III

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Fluke caminaba detrás de Noeul, quien hablaba sin parar, explicando la historia del rancho, pero este no era capaz de registrar nada.

El lugar parecía escenografía de alguna película. Todo era verde opaco y azul pálido, como sacado de una fotografía de paisajes de invierno.

Llegaron hasta la primera estructura y Fluke pudo ver el establo, y la variedad de caballos dentro.

Noeul lo seguía con la mirada, en silencio, mientras inspeccionaba el lugar, claramente sorprendido.

Fluke caminó a lo largo, hasta la mitad de la caballeriza, estudiando cada uno con atención.

-por lo general están afuera,- le explicó el rubio, intentando llamar su atención.-pero se mudan aquí cuando termina el verano.

-son hermosos,- le respondió el pequeño, -¿Cuántos hay?

-doce,- contestó Noeul, casi al instante. -algunos de competencia, otros de trabajo.

Solo habían cinco en el momento, dos caballos de pelaje rojizo, un caballo de pelaje blanco amarillento, uno pardo y uno marrón oscuro con una mancha blanca en el rostro.

-Presumo que el blanco es el tuyo.- continuó, viendo al animal comer.

-¿Soy tan predecible?- sonrió, acercándose y acariciando al caballo. -Anika y yo hemos estado juntos mucho tiempo.

-es hermosa,- repitió el pequeño, sonriendo está vez. Miró al resto de los caballos, enfocándose en el manchado, -¿todos tienen nombre?

-si, y su propia personalidad también. – continuó Noeul, -los animales no son diferentes a nosotros, tienen sentimientos.

-Señor Nuttarat,- ambos chicos se voltearon, un joven moreno de pelo marrón se acercó en busca del rubio. -lo necesitan en la casa principal, llegaron los animales.

-en un segundo,- aceptó Noeul. Se volteó hacia Fluke y sonrió, -tengo que retirarme un momento, ten cuidado.

El pequeño asintió y vio a los dos hombres partir. Miró a los caballos de nuevo, paseando, hasta que una sombra llamó su atención.

Se acercó al final del establo, buscando la sombra, pero retrocedió al darse cuenta de lo que era.

Un perro negro de poco más de medio metro de altura se encontraba alojado dentro de uno de los cubículos.

Sentado, con una gran cadena colgando de su collar, observaba al pequeño con desconfianza, pero no se molestaba en gruñir.

-yo no me acercaría más si fuera tu,- la voz lo tomó por sorpresa, provocando que se volteara.

-Boss,- le reconoció casi al instante. -no sabía que estabas ahí.

-Es un Corso,- le explicó el recién llegado, señalando al animal, ignorando el comentario, -se llama Lucifer.

Fluke desvió la mirada hacia el animal otra vez, quien parecía aburrido. Intentó retroceder, pero Boss avanzó con las manos en los bolsillos, bloqueando su única salida.

-¿Lucifer?- se mofó, intentando aparentar tranquilidad. -¿no les parece un poco extremo?

Boss sonrió y aprovechó para acercarse todavía mas al pequeño. Fluke detestaba la proximidad, pero no podía alejarse de él sin acercarse más al animal.

No era la primera vez que experimentaba aquella sensación. Había llamado la atención de mujeres y hombres desde temprana edad.

Sin embargo, eran estos últimos los que se sentían con la confianza suficiente para entrar a su espacio personal.

-es del señor Ritprasert,- continuó Boss, contestando a su pregunta, -no escucha a más nadie, y aterroriza a los chicos del rancho.

-Puedo ver porqué,- consintió Fluke, analizando las posibles acciones en el caso de que necesitara escapar, -es enorme…

Boss apoyó una mano en el cubículo a sus espaldas, forzando al pequeño a pegarse contra la pared de madera.

-nos gusta pretender que esa cadena lo detiene,- le explicó sonriendo, -pero nadie viene por aquí a comprobarlo.

Fluke sintió el cabello de su nuca levantarse. Estaba cerca, demasiado cerca. Boss estiró su otra mano y acomodó su cabello, congelándolo.

-te he estado observando, - dijo en voz baja, -me alegra que estés mejor.

-Yo…- susurró Fluke, petrificado.

-no tengas miedo,- le pidió el chico frente a él, -solo queria mirarte de cerca. Eres muy lindo, ¿te lo habían dicho?

Fluke tiritaba involuntariamente ante su toque, pero no podía articular palabra. Boss continuó acariciando su cabello hasta que algo les distrajo.

-deberías estar atravesando el condado a esta hora.- la voz llegó de detrás de Boss, y este torció el gesto pero no se movió, -parece que ridiculizarme en frente de ma no te bastó, también tendrías que faltar a tu palabra.

El pequeño aprovechó la intromisión y apartó la mano del chico frente a él, pasando de largo para encarar al recién llegado.

-Noeul estaba—

¿Noeul?- se burló, -¿usaras a mi hermano de excusa cuando ni siquiera esta aquí?- levantó la mirada y de dirigió al pelinegro tras el, -creí que llevarías a Daliah a los potreros.

-Estaba a punto de sacarla.- murmuró el muchacho, pero había descontento en su voz, -solo me tomará un minuto.

-no lo se, te veías bastante ocupado cuando llegue.- debatió Ohm, provocando que pusiera los ojos en blanco.

-nosotros no— intentó Fluke, pero Ohm gruñó en su dirección.

-No estaba hablando contigo.- volvió a interrumpirle, fulminándole con la mirada.

-¿Fluke?- la voz de Noeul le llamó desde la puerta del establo, -¿estás aquí?

El rubio se acercó, inseguro de lo que ocurría. Ambos pelinegros parecían cabreados, y Fluke mantenía una expresión de desconcierto.

-creí que tenias animales que recibir,- se quejó Ohm, volviendo a ver a Noeul. -pero tienes tiempo de jugar al guía turístico.

-no eres mi jefe,- se quejó Noeul, tomando al pequeño de la mano, -ven conmigo,- le murmuró, -hay alguien que debes conocer.

Fluke miró a Boss y luego a Ohm mientras el rubio lo arrastraba fuera del lugar.

Ohm se volteó hacia Boss, quien ahora trabajaba en colocarle el bozal a uno de los caballos marrones para trasladarlo.

-no te basta con todas las chicas del pueblo,- gruñó en voz alta, -no sabia que tenias una preferencia por los chicos también.

-no se como lo hace tu problema,- respondió Boss sin inmutarse, tirando de las riendas del caballo. -y si no te molesta, regresaré al trabajo.

Ohm lo observó mientras se alejaba, pero no agregó nada más. Boss coqueteaba con todo el mundo, era su costumbre, pero no entendía porque estaba molesto esta vez.

Le irritaba la gente irresponsable, se dijo así mismo, mirando al caballo manchado. Nadie había vuelto a montarlo.

De vuelta en la casa principal, Noeul guio a Fluke hasta una la única sección de la casa que se encontraba tras un par de puertas dobles.

Toco dos veces y una voz varonil gritó  ‘adelante’ antes de que el rubio las abriera de par en par y prácticamente lo empujara hacia el interior.

Un enorme escritorio se ubicaba al fondo de la habitación. Habían vitrinas decoradas con listones y trofeos, y estanterías de libros. Era una oficina sin duda, con un enorme ventanal en el extremo derecho.

Un hombre mayor se encontraba detrás del escritorio, y apartó la vista de los papeles frente a él para mirarles.

-Pa,- sonrió Noeul, -este es Fluke.

El hombre apartó definitivamente lo que hacía, al escuchar su nombre e hizo un ademán para que se sentara frente a él.

Noeul lo empujó hasta la silla, le dio una palmadita en el hombre y desapareció cerrando la puerta tras el.

El hombre se quito las gafas que había estado utilizando para leer y se frotó los ojos, luciendo cansado.

-cualquiera diría que a mi edad mis hijos se harían cargo de todo esto,- se quejó en voz baja, -pero uno de ellos pasa todo el día entre animales, y el otro trabaja en el campo como si no hubiera un mañana.

Fluke se mantuvo en silencio, inseguro de que decir. El hombre frente a él sonrió, y extendió una mano en su dirección.

-mi nombre es Arawat Passin Ritprasert,- continuó, -es un placer conocerte por fin.

Fluke estrechó su mano y asintió un par de veces antes de soltarle. Arawat le miró expectante, no entendía aquel prolongado silencio, pero el muchacho no lucía incómodo.

-eres muy distinto a Thanachar.- Fluke pareció reaccionar por primera vez, abriendo los ojos con aparente sorpresa.

-¿por qué lo dice?- quiso saber, al ver que el mayor no agregaba nada más.

-eres un chico de pocas palabras,- le explicó, -Thanachar no se callaba. Importante o no, solía compartir lo que sea que pensara.

-Me cuesta creerlo,- le debatió, enfrentándose a la terrible sensación de que quizás, luego de seis años de no verse, su hermano no era la persona que el recordaba. -pero puede que usted lo conozca mejor que yo.

Arawat sonrió y desvió la mirada, avergonzado por traer a Thana a colación. Había pasado mucho tiempo, y al mismo tiempo muy poco.

Um le había advertido que el muchacho había llegado buscando a Thana, y podía entender lo destrozado que se encontraba en aquel instante.

Carraspeó incómodo, antes de alcanzar una libreta y un bolígrafo, para iniciar lo que parecía una sesión de preguntas.

-¿Cuántos años tienes, hijo?- quiso saber, provocando que Fluke se tensara.

-Veinte, señor,- admitió, -los cumplí hace poco.

-¿estudio?

-Terminé el colegio por correo hace un par de meses.- musitó antes de sonrojarse. -tuve que dejar la escuela un tiempo.

Arawat absorbió cada palabra, pero no hizo comentario alguno. Tomó una carpeta de encima de una pequeña pila y se colocó los lentes para leer antes de continuar.

-Tengo entendido que llegaste aquí para encontrarte con Thanachar,- Fluke asintió, -y que eres consciente de lo que sucedió.

-Yo…- musitó con voz apagada, -yo no…- levantó la vista hacia la enorme ventana y volvió a callar. Debía ser mediodía pero el ambiente era gris.

-Lo siento,- musitó Arawat, alcanzando su brazo, -Thana era un buen chico.

Fluke recogió ambas manos, soltándose de su agarre con algo de brusquedad y bajo la cabeza.

Arawat devolvió sus propias manos a su lado de la mesa, pero no parecía ofendido.

Tomó un largo suspiro y continuó.

-¿cuáles son tus planes, Fluke?- quiso saber, -¿tienes una casa o familia a la cual regresar?

Fluke no dijo nada, aunque ambos sabían la respuesta. Había llegado casi muerto al rancho hace algunas semanas y se había mantenido en cama.

No había hecho o recibido llamadas y nadie había llegado al rancho buscándole. Thana era su última oportunidad y ahora se encontraba solo.

La realidad de su situación empezó a ponerle ansioso, pero no fue hasta que vio la figura del mayor de los hermanos Ritprasert cerca de los establos, que se atrevió a formular palabra.

-Quiero irme,- le informó Fluke, sin contestar a su pregunta. -regresaré a la ciudad.

-no tienes por qué tomar esa decisión en este momento,- le dejó saber Arawat, -puedes quedarte en el rancho hasta que tengas un plan.

-No, gracias,- insistió Fluke, recordando la promesa que le hizo a Ohm. -quiero irme, de ser posible hoy mismo.

Arawat se reclinó en su asiento y cruzó los brazos sobre el pecho, estudiando al chico. No entendía el porqué de su actitud, pero no necesitaba una razón.

-Si es lo que quieres, no tengo forma de retenerte,- musitó, mientras Fluke asentía, -o tal vez si.

Fluke le miró confundido, y el hombre sacaba una hoja de la carpeta frente a él y se la extendió. Eran los honorarios del doctor Nawat.

-esto es…

-no soy un hombre que acepta un no con facilidad,- le explicó, -y creo que lo mejor sería quedarte un tiempo con nosotros.

-me está chantajeando,- murmuró Fluke con resentimiento en la voz, -sabe que no puedo pagar este dinero.

-por supuesto que no, que clase de persona haría algo como eso,- le sonrió Arawat, -solo me parece justo que pagues tu deuda con trabajo duro.

-no se nada de trabajar en un rancho,- reprochó Fluke, al borde de las lágrimas. -y su hijo mayor me odia.

-Ohm odia a todo el mundo, incluyéndome,- aceptó el hombre con serenidad, -y no trabajaras para el, trabajaras para mi.

Fluke soltó un suspiro de impotencia, pero no se negó esta vez. Arawat aprovechó la oportunidad para continuar, tomando el papel de sus manos.

-trabajaras aquí durante un año,- expresó con jovialidad, -recibirás un salario, del cual descontare tu cuenta. Conservaras tu habitación, tendrás comida tres veces al día, y contaras con un seguro médico.

Fluke se sentía avergonzado. Era obvio lo que el señor Ritprasert estaba intentando, pero eso solo logró alimentar la idea de que se estaba convirtiendo en una carga.

-¿por qué está haciendo esto?- indagó con voz ahogada, -usted no me debe nada.

-Quizás yo también tengo una deuda que saldar,- murmuró, colocando los papeles a un lado, y tomando otra carpeta, -ahora retírate, tengo documentos importantes que quiero revisar antes de que—

La puerta se abrió con brusquedad y un muy enojado Ohm entró, cerrándola con la misma intensidad tras el.

Fluke miró al pelinegro, quien le fulmino con la mirada antes de ver a su padre con resentimiento.

-Fluke,- le pidió Arawat llamando su atención, -por favor, déjame a solas con mi hijo.

El pequeño asintió y se levantó de la silla con dificultad. Dio un par de pasos en la dirección en la que Ohm se encontraba, pero al igual que en la mañana, el muchacho ignoraba su presencia.

Continuó su camino y cerró la puerta tras el. Miró a su alrededor, pero ya veía el rancho de la misma forma.

De ahora en adelante, aquel sería su nuevo hogar, pero… sentía que acababa de vender su alma para conseguirlo.

Cumplir una PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora