XVII

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El viernes de aquella semana marcaba la llegada de los temporales, y por primera vez en mucho tiempo los hermanos mantenían una conversación sin pelear.

-creo que deberías decírselo,- comentaba el rubio, revisando la lista de insumos, -Fluke lo entenderá.

-tengo miedo,- aceptó Ohm, -no acudiría a ti si tuviera la fuerza para decírselo.

Noeul sonrió ante la idea de ayudarle en algo, hacía mucho tiempo que deseaba poder crear aquella conexión con el pelinegro.

-de acuerdo,- aceptó, -solo dime lo que necesitas que haga.

-para empezar, no le digas nada sobre Jo,- intentó Ohm, ganándose una negativa de parte del rubio, -por favor, eres mi hermano.

Lo detestaba. Sabía muy bien que Ohm solo utilizaba esa frase para sacarle provecho, y aún así, nunca le podía decir que no.

-No se lo diré,- condicionó, -pero no le mentiré si llega a preguntar.

Ohm se mordió el labio, ansioso. Entendió que aquello sería más difícil de lo que esperaba, incluso con la ayuda de Noeul, Jo no era precisamente una persona discreta o sutil.

Le encantaba la atención, y se pavoneaba dejándole saber a los demás que pronto sería parte de aquella familia, aunque en todos ese años Ohm jamás le hizo tal promesa.

-de acuerdo,- aceptó el pelinegro, quedando sin opciones. -también necesito que mantengas a Jo lo más ocupado posible.

-no puedes pedirme eso,- gruñó Noeul, separando la mirada de la lista en la que trabajaba, -lo detesto, lo quiero fuera de mi oficina lo más posible.

-es tu culpa que Fluke saliera con Thanakrit,- le reprochó Ohm, haciendo que el rubio se mordiera el interior de la mejilla, -me debes aunque sea esto.

Noeul no podía evitar sentirse culpable desde que supo lo de la cena de San Valentín, y su hermano no le permitía olvidar el tema.

-Pero— intentó reprochar, pero los ojos de Ohm se suavizado y aquella mirada de cachorro triste le callo casi de inmediato.

-por favor,- le rogó Ohm, en un tono dócil, -incluso si lo rechazo, sabes que no se rendirá. Necesito tiempo para hablar con Fluke sobre esto.

-para hablar con él,- escuchó la voz de Boss detrás de él, -o para reunir el coraje.

-ambas,- murmuró el pelinegro, derrotado, -ustedes son lo único que tengo, ya escucharon a papá, lo llevara lejos así tenga que atravesar todo el país el mismo.

La pareja se miró y torció el gesto antes de asentir. Detestaban aquel plan pero se habían quedado sin opciones.

-Gracias, gracias, gracias- musitó, abrazándoles, mientras sonreía, -prometo que se lo diré lo antes posible.

Boss se separó de él y le sonrió incómodo, alertando al pelinegro.

-no me agradezcas aún,- le contó, con voz pequeña, -venía a decirte que el autobús llegó, y que es Fluke quien salió a recibir a los peones.

Ohm sintió como si le golpearan el estómago, esto debía ser obra de su padre sin duda. Se sentó en la oficina, a sabiendas que no había nada que pudiera hacer, solamente esperar lo mejor.

Fuera de la clínica veterinaria, los trabajadores recién llegados se alineaban para ser asignados a sus áreas de trabajo.

Todos excepto un chico delgado de piel nívea que se recostaba en la barda aburrido, mirando hacia la casa principal, esperando por alguien.

Cuando Fluke se aproximó a los muchachos con la tablilla en la mano, ninguno pareció darle mucha importancia, con excepción de aquel muchacho.

-buenos días a todos,- sonrió al presentarse, -soy Natouch Siripongthon, el nuevo administrador, pero pueden llamarme Fluke.

El muchacho cruzó los brazos sobre su pecho y se hizo lo suficientemente cerca para examinar al pequeño.

-no te había visto por aquí,- intentó el muchacho, -y no tienes pinta de alguna vez haber pisado un rancho, mucho menos saber como se maneja.

-Creo que Arawat no me hubiese puesto a cargo si no confiara en mis habilidades,- contestó el pequeño, entreteniendo las dudas del recién llegado.  -llevo siete meses aquí, confía en que se hacer mi trabajo muy bien.

-¿7 meses?- sonrió el muchacho, sardónico, -llevo aquí 5 años, y es la primera vez que veo a un niño, jugando a ser un vaquero.

Fluke continuó sonriendo, sin tomarle importancia a sus palabras, por lo que bajo la mirada sólo un momento para revisar las credenciales de todos.

-tu debes ser Jo,- continuó, -el asistente de Noeul.

-el mismo,- respondió complacido, -lo he sido durante mucho tiempo.

-Comprendo,- musitó Fluke, -pues las cosas cambian, Jo. Algunos van, algunos vienen, y otros llegan para quedarse.

Jo pareció torcer el gesto pero antes las risas discretas de los presentes, decidió no agregar más nada.

Fluke terminó de dar las directrices y todos se despidieron para cumplir con sus obligaciones, todos excepto Jo, quien se mantuvo en la cerca, aún a la expectativa.

-¿Necesitas algo más… Jo?- continuó Fluke con, un tono gentil. Su altanería empezaba a irritarle, pero no le daría el gusto de mostrarlo.

-me parece extraño que Arawat u Ohm no vinieran a saludar,- respondió el muchacho, visiblemente fastidiado, -la familia Ritprasert siempre nos han tratado muy bien.

-el señor Arawat,- recalcó Fluke, haciendo énfasis en la palabra “señor”, -me puso a cargo porque tiene otros asuntos que tratar, y el señor Thitiwat tiene poco o nada que ver con el personal.

-yo no soy cualquier persona,- continuó Jo, -no creo que a la familia le gustará saber la forma en la que te diriges a mí.

Fluke esbozó una sonrisa traviesa, y le ofreció su teléfono, colocando una expresión de desconcierto en el muchacho.

-cuando quieras puedes elevar tus preocupaciones,- masculló sin perder la sonrisa, -pero si no tienes más nada que decir, Noeul te espera en la clínica.

Jo le devolvió una expresión sombría, pero comenzó a caminar con rumbo a su lugar de trabajo. Fluke le vio partir haciendo notas mentales de cómo lidiar con el de ahora en adelante.

Terminó de hacer las anotaciones en la tablilla, y sintió la fragancia masculina del pelinegro, antes de sentir sus brazos envolviendo su cintura.

-¿te he dicho lo sexy que te ves mientras trabajas?- susurró en su oído, pero eso no mejoro en nada el humor del pequeño.

-conocí a alguien muy intrigante en el grupo de trabajadores de hoy,- apuntó sin saludarle, volteando para poder ver el rostro del pelinegro, -¿te lo cogiste?

Ohm parpadeó varias veces, debido a la sorpresa, soltándole de golpe. Fluke era un chico dulce y carismático, no solía ser así de directo.

-lo suficiente para que crea que es parte de la familia, por lo que veo,- continuó al no obtener respuesta. -incluso te llama por tu nombre de pila.

-yo nunca hice nada para alentarlo,- se justificó el pelinegro, -pero si tuvimos… algo que ver.

-te lo cogiste.- repitió Fluke, pero esta vez no era una pregunta.

Emprendió su camino de vuelta a la casa principal donde debía hacer las anotaciones del grupo, pero Ohm lo detuvo, tomándole de la cintura otra vez.

-Espera, no te vayas,- gimoteó con voz suave, -por favor, habla conmigo.

-no deberías agarrarme de esa forma,- contestó Fluke irritado, -Jo podría tomárselo a mal.

-No seas injusto,- continuó Ohm, esta vez levantándole, obligándolo a envolver sus piernas en su cintura para no caer, -sabes que para mí no hay otra persona más que tú.

Fluke le miró a los ojos, y aquella rabia que había sentido durante aquel momento se disipó casi por completo.

-no te has salvado del todo, Thitiwat,- musitó, haciendo sonreír a Ohm, -te estaré observando.

-¿es amenaza o promesa?- susurró contra sus labios, haciendo que Fluke le esquivara. -puedes seguirme a la ducha si gustas, para observarme mejor.

No habían vuelto a besarse desde que empezaron a jugar a los amigos, y para todos era obvio que algo mas estaba pasando, pero Fluke no estaba seguro de que pasaría si volvieran a funcionar como una pareja.

Necesitaba la certeza de que Ohm lo quería por el, y no por querer meterse en su cama.

-¿planeas bajarme en algún momento?- murmuró Fluke, desviando el tema. -tengo cosas que hacer.

-Esta bien,- contestó Ohm, colocándole en el suelo otra vez, -pero si cambias de opinión sobre la ducha, ya sabes donde encontrarme.

Ohm le estampó un fugaz beso en la mejilla y emprendió su camino hacia la casa, no sin antes quitarse la camisa y arrojársela a Fluke, haciendo que se sonrojara.

Fluke entro en la casa y caminó rumbo a la oficina, pero justo antes de atravesar las puertas de madera, una sombra que de dirigía a las habitaciones le hizo regresar sobre sus pasos.

Asomado en la puerta del pelinegro se encontraba Jo, intentando no hacer ruido mientras giraba la perilla, pero justo cuando el pequeño se disponía a intervenir, la aparición del rubio le hizo mantenerse en su lugar.

-tantos años trabajando para nosotros y todavía te pierdes buscando el baño,- dijo Noeul con sarcasmo, -estas buscando en el edificio incorrecto.

-No tiene nada de malo en querer decir hola,- musitó Jo, poniendo los ojos en blanco, -estoy en mi descanso.

-si mi hermano quisiera verte, sabe muy bien donde encontrarte,- le recordó el rubio, -y también si quiere evitarte.

Jo torció el gesto y chasqueó la lengua, alejándose de la puerta lentamente.

-no podrás mantenerme separado de él mucho tiempo,- masculló, pasando junto a Noeul, -tarde o temprano nos cruzaremos.

-créeme tengo cosas más importantes que jugar a ser tu niñera.- le reprendió Noeul, siguiéndole de cerca.

Una vez se hubiesen alejado, Fluke salió de su escondite y regresó a la oficina.

Intentó ignorar el tema, mientras introducía los registros en la computadora. No era su problema si aquel aparecido quería saltar en su cama. No era su problema si Ohm resultaba tan débil como para ceder.

La puerta de la oficina se abrió inesperadamente, y Ohm le regaló una mirada desconcertada.

-¿Todo bien?- intentó el pelinegro, inseguro de que hacer ante la mirada asesina del pequeño.

-¿Qué quieres?- gruñó, malhumorado, decidiendo que era su culpa. Si el supiera como mantenerlo en sus pantalones, no tendrían este problema.

-yo…- toda la confianza del cuerpo de Ohm le abandonó, incluso cuando empujaba sus botones, nunca había visto a Fluke tan enojado. -…estaré fuera toda la mañana, hay que reparar—

-entendido,- le interrumpió el pequeño, volviendo a la computadora, -si eso era todo, estoy ocupado.

Ohm le miró avergonzado, antes de cerrar la puerta. No tenía que dejar su imaginación correr para saber lo que estaba pasando.
Todo el progreso que había logrado con Fluke las últimas semanas, se hizo añicos el momento en el que Jo puso pie en el rancho.

Los siguientes días todo pareció empeorar. Incluso con la ayuda de Noeul, Jo siempre encontraba oportunidades para toparse con él en el rancho.

No parecía tener respiro, y Fluke decidió volver a encerrarse en la oficina, simplemente para no presenciar las insinuaciones del recién llegado.

-te dije que era una mala idea dejar entrar a esa serpiente en tu cama,- se quejó Noeul después de la cena. -esto es Karma mordiendo tu engreído trasero.

Tirados en la cama del pelinegro, Ohm, Noeul y Boss, ideaban un plan para retomar la atención de Fluke.

-¿Qué tan mal esta?- dijo Boss, queriendo saber a que se enfrentaban.

-si Ohm y Hitler estuvieran en una habitación—

-no puedo ser peor que Hitler,- se quejó el pelinegro en respuesta.

-No,- continuó Noeul, -si estuvieran en una habitación y Fluke tuviera una pistola con dos balas, encontraría la forma de dispararle a Jo dos veces, y aún así estaría molesto contigo.

-demonios,- siseó Boss, -estas ya son las ligas mayores hermano, no se contentara tan fácilmente.

Ohm dejó salir un ruidoso suspiro, sintiéndose desesperado. Noeul tenía razón.
Se dio cuenta demasiado tarde de lo importante que Fluke era para el, y ahora estaba aterrado de perderle.

Noeul le miró de reojo. Amaba a su hermano, pero se había comportado como un engreído idiota durante demasiado tiempo.

Cuando al fin se sintió satisfecho con el sufrimiento que el pelinegro se causaba a sí mismo, decidió compartir su plan.


-creo que es mejor pasar al plan B.- comentó el rubio, -nada cambiará a menos que saques la artillería pesada.

-¿plan B?- le cuestionó Ohm interesado.

-el lago Boca,- respondió con simpleza, -es el lugar más apartado y hermoso de todo el rancho.

-no habrá Jo, ni una oficina en la cual esconderse,- sopesó Boss, -puede ser la mejor opción.

Ohm asintió, sintiéndose como si volviera a respirar luego de días bajo el agua.

El lago Boca podría ser su última oportunidad, era todo o nada esta vez.

Cumplir una PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora