XXI

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Ohm sentía el calor emanar de su bolsillo derecho. Hacia ya un mes que cargaba el anillo sobre él, y cada vez que se sentía preparado para hacerlo, las palabras de Fluke resonaban en su mente.

Libertad. Luego de tantos años de atropellos, de desatinos, decepciones y depresión, Fluke solo quería la paz que la libertad le traería.

Metió la mano en su bolsillo, y atrapó el anillo con fuerza, tratando de hacerlo desaparecer. No debía caer en la tentación de preguntárselo, no cuando estaban a punto de celebrar su divorcio.

La puerta de la habitación se abrió, paralizándole, Fluke sonrió al verle. Una sonrisa tan brillante que le hizo olvidar todo aquello que le preocupaba en aquel momento.

-Estas aquí, amor- le dijo acercándose, -te he estado buscando.

Ohm saco la mano de su bolsillo, tomó el sombrero de la cama y se lo acomodó, antes de acercarse a el y atraparlo entre sus brazos, todo estaba bien siempre que estuvieran así.

-Me encontraste.- susurró para él, depositando un suave beso en su mejilla.

-Necesito comprar algunas cosas en la ciudad,- le explicó, haciendo un puchero. -no consigo que nadie me lleve.

Ohm le lanzó una mirada incrédula, había utilizado eso como arma últimamente. Sabía que le diría que si a cualquier cosa con tal de verle alegre otra vez. Pequeño tirano.

-lo que quiera mi príncipe.- susurró, besando su nariz.

Fluke no lograba acostumbrarse a las expresiones de afecto del pelinegro, y al mismo tiempo, estaba seguro de que no podría vivir sin aquello.

Tomó la mano de Ohm, entrelazando sus dedos y tiró de él con suavidad. El le dejó hacer, como le permitía todo desde hace semanas.

Alcanzaron la entrada de la casa y el auto los esperaba. Ohm abrió la puerta del copiloto y le ayudo a subir, haciendo sonreír al pequeño aún más.

Se apresuró a sentarse tras el volante, y se encaminaron hacia la ciudad, hablando de todo. Ohm no solo disfrutaba de su compañía, le agradaba la forma tan abierta en la que Fluke detallaba su día mientras viajaban.

Lo extrañaría, aquellos ojos brillantes, aquella sonrisa encantadora, pero lo apreciaría el tiempo que le tuviera junto a él, y le mimaría sin restricciones.

Al llegar al centro, Ohm se encaminó hacia el centro comercial, pero Fluke lo detuvo, antes de colocar una dirección diferente en el GPS.

El pelinegro le siguió sin hacer preguntas, y luego de algunos minutos, se adentraron en una zona residencial particularmente hermosa.

El GPS los llevó frente a uno de los pequeños edificios que adornaban el área. Fluke saltó del auto en cuanto tuvo la oportunidad, y el pelinegro no tuvo opción más que seguirle.

Le observó sacar las llaves de su bolsillo y abrir la puerta principal, antes de tomar su mano y arrastrarlo por un largo pasillo, hasta los elevadores.

Ohm se sentía nervioso. No tenía idea de que hacían allí, ni con que se encontraría una vez llegaran a su destino. Fluke en cambio lucía emocionado.

Llegaron al piso número 4 y Fluke, continuó guiándolo hasta la tercera puerta a la derecha. Volvió a sacar el mismo juego de llaves y dio dos vueltas en la cerradura antes de empujar la puerta y abrirla.

Ohm le siguió, adentrándose en lo que parecía ser  un apartamento de dos recamaras. Era pequeño y al mismo acogedora y brillante, como él.

Sintió celos instantáneamente. Aquel pequeño lugar le definía, cada uno de los rincones estaba decorado por el pequeño, algo que se había rehusado a hacer en el rancho.

Cumplir una PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora