XI

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Fluke aún temblaba cuando regresaron al auto, y una vez más, Ohm se encontraba fuera de su elemento. No sabía que decir, no sabía como hacerle sentir mejor.

No quería presionarlo, eso era un hecho, pero las palabras de aquel muchacho seguían resonando en su cabeza.

Un esposo. Fluke tenía un esposo, del cual estaba aterrado.

Se inclinó para colocarle el cinturón, pero Fluke se recogió en el asiento, tratando de alejarse de él, lo cual lo forzó a retroceder.

-conejito,- murmuró con suavidad, provocando que Fluke se relajará un poco, -solo quiero colocarte el cinturón, ¿puedo acercarme?

Por primera vez desde que entraron en el auto, Fluke levantó la mirada. Sus ojos y nariz estaban enrojecidos de tanto llorar, y podía ver el dolor en ellos.

Ohm acercó su mano lentamente, y acarició su cabello. Fluke se dejó hacer antes de levantarse de su asiento y sentarse sobre su regazo, apretándose contra el otra vez.

Ohm acarició su cabello otra vez, antes de bajar la mirada. Sus palmas estaban rojas de tanto clavar su uñas en ellas y su antebrazo tenía marcas de dedos.

No debía involucrarse, se dijo a sí mismo. No era su problema, Fluke no era su responsabilidad, y se iría en un par de meses.

-Ohm…- la voz triste del pequeño le hizo olvidar absolutamente todo.

-Aquí estoy.- le dejó saber, envolviéndolo en sus brazos.

Se mantuvieron así durante un rato, hasta que Fluke se hubo calmado casi por completo, y se devolvió a su asiento.

Manejaron en silencio, donde nuevamente el pelinegro se rehusó a soltar su mano, esta vez por razones distintas.

Al llegar a la cochera, Ohm apagó el motor, pero ninguno de los dos se apresuró a bajar del auto.

El pelinegro le lanzaba miradas nerviosas, pero Fluke parecía ausente. Le recordaba mucho más al niño asustado que llegó a su casa el primer día.

-Fluke…- intentó en voz baja, sin respuesta alguna. -…Fluke…

-no soy estúpido,- musitó, fue tan bajo que a Ohm le costó escucharle. -no estaba enamorado de ese monstruo…

-pequeño…- intentó Ohm, pero Fluke continuó.

-estaba desesperado,- continuó, pero no había tristeza en su voz, solo enojo, -soporte todo lo que pude, porque no tenía a donde más ir.

Ohm lo miró en silencio, inseguro de que decir.

-cuando me negué a casarme… me encerró en su sótano durante una semana,- murmuró, mirando sus manos, -no podía ver la luz del sol, hacía frío… apenas comí.

-Fluke…- el pelinegro extendió su mano.

-No soy estúpido,- repitió el pequeño. -cuando recibí la carta de Thanachar, estaba en el hospital, pero corrí lo más lejos que pude y tomé el primer autobús hasta aquí.

-Fluke…- Ohm alcanzó a rozar sus dedos, cuando Fluke se quitó el cinturón y salió disparado fuera del auto.

Lo vio atravesar el patio bajo la lluvia, pero no se atrevió a seguirle. No tenía palabras para decirle, no tenía forma de consolarle.

Abrió la guantera y tomó una caja  de regalo rectangular. Jugueteó con la caja azul

Le gustaba pensar que no tenía un lado sentimental, pero quería que la primera navidad de Fluke con ellos fuera especial.

Primera… siempre parecía olvidarlo. Fluke se marcharía. En un par de meses, su padre pagaría para que viviera cómodamente en algún lugar de la ciudad.

Miró la caja en sus manos y volvió a meterla en la guantera, antes de salir del auto. Entró a la sala de estar y Noeul tardó un par de minutos antes de iniciar el interrogatorio.

-¿dónde está Fluke?- musitó con nerviosismo, -no hiciste algo estúpido como llevarlo al aeropuerto, ¿cierto?

-Y si así fuera, ¿Qué puedes hacer sentado en ese sillón?- le retó, tomando una manzana del frutero frente a él.

-le diré a papá,- chilló, saltando fuera de su asiento. -estás muerto.

-déjate de joder,- musitó, poniendo los ojos en blanco, -está molesto conmigo, fue al establo a sentarse con Lucifer.

Noeul se relajó, curioso por lo mucho que el pelinegro conocía a Fluke. Volvió a sentarse, y retomó la revista que había dejado, ahora solo era cuestión de esperar.

Ohm caminaba entre la cocina y la sala de estar, visiblemente inquieto.

-puedes ir y hablar con él.- sugirió el rubio, sin quitar los ojos de la revista.

-y tu puedes meterte en tus propios asuntos.- masculló Ohm, mirando por la ventana de la cocina.

-te lo has estado cogiendo desde hace dos meses,- continuó Noeul, con el mismo tono monótono. -no creo que hablar sea más difícil que eso.

Ohm abrió la boca y volvió a cerrarla, sabía que quizás no había sido tan discreto como otras veces, pero no pensó que estaba siendo tan obvio.

-si le dices algo a papá—

-nadie mas lo sabe,- Noeul levantó la mirada por primera vez, -aunque con lo descuidados que son bien se lo pueden pintar en la frente.

Ohm volvió a mirarle y luego a la ventana. Se sentía agotado, cansado de correr, cansado de esconderse… quizás sería más fácil terminarlo.

Caminó por el pasillo que llevaba a su habitación, y se detuvo a dos metros de su puerta. La habitación del pequeño se encontraba abierta.

Miró las paredes, la cama y sus gabinetes. Nada había cambiado. Seis meses luego de su llegada, pero seguía pareciendo el cuarto de huéspedes.

Regresó sobre sus pasos y salió por la puerta de la cocina. El no planeaba quedarse, el no quería quedarse, debía terminarlo.

Al llegar al establo, encontró al pequeño recostado del gran animal, dormido. Lucifer le dio una mirada perezosa y volvió a bajar la cabeza.

Debía hacerlo, se dijo a sí mismo, antes de que más tiempo pasara. Antes de que Fluke y el cayeran aún más profundo en aquel espiral que los había empujado a todo eso.

¿A quien quería engañar? Era él quien había enredado al pequeño en una relación sin futuro. Era él quien dictó las reglas desde el principio, quien quiso reclamarlo como suyo.

Pero luego de dos meses lo único que pudo conseguir fue ser incapaz de dormir sin sentir el cuerpo del pequeño a su lado.

Necesitaba su calor, el olor de su cabello, juguetear con su cabello, llamarlo ‘conejito’ sabiendo que se enojaría. Lo quería todo, lo necesitaba todo.

No fue consciente de los enormes ojos marrones que le miraban, hasta que el pequeño se acomodó sobre Lucifer para verle mejor.

-¿Cómo sabías que estaba aquí?

-múdate conmigo, a mi cuarto.- Fluke le miró confundido, antes de abrir la boca para volver a cerrarla. El propio Ohm no sabía de dónde salieron aquellas palabras.

-¿No… gracias?- musitó Fluke incómodo.

-¿porqué no? Dormimos juntos todas las noches de todos modos.- se sentía estúpido tratando de rogarle, pero no podía soportar que le rechazara.

-creí que no te gustaba lo complicado,- intentó Fluke, -creí que querrías mantener a tu familia fuera de nuestro… arreglo.

Ohm le miró con curiosidad, ¿acaso se avergonzaba de lo que pasaba entre ellos? ¿Acaso era el quien quería terminarlo?

-Volveré a la casa,- murmuró Fluke, levantándose del suelo y limpiando sus jeans, -ayudaré a ma con los arreglos finales para navidad.

Fluke pasó junto a él como si no existiera y un calor peculiar atravesó su nuca.

-hay que terminar.- dijo sin voltearse, haciendo que los pasos del pequeño se detuvieran.

Fluke sintió frío, y lágrimas se acumularon en sus ojos. Sabía que pasaría, lo estaba esperando, pero no tan pronto… no antes de navidad al menos.

-comprendo.- murmuró el pequeño, volviendo a andar en dirección a la casa.

Corrió los pocos metros que quedaban, subió los escalones del porche y entró al ala de habitaciones sin detenerse en ningún lado.

En lugar de girar a la derecha para entrar en la suya, giro a la izquierda, y abrió la puerta. Levantó la mirada y la cerró casi de inmediato, antes de gritar, ‘lo siento’ y meterse a su habitación.

Se recostó boca abajo en la que en aquel momento era su cama, abrazo su almohada, aferrándose a ella y tratando de evitar que las lágrimas salieran.

No tardó mucho en que la puerta se abriera y sintiera el peso de alguien a su lado.

-Lo lamento,- murmuró Noeul, inseguro de que decir, -no quería que te enteraras así.

-Solo hay que ver como se miran,- contestó Fluke tratando de sonreír. Estaba genuinamente feliz por él, -al menos alguien mantendrá a Boss en cintura.

El rubio sonrió ilusionado. Había estado tan involucrado con la situación con su hermano, que olvidó totalmente contarle sobre Boss.

-esta esperando navidad para hablar con pa,- le comentó, -quiere agarrarlo en el mejor humor posible.

-apuesto a que sí,- se burló Fluke, provocando que Noeul lo empujara juguetonamente, antes de acostarse junto a él, -el me terminó.- susurró, abrazándose a la cintura del rubio.

Noeul lo atrajo hacia su pecho, acariciando su cabello.

-Mi hermano es un idiota,- comentó Noeul, inseguro sobre que decir. -ya se le pasará y vendrá arrastrándose.

-No lo creo…- musitó Fluke, sintiéndose pequeño en los brazos del rubio, -…tampoco creo querer volver con él, incluso si me lo pidiera.

No decía ninguna mentira. Jass lo había encontrado. El jamás se detendría. Lo mejor sería hablar con Arawat y marcharse lo más pronto posible de ahí.

Fluke se levantó ya entrada la tarde, y al sentir el calor del cuerpo junto a él, solo por un instante, pensó en aferrarse.

Luego el dolor en su antebrazo se lo recordó. La voz grave y oscura de Jassada tratando de forzarlo a volver.

-¿Qué pasara, cariño?- murmuró Noeul adormilado, -¿tuviste un mal sueño?

-yo…- intentó, levantándose de la cama, y acomodando su cabello. -tengo que hablar con tu padre.

-esta en su estudio,- balbuceó el rubio a medio despertar, -¿pasa algo malo?

Fluke salió de la habitación sin contestarle. Caminó hasta las enormes puertas de roble y tocó dos veces, antes de escuchar la voz de Arawat pidiendo que pasara.

En su cabeza, el pequeño pudo sentir su presencia antes de verle. Estaba ahí, sentado en la silla que miraba hacia su padre.

Ohm no se volteó al escucharle entrar. Fluke dudó antes de avanzar, pero se dijo a sí mismo que no podía cambiar de opinión.

-pa— El pequeño carraspeó, -Arawat, ¿podemos hablar en privado?

Mantuvo los ojos en Ohm, pero este se negó a moverse. Arawat le mostró la silla junto a su hijo mayor, invitándolo a pasar, pero Fluke dudó.

¿Podría hacerlo? ¿Podría decirle que se marcharía frente al pelinegro?

-volveré más tarde,- masculló Ohm, haciéndole sentir incómodo, -cuando tengas un momento libre.

Caminó junto a Fluke, pero hubiese dado lo mismo si lo atravesaba. Por primera vez desde que lo conocía, se sintió invisible.

La puerta se cerró pero Fluke no podía moverse. Sintió que se ahogaba, tal como se había sentido durante la tarde.

-¿Pequeño?- Arawat colocó una mano sobre su hombro, retomando su atención.

-quiero irme,- murmuró, mirándole fijamente, aferrándose a su mano, -por favor… por favor, permita que me vaya.

Arawat exhaló ruidosamente, contrariado. Lo había prometido, le prometió que lo protegería, pero no podía negarle aquello.

-si es por Ohm, yo—

-le prometo que no es así,- intentó Fluke, -yo… simplemente tengo que salir de aquí. Por favor déjeme irme, por favor.

Arawat lo meditó durante un segundo, y asintió levemente con la cabeza.

-Quedate con nosotros hasta que terminen las fiestas,- musitó Arawat, -haré arreglos para que tengas un lugar al cual llegar.

-no es necesario,- intentó Fluke, -tengo suficiente dinero, yo—

-Esa es mi única condición,- espetó Arawat, -si quieres marcharte.

Fluke lo meditó durante un momento. No tenía opciones, solo serían 10 días. Jassada no era tan tonto como para venir al rancho.

El pequeño asintió. Arawat esbozó una sonrisa y lo acompaño de vuelta al salón.

Fluke vio al pelinegro de pie en la ventana, mientras que Boss y Noeul conversaban animados en el sofá.

Esos pudieran ser ellos dos, se dijo a sí mismo, pero no podía seguir mintiendo.

Su relación con Ohm no era mas que un sueño, y la realidad lo había tomado del brazo en la mañana, recordándole su lugar.

Um se acercó con lo que quedaban de los arreglos, para terminar de decorar el salón, y todos se pusieron a trabajar en áreas distintas.

Lo extrañaría, se dijo a sí mismo. Extrañaría aquella calidez que sólo una familia le podía dar.

Cumplir una PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora