Código 4: Letal y peligrosa

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Ereyzai

Vamos al comúnmente llamado "mercado" por Alijeth o cualquier humano, que esté en mi base de datos, la cual es la mismísima tierra. Aprovecharé para conseguir algunos artefactos para arreglar mi chip cerebral y poder ver la misión en mi cerebro. No es que sea un robot ni nada, pero no sé cómo explicar las fases neuronales de mi cerebro, influidas por el ADN Ilarium. No es algo mecánico, es orgánico, aun así, alguna corriente eléctrica podría servir. Bueno, yo me entiendo.

Qué bueno que no estoy pensando en voz alta, parecería una loca frente a los humanos. Y como ellos no leen mentes, no me preocupo.

Voy saltando detrás de Alijeth mientras camina. Lo bueno es que ya me tiene confianza y sabe que no intento escapar. Ya entendió que no trato de desobedecerlo o desafiarlo. Aunque empiezo a sospechar que imagina que soy inocente. Supongo que sí, al menos para este tipo de comunidad tan hostil y perversa. Puedo notar miradas mientras avanzo.

—La naturaleza está tan muerta aquí, qué triste —opino tocando una flor, entonces me río cuando esta crece. Alijeth se detiene y me observa desconcertado—. ¿Qué?

—Llamas mucho la atención, más con ese cabello celeste brillante que llevas. Aunque como no conocen tu género, todos creen que eres un macho extraterrestre, quizás hasta algo raro, pero atractivo. Supongo que no me preocuparé por disfrazarte, sin embargo, te lo pido, deja de hacer cosas tan extrañas. Tampoco es que considere que una no-macho humana pueda hacer eso, cada vez pareces más alienígena.

Muevo los hombros sin importancia.

—Si te ayuda a dejar de estar preocupado, de acuerdo, fingiré que no soy humana. Aunque advierto que no soy buena mintiendo ni actuando, es que los Ilarium me criaron muy bien. —Me río de nuevo.

Se golpea la cara en un gesto que parece ser de frustración.

—No necesito que finjas, ya estás bien así. —Bufa.

—Uh... pero supongo que tengo que decir que soy hombre y hablar en masculino, y como dije, no me va a salir.

—Tú no hables con nadie y problema resuelto.

—¿Qué vinimos a buscar aquí? —cambio de tema y pongo las manos en mi espalda, observo para todos lados—. Creí que habías conseguido comida. Por mi parte, me gustaría ver algunas cosas.

—No estás en posición de pedirme nada.

—¿Porque soy un objeto o porque rompí tu techo? Lo siento por eso, luego me di cuenta de que mi nave arruinó tu patio. —Hago una gran sonrisa—. Pero no te preocupes, pronto lo arreglaré.

—Eres demasiado rara.

—Me alegra que me hables en femenino. —Vuelvo a reír.

—No es que no se pueda, es que no se debe, pero como estamos en los suburbios, los rebeldes nos tomamos algunas libertades. Además, no hay oficiales cerca, no les gusta estar por aquí. —Se ríe, así que sonrío, luego agrega—: Imbéciles.

—Te burlas de la desgracia ajena, pero al menos estás sonriendo.

Enarca una ceja cuando me mira.

—Definitivamente, una rara.

—¿No conoces a los Ilarium? —consulto—. Son así de amables.

—Aquí no somos amables, seguro odiarían este sitio.

—Los Ilarium no odian, aprenden o se adaptan e imitan. —Miro la zona destruida y llena de delincuencia—. Supongo que en un lugar así, un Ilarium quizás se vuelva hostil, pero no creo, para eso está su raza contraria, ellos sí destruyen y se roban esencias.

—Suenan más divertidos.

—No quieres conocer un Onirium, te lo juro. —Me río—. Son peores que los humanos.

—Así que nos juzgas —me intenta provocar, pero no lo logra.

—¿Qué vas a comprar? —cambio de tema sin razón alguna.

—Voy a robar —declara sin un atisbo de arrepentimiento.

—¡Oh! Qué miedo.

—Tú busca tus baratijas, yo me robaré un arma.

—¿Y si en el revuelo nos separamos? —pregunto, nerviosa, hasta levanto los puños hacia mi cara, asustada.

—Tú, calla y haz lo que digo —me reprende.

Debí haberme quedado en la casa, aunque supongo que si se lo pedía, no me lo hubiera permitido. Supongo que lo que quiere conseguir, es mejorar la cerradura de su hogar, no solo es para un arma. Aunque la seguridad es primero, esto me parece muy peligroso.

Obedezco a mi supuesto dueño, y me dirijo a buscar entre los puestos del mercado, lo que me podría servir para mi chip cerebral.

Mi distracción no dura mucho, ya que oigo una explosión. La gente corre despavorida y algunos pelean entre sí. Uno pasa por mi lado, entonces me quita el artefacto que tenía en mi mano.

—Oye, qué grosero —me quejo.

No hay otro, así que lo sigo para pedírselo, aunque sus vibras no me generan nada bueno, pero necesito esa parte. Otra explosión llega y una máquina enorme con dos cañones entra en escena.

—¡La Guarda Proyectual! —grita el hombre que me robó.

Me quedo quieta, pues no sé qué hacer. El vehículo hostil se ve muy peligroso, pues comienza a disparar a diestra y siniestra, sin siquiera hacer un juicio de lo que sucede. Cualquiera podría morir, incluido un niño inocente, no hay condescendencia para nadie aquí.

Se escuchan más explosiones, entonces veo correr a Alijeth hacia mí. Me estremezco cuando se lanza y caemos al suelo, detrás de unas mesas.

—¡¿Por qué no te ocultas?! —me reprende.

—¡¡No sabía dónde!! —me defiendo—. Me estás aplastando —expreso, avergonzada, aunque luego me doy cuenta de que él se nota peor.

Su cara está roja y su cuerpo se encuentra caliente.

—No sabía que eras tan pequeña —opina.

—Tengo la medida justa, no inventes —me quejo.

—Shh. —Pone su dedo en mi boca y baja la voz—. Lo oigo.

La máquina camina por al lado de las mesas, hace un pitido como de detectar algo. No puede ser, ¿es que acaso vamos a morir? Nunca pensé que la tierra podría ser tan letal y peligrosa.

Me sentí escribiendo una peli, creo que hace tiempo que no escribo este tipo de escenas de acción, me encanta 💖

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Me sentí escribiendo una peli, creo que hace tiempo que no escribo este tipo de escenas de acción, me encanta 💖

¿Serán descubiertos?

¿Aleth anda cachondo?

¿Dejaré de sonar como anunció de televisión?

Lo descubriremos.

Saludos, Vivi.

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