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Boss sonreía ante la imagen de su nuevo entretenimiento favorito. Se recostó en la barda casual observando el intercambio del día.

Noeul aprovechó su distracción para trepar el primer nivel de la cerca y rodear sus hombros con los brazos, y apoyar su mejilla contra la suya.

-¿por qué están peleando hoy?- aventuró a preguntar al ver que el pelinegro se limitaba a atrapar sus manos entre las suyas.

-Lucifer, por supuesto.- sonrió Boss, viendo como el pequeño Fluke picaba el pecho de Ohm con su dedo índice. -mordisqueó las botas favoritas de tu hermano.

Noeul chasqueó la lengua con reprobación, pero secretamente disfrutaba de verles interactuar, aunque fuese peleando.

Sabía por Fluke que habían decidido llevar una relación civilizada, y todo mejoró entre ellos.

Sin embargo, desde que Arawat le permitió al pequeño soltar a Lucifer, el pasatiempo favorito del perro era hacerle la vida de cuadritos a Ohm.

Desde morder sus zapatos, hasta esconder su sombrero, el animal parecía deleitarse con verlo sufrir.

Para Noeul, como veterinario, su comportamiento era realmente intrigante, porque el feliz Corso parecía ser amable y educado con todos los demás.

-No puedes culparlo de todo lo que pasa,- chilló Fluke, fulminándolo con la mirada, -hay otros perros en este rancho.

-Ninguno de dos metros,- se quejó Ohm en respuesta, -es el único que puede alcanzarlas.

-Quizás no estaban donde crees que las dejaste,- continuó Fluke, -solo la semana pasada, dejaste el sombrero en la barda, y acusaste a Lucifer de tomarlo.

Ohm puso los ojos en blanco, sabía que ese error le iba a costar. Había gastado más en sombreros el último mes que en un año, porque Lucifer los había masticado todos.

La única vez que no lo hizo, le había acusado y Boss había aparecido con su sombrero minutos más tarde. Desde entonces, Fluke se había puesto imposible.

Ohm detestaba a Lucifer con todas sus fuerzas. El era la razón principal por la que su padre decidió amarrar a la criatura en primer lugar.

Era también bastante obvio que el sentimiento era mutuo, pero Fluke había insistido, y el no tenía una buena razón para llevarle la contraria.

El Corso se mantenía escondido detrás del pequeño, asomando su cabeza a la altura de su brazo. Ohm sabía que era imposible, pero sentía aquello casi como si se burlara de él.

-manténganse alejados de mi,- gruñó irritado, -tu, niño mimado, y ese animal, los quiero fuera de mi camino.

-nadie quiere pasarse su tiempo cerca de un vaquero gruñón y aburrido como tu de todos modos,- le gritó Fluke, con indignación.

Ohm se volteó para irse, pero repentinamente Noeul recordó porque había ido hasta aquel lugar.

-En realidad,- dijo en voz alta, haciéndose notar, ganando la atención de ambos muchachos, -pa los espera en Ensenada.

Fluke lo miró confundido y Ohm puso los ojos en blanco antes de negar con la cabeza.

-tengo mucho trabajo.- se atrevió a decir. -son 5 horas hasta la casa de la montaña.

-no es opcional,- reiteró Noeul, -Fluke necesita que alguien lo lleve, sabes que es muy fácil perderse en el camino.

-Bueno, que lo lleve uno de los peones.- presionó Ohm, descontento.

-Hay mucho que hacer aquí,- refutó Noeul, -todos tienen su día asignado, eres el único con espacio libre en el calendario.

-yo puedo llevarlo,- se ofreció Boss, provocando que Ohm lo fulminara con la mirada. -también tengo un espacio libre.

Cumplir una PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora