- intentó otra vez, -hablemos sobre esto.
Ohm le sostuvo la mirada, y Fluke pudo ver la pena dentro de ellos. Algo lo devoraba por dentro, y mordía su labio inferior, tratando de retener las lágrimas.
-No puedo.- susurró antes de quebrarse, alejándose.
Fluke le observó marcharse, queriendo correr detrás de él, queriendo decirle que lo amaba con locura, pero sus piernas se negaron a moverse.
No le podía mentir y decirle que la idea de irse no le parecía atractiva. Lo amaba, pero quería experimentar lo que significaba pararse sobre sus dos pies.
Se sentó en la cama, desilusionado. No podía privarse de la oportunidad que tenía, no podía negarse ser independiente por lo menos una vez en su vida.
Caminó de vuelta a la oficina, a sabiendas de que aún le esperaban. Debía resolver aquel asunto, antes de tomar cualquier decisión.
Afuera, el pelinegro no lograba concentrarse en el trabajo, y terminó escondiéndose en el último lugar donde sabía que le buscarían.
-No pensé en recurrir a ti,- murmuró, sentándose en el suelo, con la espalda contra la pared de madera, -pero algo de bueno debes tener si siempre recurre a ti.
El corso le miró, como si entendiera lo que estaba pasando. Se acercó lentamente y dejó caer su pesada cabeza sobre el muslo de Ohm, en un intento de consolarle.
-se quiere ir,- continuó, acariciando al animal, -se quiere ir y no se que hacer para retenerlo.
Se quedo en silencio un rato, dejando caer la humedad de sus ojos. Hacia mucho que no se permitía llorar, pero no podía retenerlo más.
Lloró. Lloró como hace años no lo hacía. Lloró como no se lo había permitido desde que su mejor amigo murió hace casi dos años. Lloró como cuando su madre se marchó sin mirar atrás.
Lucifer se acercó a su rostro y lamio su rostro, haciéndole estallar en risas. Jamás pensó que sería justamente aquel perro el que intentaría consolarle.
Cuando ya pudo calmarse, Lucifer volvió a ajustar su cabeza sobre su regazo, ganándose que el pelinegro rascara el espacio entre sus orejas.
-quizás deberías aceptarlo,- Ohm detuvo lo que hacía y miró al perro con sorpresa, -quizás deberías darle el beneficio de la duda.
Ohm levantó la mirada y se encontró con el rostro de su padre. Volvió a mirar hacia abajo y limpió su rostro frenéticamente.
Nunca le había gustado llorar frente a su padre.
Arawat se adelantó y se sentó en la pared frente a su hijo. No fingió no darse cuenta de que estaba llorando. Sus ojos y nariz enrojecidos le dejaban en evidencia.
-pensé que estarías ocupado con los detalles del dinero,- murmuró con voz ahogada, -¿qué haces aquí?
-Estoy seguro que Thanakrit puede encargarse de eso,- contestó sin dejar de mirarle, -Fluke es un muchacho inteligente, podrá seguirle el paso.
Ohm asintió, intentado disimular el nudo en la garganta, y el ardor que sentía en sus ojos.
-no deberías retener las lágrimas,- comentó con voz calmada, -es malo para el corazón.
Ohm intentó negarse, pero no pudo hacerlo más. Lloró, cubriendo su rostro con su sombrero. Los sollozos se hicieron más frecuentes y más altos, hasta que se detuvieron totalmente.
-Fluke no te esta abandonando.- musitó su padre con el mismo tono calmado. -que quiera tener más opciones, no quiere decir que no le guste lo que tiene aquí.
Ohm asintió, limpiando su rostro con el dorso de su manga, pero no se encontraba del todo convencido.
-¿lo amas?- insistió su padre, logrando que asintiera otra vez, -entonces confía en lo que sientes por él, confía en que no te dejará atrás.
-no quiero perderlo,- aceptó con voz quebrada, -no es justo, no es justo que siga perdiendo a todos los que amo… no es justo.
Arawat se adelantó y se sentó a su lado, atrayendo su rostro hacia su pecho, entendiendo que debía sacarlo todo. Ohm gimoteaba, dejando caer lágrimas sobre la camisa de su padre.
Arawat suspiró, acariciando la cabeza de su hijo, algo que nunca había hecho antes.
-no quiero que cargues con todo esto,- le dijo en voz baja, -tu madre… no estaba bien, y yo falle en darle la ayuda que necesitaba, y Thanachar jamás te hubiese dejado si le hubiesen dado la opción.
Ohm volvió a asentir, intentando calmarse nuevamente. Su pecho se sentía liviano, y el toque cálido de su padre era reconfortante.
No sabía lo mucho que necesitaba escuchar aquellas palabras. No sabía que necesitara tanto de su padre en aquellos momentos.
-lamento haber tardado tanto en tener esta conversación,- se disculpó, -lamento no estar para ti en todo este tiempo.
-te amo,- musitó Ohm, dejándole saber algo que había tenido adentro desde que era un niño, -eres un buen padre.
Se quedaron tirados en aquel lugar, disfrutando del silencio que los envolvía, hasta que los ronquidos del corso les hicieron reír.
El animal se levantó, y les miró a ambos ofendido, antes de levantarse, estirarse perezosamente y volver a su esquina del establo.
-creo que alguien nos está echando,- apuntó Arawat, levantándose del suelo, -será mejor volver a la casa.
-tengo mucho para hacer aún,- intentó Ohm, levantándose también, -debo—
-debes volver con tu novio, y arreglar las cosas,- le reprendió su padre, -no quieres que se vaya, aférrate.
Ohm asintió y sonrió. Arawat le miró con ilusión, por primera vez, su hijo, sonreía para él.
De regreso en el rancho, Fluke veía el sobre con la documentación que Thanakrit había preparado para él, sentado en la cama.
Hace casi un año había llegado al rancho sin un peso, y ahora tenía una pequeña fortuna en sus manos.
Sentía un agujero en el estómago del tamaño de una pelota de fútbol, incapaz de tomar una decisión que no lo alejara de Ohm.
Sin previo aviso, la puerta de la habitación se abrió, y el pelinegro apareció frente a él.
Caminó apresurado hasta él, se arrodilló, aferrándose a su cintura, escondiendo su rostro en su pecho.
-estoy aquí,- le dejó saber, abrazándose a él, -lo que quieras hacer, a donde quieras ir, estoy aquí, para ti.
Fluke sonrió, sintiendo como el peso qye había sentido en el último mes, derretirse como si nunca hubiese estado ahí.
No sabía que había pasado para que cambiara de opinión, pero se sentía agradecido por todo el amor que sentía en aquel momento. No se había equivocado, Ohm era el amor de su vida.
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Cumplir una Promesa
FanfictionOhm solo tenía una meta en la vida. Vivir con tranquilidad, y durante mucho tiempo pudo mantener su cometido, hasta que la tragedia tocó a su puerta acompañado de un muchacho flacucho de veinte años. Ahora, con una nueva responsabilidad a cuestas...