IV

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Fluke miraba fijamente el reloj en la pared de su cuarto. Desde que comenzó a trabajar para Arawat el tiempo parecía andar más lento.

No podía quejarse, después de todo las pocas semanas que había pasado con su trabajo le había dado propósito y disfrutaba lo que hacía.

Todo hasta que se encontraba con el mayor de los hermanos Ritprasert. Su piel se erizaba al sentir sus ojos sobre el, como dos dardos venenosos.

Noeul, Arawat y Um intentaron mediar la situación, pero Ohm no parecía querer cambiar de opinión. Su sola presencia era suficiente para arruinar el día del pelinegro.

Así que hay estaba, escondiéndose como un perrito de la pradera, haciendo todo lo posible para no toparse con el coyote.

Tic, toc, tic, toc. Llegaron las ocho, y como si de una máquina se tratase podía escuchar los pasos de las botas de los chicos contra el piso de madera mientras se marchaban.

Cuando el silencio volvió a la casa, se acercó al desayunador y Um le alcanzó el plato que guardaba para él.

-No puedes seguir escondiéndote,- murmuró la mujer, se encontraba de espaldas lavando los trastes. -tarde o temprano tendrá que enfrentar el hecho de que no vas a ninguna parte.

-No lo se,- musitó el pequeño en respuesta, -me agrada poder disfrutar de mi desayuno sin sentir sus ojos sobre mi.

-Ohm es un chico gentil,- continuó Um con voz suave, -le cuesta aceptar los cambios eso es todo.

-Puedo notar que es todo un primor.- se quejó Fluke, poniendo los ojos en blanco. -en especial lo dulce de sus palabras.

Um sonrió y negó con la cabeza. Ambos eran testarudos, en eso se parecían más de lo que creían.

Fluke continuó con su desayuno, sumergido en como utilizar las siguientes horas.

Arawat le había anunciado el día anterior que no trabajaría el resto de la semana, por lo que esconderse en su oficina no era una opción.

Pensó en devolverse a su habitación, pero sabía muy bien lo fácil que le resultaría a Noeul arrastrarle por el rancho si lo hiciera.

No conocía muy bien el rancho como para esconderse en el sin toparse con Boss u Ohm así fuese por casualidad, por lo que solo contaba con una opción.

-ma,- musitó, utilizando el apodo de la mujer que todavía le daba la espalda, -¿necesitas ayuda en la casa? El señor Arawat me ha dado la semana libre.

Um cerró la llave, cortando el paso del agua y se volteó para mirar al pequeño frente a ella.

Se veía frágil, demasiado delicado para la inclemencia del trabajo en el rancho, pero no quería contribuir a la división que existía entre el y sus muchachos.

-Ellos deben aprender a respetarte,- le soltó, pensando en voz alta. -pero no lo harán si no les dices lo que piensas y te das tu lugar.

-lo siento,- musitó Fluke en respuesta, sintiéndose repentinamente culpable. -no pretendía…

-¿esconderte bajo mis faldas?- se burló la mujer, cruzando los brazos sobre su pecho, -tengo un par de cosas para ti, pero no te aseguro que te mantendrás alejado de los muchachos.

Fluke asintió, animado por sentirse útil, más que escondido. Um tenía razón, debía hacerles frente tarde o temprano.

Apuró lo que quedaba de su desayuno y le pasó su plato, para que terminara  con la vajilla mientras el tomaba la olla repleta de una mezcla de alimento para dirigirse a su primera tarea. Lucifer.

Arawat le había encargado alimentarlo en el pasado, pero esta era la primera vez que lo haría el solo, cosa que lo hacía sentir nervioso.

A diferencia de su primer encuentro, el Corso había demostrado que podía ser muy tranquilo y dócil, y que la razón por la que llevaba el collar tenía más que ver con la percepción de los muchachos de la granja.

En cuanto estuvo en la entrada del establo. El Corso lo observó expectante, salvando y moviendo la cola con entusiasmo.

Fluke sonrió ante la expectativa del can, pero su sonrisa desapareció al ver a Boss salir de uno de los cubículos de los caballos.

-Cariño,- sonrió para el, sin ocultar el brillo de sus ojos, -pensé que tendría que pasar otro día sin verte.

Pensó en quedarse callado y continuar su camino, pero recordó las palabras de Um. Debía darse a respetar, debía ser fuerte si quería que ellos le dieran su lugar.

-al parecer no tengo tanta suerte,- soltó con ironía, pero lejos de molestarse, Boss sonrió ampliamente. -con tu permiso, Lucifer esta esperando su comida.

Boss colocó una mano sobre su antebrazo, sosteniéndole sin dificultad. Fluke se soltó de su agarre como si le quemara, y dio dos pasos hacia atrás.

-no me gusta que me toquen,- murmuró irritado, -no vuelvas a hacerlo.

Toda la confianza del rostro de Boss pareció desaparecer, reemplazado por vergüenza y rubor en sus mejillas.

-Lo siento,- suspiró, levantando ambas manos, -no quise hacerte sentir incómodo, te pido me disculpes.

Fluke le miró atónito. No era para nada la reacción que esperaba. A decir verdad era la primera vez que un hombre se disculpaba por su comportamiento.

Por lo general los hombres se tornaba violentos al recibir un no por respuesta, por lo que se sintió como un idiota al rechazarle de esa forma.

-Lo lamento,- fue su turno de disculparse, aunque no sabía porque lo hacía, -no quise sonar rudo.

-Al contrario,- continuó Boss, manteniendo la distancia entre ellos, -me agrada que seas franco conmigo, espero poder conocerte mejor.

Fluke se sonrojó, genuinamente esta vez. Pesé a haber marcado un límite que Boss parecía tener la intención de respetar, eso no había disminuido sus esfuerzos para nada.

-yo…- musitó, sintiéndose tímido, -…no creo que…

-entiendo si no confías en mis intenciones,- continuó Boss, manteniendo su sonrisa, y metiendo sus manos en su bolsillo de manera casual, -podemos intentar ser amigos, si eso te hace sentir más cómodo.

Fluke asintió, provocando que la sonrisa del pelinegro se ensanchara. El radio empezó a sonar en su bolsillo trasero, capturando la atencion de ambos.

-Boss,- gruñó una voz familiar, -vuanto tiempo puede tomarte devolver un caballo, trae tu trasero aquí.

Boss puso los ojos en blanco, pero sabía que el pequeño momento que estaban compartiendo acababa de llegar a su fin.

-será mejor que me vaya,- murmuró con voz apesadumbrada. -sino vendrá a buscarme.

-no te preocupes, se lo ocupados que estan,- musitó Fluke con una sonrisa gentil, -nos veremos luego, amigo.

-cuenta con eso, amigo,- le sonrió, desapareciendo a sus espaldas.

Fluke caminó el trecho que le faltaba hasta el final del establo donde un muy ansioso can le esperaba.

Lucifer espero pacientemente a que Fluke llenará su plato, y aun cuando su boca empezó a salivar se negaba a moverse hasta recibir su orden.

Fluke le observó con curiosidad y la actitud obediente del perro le trajo una sensación de calma.

-a comer,- le indicó el muchacho, haciendo que el animal se acercara y empezará a devorar el contenido de su plato de metal, -buen chico.

Se sentó en el piso del establo, recostado contra una de las paredes de del cubículo de madera, mientras Lucifer degustaba su desayuno.

Era algo injusto que el can sufriera po o que los demás pensaran de él. Era un buen chico, pese a su intimidante tamaño y oscura apariencia el perro le parecía completamente adorable.

Una vez termino de comer, bebió agua fresca de su tazón y caminó hasta donde se encontraba a Fluke con el fin de colocar su cabeza sobre el regazo de este.

El pequeño había visto al perro hacerlo incontable número de veces con Arawat, pero era la primera vez que le tocaba tomar su lugar.

Fluke le acarició el espacio entre las orejas, haciendo que el perro moviera la cola otra vez.

-Te gusta eso muchacho,- susurro paea el, observando la pesada cadena moverse mientras tintinaba, -¿te gustaría que te quitara la cadena?

Por un momento se sintió estúpido, haciendo una pregunta a un animal que no iba a contestarle, pero se sintió aún más tonto cuando el perro pare io asentir, antes de quedarse totalmente quieto.

Miró a los lados y manipulo el seguro de la cadena, separándola del collar. Lucifer empezó a saltar en el cubículo, antes de atacarle con juguetones lengüetazos, en el rostro, haciéndole estallar en risas.

-detente,- sonrió, tratando de apartar al can con dulzura, sin lograrlo, -por favor, me haces cosquillas.

El can lamio su rostro un par de veces más, antes de apartarse, esperando a que volviera a sentarse, para acomodarse sobre su regazo otra vez.

-buen chico,- murmuró Fluke, volviendo a acariciar sus orejas, -eres muy juguetón.

Pensó en lo mucho que le gustaría detener el tiempo para quedarse con Lucifer en ese pequeño espacio para siempre.

Ambos rechazados por el mundo exterior, compartiendo la compañía de alguien que parecía poder entender su propio dolor.

Pero la realidad era que no podía quedarse, así como Lucifer no tenía permitido separarse de su cadena o salir para ver las montañas con claridad.

Acarició las mejillas del animal una vez más, antes de dejarle saber que debía volver a encadenarlo.

Los ojos del Corso se tornaron tristes al instante, pero permitió que volviera a colocárselo sin oponer ningún tipo de resistencia.

-se lo que se siente estar encadenado,- susurró, -volveré a visitarte cuando pueda.

Se levantó desanimado, mientras Lucifer volvía perezosamente a su casa, y limpió sus pantalones antes de regresar a la casa principal.

Entró por la cocina y la encontró vacía, pero se percato de que había algo puesto en la estufa, por lo que asumió que Um no debía estar lejos.

Se dirigió al cuarto de lavado y encontró a la mujer tarareando, mientras que doblaba una pila enorme de ropa.

-¿puedo ayudar en algo?- musitó Fluke, viendo varias canastas ya preparadas.

-¿se portó bien Lucifer?- quiso saber Um sonriendo, a lo que el muchacho asintió, -grandioso.- musitó, tomando una de las canastas y entregándosela. -¿podrías llevar esto a la habitación de Noeul? Es la última en el pasillo a la izquierda, déjala sobre su cama.

Fluke asintió y caminó hasta la habitación indicada. La decoración de Noeul era prístina y minimalista, igual que su forma de vestir.

Casi todos los muebles eran blancos con toques dorado. Tenía una infinidad de libros, pero todos parecían tener que ver con su profesión.

Había un enorme mural con notas, apuntes, recordatorios y fotos de él con varios grupos.

Algunos de muchachos con bata puesta, otras de él y Arawat en distintos lugares, y una de tres muchachos, dos pelinegros y un pequeño rubio sobre sus caballos.

Ohm tenía una expresión seria, podía tener unos 15 años en aquella foto.

Boss, de la misma edad que Ohm, reía, mientras que un niño rubio de unos nueve años se aferraba con fuerza a su cintura, con una expresión aterrada.

Fluke sonrió sin poder evitarlo, y se separó del mural. La habitación de Noeul era brillante y acogedora, como el.

Pero lo que llamó poderosamente la atención de Fluke fueron las nubes y el gran y espacioso cielo pintado en su techo.

Era un hermoso amanecer todos los días. Fluke volvió a sonreir solamente de verlo, y salió del lugar sintiéndose sereno.

Regresó por otra canasta, esta vez a la habitación de Arawat.

Tal como su oficina, la habitación era sobria y marrón. Tenía un aire de nostalgia, debido a todos los objetos atemporales en ella, pero expresaba perfectamente la personalidad de su dueño.

Cuando Fluke regresó al cuarto de lavado, solo quedaba una canasta pendiente, y Um no parecía estar por ningún lado.

El pequeño asumió que debía estar en la cocina, vigilando el almuerzo, por lo que se armó de valor y tomó la canasta y caminó hasta la última habitación.

Se mantuvo frente a la puerta por un largo rato, sintiéndose inquieto.

Era solo un cuarto, su dueño debía estar en algún lugar del rancho, rodeado de caballos y reses, pero no debía estar presentado para provocar ese cosquilleo en su estómago.

Soltó el aire que estaba reteniendo en sus pulmones, y giró la perilla de la puerta, espiando en el interior de la habitación.

Muy distinto a lo que hubiese imaginado, el color azul inundaba todas las superficies.

Estar dentro de aquella habitación era como visitar el cielo nocturno. Frío y distante pero hermoso al mismo tiempo.

Fluke caminó con cautela, observando todo a su alrededor con especial cuidado.

Habían estantes de libros, pero estos  contenían algunos que el conocía, novelas y poesía.

Habían medallas y trofeos, como en el despacho de su padre, y listones de 1er lugar con nombres de caballos.

Pero, al igual que con su hermano, un  cielo azul, oscuro y repleto de estrellas esta vez, complementaba su decoración.

Fluke colocó la canasta sobre la cama, incapaz de separar la vista de las muchas constelaciones en el techo, hasta que las estrellas empezaron a brillar.

Creyó que de lo imaginaba, pero las luces titilaban tenuemente.

-luego de días de no verte, no pensé encontrarte aquí,- la voz hizo que se volteara casi de inmediato. -mi habitación, de todos los lugares.

Ohm emergió de la puerta del fondo de la habitación. Debía ser el baño, su cuarto también la tenia.

Con el cabello aun mojado y nada más que una toalla anudada en su cintura para cubrirlo.

El pequeño lo estudió con detenimiento. Siguiendo involuntariamente las gotas que se deslizaban sobre sus clavículas y pectorales, recorriendo sus abdominales hasta llegar a la toalla.

Ohm no parecía incómodo en lo más mínimo. Se mantuvo en silencio, estoico, esperando una respuesta por parte de su acompañante, pero los ojos de Fluke bailaron por su cuerpo hasta que se encontraron con los suyos propios.

-y-yo, y-yo, yo solo…- intentó apartando la vista de golpe, -tu ropa limpia esta aquí.

Ohm fijó la mirada en la canasta sobre su cama, y de vuelta al pequeño. El silencio volvió a llenar el ambiente, y Fluke fijó la vista en el suelo, avergonzado.

-Si eso fue todo,- murmuró Ohm con acritud, -déjame solo.

Fluke asintió e hizo un intento por voltearse pero se contuvo, recordando nuevamente las palabras de Um.

-Deberías ser mas amable,- musitó, lo más firme de lo que fue capaz. -conmigo, deberías ser más amable, yo no te he hecho nada.

-Tengo que recordarte que—

-Lo tengo muy claro,- le interrumpió, mirándole a los ojos esta vez, -como también tengo claro que no tengo más opciones que quedarme, al menos por los siguientes 10 meses.

Ohm tensó la mandíbula. Había tenido una larga discusión con su padre debido a sus métodos, pero su decisión estaba tomada y era final.

-no me agradas,- argumentó, pero Fluke se limitó a poner los ojos en blanco. -eso no va a cambiar.

-no tengo que agradarte,- le refutó, -pero vas a respetarme, como yo lo hago contigo.

Ohm torció el gesto, y cruzó los brazos sobre el pecho, evidentemente frustrado. Fluke lo miró a los ojos con determinación y se limitó a asentir.

Una pequeña sonrisa se escapó de la boca de Fluke, saboreando su segunda victoria del día.

Ohm lo observó , intrigado por la confianza que despedía, luego de tanto tiempo de esconderse.

Al ver que no se movía, ni su sonrisa bobalicona desaparecía, se aclaró la garganta ruidosamente.

-me gustaría cambiarme de ropa ahora,- le adelantó, provocando un evidente sonrojó en las mejillas del pequeño, -sal, por favor.

Fluke asintió varias veces y salió a trompicones, enredándose con sus propios pies. 

Cerró la puerta tras de sí, y caminó hasta la cocina, donde Um terminaba de preparar el almuerzo.

-sobreviviste,- se mofó la mujer, -confío que todo estará mejor ahora.

-estoy contando con eso,- le sonrió el pequeño, algo menos de que preocuparse por fin. -tenías razón ma, Ohm no es tan malo.


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Nota de A.: gracias todos por su paciencia y comentarios. No me he encontrado muy bien de salud y estos altibajos me han impedido hacer lo que más me gusta que es crear historias. Espero que el capítulo sea de su agrado, y mantener esa chispa que me  inspira a continuar subiendo capítulos.

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