XVI

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Ohm dejó caer sus llaves sobre el mostrador de la cocina, junto a su sombrero. No se suponía que debía regresar por otra semana, pero no pudo evitarlo, no creía soportar estar lejos de él durante más tiempo.

-cariño,- la voz de Um le tomó por sorpresa, estaba envuelta en un bata, el ruido debió despertarle, -no te esperaba, te prepararé algo para comer.

-esta bien, ma,- musitó, -comí algo antes de salir, lamento despertarte.

-sabes que no estoy tranquila cuando viajan tan entrada la noche, hijo mío,- le reprochó antes de que Ohm la comprara con un sonoro beso en la mejilla, -ahora ve a acostarte, debes estar cansado.

El pelinegro la siguió con la mirada mientras desaparecía en el pasillo que llevaba a las habitaciones, pensando en la razón por la que se le ocurrió regresar.

Aquel sueño continuaba atormentándole, incluso cuando creía que lo había superado. No podía. La sola idea de perderle le aterraba, le aterraba lo suficiente como para humillarse con tal de tenerle.

Respiró profundamente antes de avanzar. Se lo diría. No importa que tanto le aterraran aquellas palabras, no seguiría callando. Abriría su corazón, y se arriesgaría una vez más al dolor que venía con perder a quien amaba.

Giró la perilla del cuarto del pequeño, y empujó la puerta con suavidad, pero no estaba preparado para lo que encontraría.

Colocado sobre la cama se encontraban distintos conjuntos, había estado eligiendo ropa. No se tomaría el trabajo si no estuviera interesado.

Escuchó el motor del auto, y el crujir de la gravilla bajo los neumáticos, guiándole hacia la puerta principal.

No había encendido las luces al llegar por lo que el silencio se respiraba dentro de la casa, a diferencia de las risas que provenían de los pasajeros.

Miró a Fluke reír luego de mucho tiempo, tiempo en el que él era la fuente de su alegría.

Thanakrit tomó su mano y caminaron sonrientes hacia el porche, conversando entre ellos.

-la pasé muy bien hoy,- le aseguró el abogado, -deberíamos repetirlo cuando vuelva a la ciudad.

-tienes mi número,- le aseguró el pequeño aun sonriendo, -podemos repetirlo cuando quieras.

Thanakrit se acercó y acarició su mejilla, haciendo a Fluke retroceder ante el roce, sembrando nueva esperanza en el pelinegro.

-lo lamento,- musitó en respuesta al movimiento, -no debí… lo siento.

Fluke asintió ligeramente y se acercó, tomando su rostro. Ohm caminó hasta la puerta de vidrio y tomó el pomo, pero no se atrevió a salir.

Debía dejarlo ir, se dijo a sí mismo, era lo que el había pedido… era lo que él…

Fluke se acercó y depositó un suave beso en la mejilla del abogado, haciendo al pelinegro retroceder. Se había quedado sin opciones.

-eres un buen hombre, Thanakrit,- musitó el pequeño, logrando que se detuviera, -mereces a alguien que pueda darte todo sin ataduras.

Thanakrit asintió, claramente decepcionado y acarició su cabello, antes de señalar hacia la puerta.

-Esta haciendo frío,- musitó con una media sonrisa, -deberías entrar.

-¿te veré mañana?- quiso saber Fluke.

-tengo un caso mañana en la tarde,- le explicó lo mejor que pudo, -tendré que partir esta noche, pero si alguna vez…

-Lo sé,- sonrió el pequeño, -serás mi primera llamada, si algún día sucede.

Fluke caminó hasta la entrada y se dio la vuelta una última vez para despedir al abogado, antes de que su expresión brillante desapareciera.

Estaba exhausto. Había aceptado salir con Thanakrit por el cariño que había recibido de su parte las últimas semanas, pero extrañaba a Ohm con locura.

La misma locura que le dejó frío al atravesar la puerta y encontrar al pelinegro sentado en el sillón, con lo que parecía un trago de whisky en la mano.

Se mantuvo en silencio, intentando descifrar si su cerebro le jugaba una mala broma, hasta que Ohm hizo sonar el hielo en su vaso.

-¿Que tal tu cita?- preguntó con un tono apacible y sombrío, en medidas iguales, -divertida, supongo.

-Thanakrit es un hombre muy agradable,- respondió Fluke, intentando esconder el temblor en su voz, -por supuesto que lo fue.

Ohm dibujó una sonrisa irónica, antes de llevar el vaso a sus labios nuevamente.

-se lo agradable que puede ser.- espetó con dureza, bajando el vaso nuevamente, -es una fecha especial después de todo, San Valentín. No sabía que te esforzarías tanto en olvidarte de mí.

El pequeño se congeló. No había pensado en aquello cuando aceptó la invitación, y no contaba con que Ohm volviera justo aquella noche.

Una parte de él sabía que estaba ebrio y que no debía entretener aquellos pensamientos, dándoles una respuesta, pero las palabras salieron mucho antes de que pudiera detenerlas.

-El mundo no gira a tu alrededor, ¿lo sabías? Y que si quiero tener un San Valentín agradable, - masculló enfadado, -cualquier relación que decida tener con el o con cualquier otro hombre no es de tu incumbencia.

Ohm miró hacia la ventana, intentando mantenerse sereno. Se lo merecía, cada palabra que el pequeño quisiera decir. Había sido un cobarde.

-Tienes razón,- musitó, para sorpresa de ambos, -no quiero pelear más contigo.

Fluke apretó los puños, irritado por la forma en la que Ohm se había rendido, pero no caería en su juego.

-yo tampoco quiero pelear,- intentó, apretando la mandíbula, -deberíamos intentar ser amigos, por el bien de todos.

Ohm soltó una risa cantarina antes de bajar el vaso ya vacío, y levantarse del sillón.

-extraños, conocidos,- musitó acercándose, -amantes, novios, desconocidos…- dejó circular la palabra entre ellos, tomándolo de la cintura, -podemos ser lo que tu quieras, ya lo hemos sido todo.

Fluke lo empujó con suavidad, colocando distancia entre ambos. Podía sentir el whisky en la boca del pelinegro, junto a su fragancia varonil. Ohm sabía como enloquecerle.

-iré a recostarme,- musitó apenas audible, tratando de no respirar si esencia, -nos vemos mañana.

Ohm le soltó sin oponer resistencia y le permitió continuar su camino hacia la habitación.

Casi dos horas luego de haber entrado, escuchó un suave golpeteo en su puerta, entendiendo finalmente que no lo dejaría en paz.

Fluke giró el pomo, aún adormilado, y un Ohm muy ebrio llevando solamente boxers negros se asomó en la puerta.

-¿Qué demonios?- siseó en vos baja, consciente de que la habitación de Arawat estaba a pocos metros de la suya.

-no puedo dormir,- musitó el pelinegro con fingida inocencia, -y tengo mucha calor.

Fluke fue consciente de las ropas arrojadas a lo largo del pasillo, y lo que parecían pasos provenientes de la habitación de Um hicieron eco en la casa.

Salió disparado, recogiendo todo, desde las botas hasta su sombrero y empujó al pelinegro dentro de su habitación para luego cerrar la puerta.

-Ohm,- exclamó entre susurros, -vístete por favor, te llevare a tu cama.

Ohm le ignoró por completo y se recostó en el que había sido su lado de la cama durante mucho tiempo.

Fluke puso los ojos en blanco y apretó la mandíbula, intentando mostrar su descontento.

-Ohm,- repitió un poco más fuerte, poniendo las ropas a un lado, y apartando los conjuntos de la cama, y acercándose suavemente, -levántate, tienes que irte.

Antes de que el pequeño pudiera añadir cualquier cosa, Ohm tiró de su brazo, provocando que cayera de bruces sobre el, para luego recostarlo en el colchón.

Fluke observó el dolor en sus ojos, mientras que su mano acariciaba su rostro con dulzura.

-solo esta noche,- murmuró, -amigo.

Fluke le apartó con suavidad, y asintió antes de acomodarse en su lado de la cama, dándole la espalda.

-solo esta noche,- murmuró malhumorado. Ohm sonrió para si, y se arrimó al cuerpo del pequeño, abrazándole por la espalda. Fluke se resistió y se soltó de su agarre, sin mirarle, -te marcharas por la mañana, y quédate de tu lado.

La resolución del pequeño le hizo sonreír. Estaba ahí, ese deseo por mantenerle junto a él y darle límites al mismo tiempo. Muy entretenido.

A la mañana siguiente Fluke despertó solo. Tal como lo prometió, Ohm se marchó al amanecer, pero esta vez era distinto.

Sobre la almohada del pelinegro había una caja azul de terciopelo, con una nota que decía: “Lamento la tardanza. feliz navidad, amigo”

Dentro de la caja había una gargantilla plateada de la cual colgaba un dije en forma de conejo. Fluke no pudo evitar sonreír ante el presente, y corrió hasta el espejo para colocárselo.

Quiso maldecirlo al ver la facilidad con la que ponía una sonrisa en su rostro. Pero se había prometido que no se lo pondría tan fácil esta vez. Si lo quería, debía conquistarle.

Se baño y alistó para el desayuno y se encontró con Noeul, Arawat y Um en el desayunador, quienes le saludaron animadamente.

Luego de que ma colocara un plato frente a él, Boss y Ohm entraron por la puerta de la cocina, charlando sobre la reconstrucción del establo.

-Buenos días para ustedes también,- se quejó Noeul, provocando que Boss le plantara un beso en los labios antes de tomar su plato. -eso está mejor.- consintió el rubio, volviendo a su desayuno.

La mirada del pequeño se posó sin querer en el rostro del pelinegro, provocando que se sonrojara al notar que el también le estaba mirando.

Bajó la mirada hacia su plato, y espero paciente a que Ohm se sentara en la única silla disponible, a su lado, pero los labios del pelinegro contra su mejilla, le sobresaltó.

Todos en la mesa se detuvieron, inseguros de cómo reaccionar. Ohm no era una persona cálida, en especial frente a ellos, sin contar la persecución al autobús del pequeño.

-Ohm…- musitó Fluke, lo cual bien pudo confundirse con un susurro.

-creí que también querrías un beso de buenos días,- sonrió con naturalidad, alcanzando el plato que Um le ofrecía.

Fluke se enfocó en los rostros de todos, quienes volvieron a su desayuno, sin esconder sus sonrisas.

Aquella mañana fue un reflejo de lo que fue el siguiente, haciendo cada vez más consciente al pequeño de las atenciones de Ohm, y más consciente a la familia de las intenciones del pelinegro.

Con el cambio de temporada también vino el periodo más ocupado dentro del rancho, y con este caras familiares que se quedarían por los siguientes seis meses.

Arawat reunió a sus hijos en la oficina para discutir los planes del funcionamiento apropiado del rancho, pero había un tema del que no parecían avanzar.

-yo quiero ser quien elija a los cuidadores de estos meses,- insistía Noeul, -siempre eligen a las mismas personas y yo termino haciendo todo el trabajo.

-no está abierto a discusión,- se plantó Arawat, -conoces mi postura ante los recortes, no echaré a nadie.

-de acuerdo,- intentó el rubio, -no insistiré más con el tema, si no traes a Jo de vuelta.

Por primera vez Arawat entendió lo que pasaba y miró de inmediato a su hijo mayor, quien no había dicho ni una palabra en toda la reunión.

-Jo es el único veterinario en el que confío mis animales aparte de ti,- continuó su padre, -no lo pondré en la calle a menos que exista una buena razón, y quiero pensar que no habrá buenas razones este año.

Ohm se removió incómodo, y carraspeó antes de asentir. No necesitaba mirarle para saber que su padre se dirigía a el.

Arawat miró el descontento en su hijo menor y dejó salir un enorme suspiro antes de continuar.

-ya les hable como su jefe,- inició, ganando la atención de ambos, -ahora les hablaré como su padre.

Miró primero a Noeul quien era el más impulsivo de ambas y desde donde estaba sentado, Arawat podía escuchar los engranajes de su cabeza moverse.

-no quiero espectáculos en mi rancho,- los ojos de Noeul se abrieron completamente, antes de tensar la mandíbula, -sus sentimientos personales no tienen cabida en el trabajo, y no haré de este lugar un circo.

Noeul asintió y salió del despacho hecho una furia, mientras que su padre no pudo evitar negar con la cabeza levemente.

Cuando Ohm se levantó de la silla, su padre carraspeó antes se continuar.

-y en cuanto a ti,- su hijo mayor volvió a sentarse, fastidiado, -en el pasado nunca me ha interesado a quien metes en tu cama, pero si hieres a ese muchacho yo mismo lo llevare al otro lado del país.

-no es asun—

-Es una promesa, Thitiwat,- masculló su padre, -si tengo que elegir entre la felicidad de mi hijo y el bienestar de Fluke, te haría miserable cualquier día.

Ohm cerró la boca enfurruñado, su padre no hacía promesas vacías. Tomó el silencio de Arawat como la señal para marcharse, tratando de ignorar el problema entre manos.

Serían los nueve meses más largos de su vida.

Cumplir una PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora