Código 5: Una angelical curiosidad

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Alijeth

El centinela avanza cerca de las mesas mientras estamos ocultos allí. Por ese pitido que genera, comienzo a dudar de que esa máquina de la Guarda Proyectual, se haya acercado aquí por el alboroto que formé, para robar el arma y algunos artefactos más. Es probable que detectara las anomalías, y con eso me refiero a este pequeño ser debajo de mí.

Suspiro con alivio cuando el vehículo ornamentado se retira en una dirección. Supongo que no planea quedarse mucho por estos lares. Hay varios saqueadores como para arriesgarse a una búsqueda exhaustiva, aunque estoy seguro de que volverá.

Deberé tener más cautela para la próxima vez.

Ereyzai se remueve debajo de mí, ya que nota que no hay peligro, aun así, yo no me quito de encima, pues sigo curioso desde que me caí sobre ella.

—Qué extraño —opino.

—¿Qué? —Hace puchero, enfadada—. Ya quítate.

—¿Por qué eres tan diferente?

—No inventes, tenemos dos manos, dos piernas, dos ojos, etcétera. —Pone sus dedos en sus orejas, señalando—. Todo en el mismo lugar.

—Aun así, me pareces rara.

—Rara tu mami. —Saca la lengua.

Ruedo los ojos.

—No tengo madre, soy un clon. —Bufo—. Y no menciones ese tipo de palabras, son comprometedoras, traerás más problemas.

—¿Podemos seguir esta conversación sin que me aplastes? —Enarca una ceja—. Por favor.

Muevo mis manos, agarrando sus muñecas, evitando que deje de señalarse las orejas.

—No —digo serio—. Intento entender.

—¿Te vas a convertir en un depravado? —consulta.

Alzo una ceja.

—¿Disculpa? No digas bobadas, no te he hecho nada —me defiendo.

—No, pero atacas mi espacio personal —aclara.

Me acerco de manera brusca a su cara, así que se sobresalta, pero yo mantengo la mirada fija en ella, no me importa.

—Soy tu dueño, hago lo que quiero, y no te quejes, ni te toqué.

—En realidad sí me estás tocando —me corrige—. Y hablando de eso, tus manos me trasmiten tu curiosidad —confiesa mientras intenta soltarlas—. Entiendo que no pasarás de ahí, pero igual la situación sigue siendo incómoda.

—¿Cómo sabes que ando curioso? —pregunto, confundido.

Se ríe, relajando la tensión en su gesto.

—El ADN es algo maravilloso, ¿no lo crees? Puede hacer cosas increíbles.

—Cada vez pienso que eres menos humana de lo que dices.

Frunce el ceño.

—Soy humana, que haya vivido con los Ilarium, no me cambia la especie, solo tengo un plus que capaz, no entiendes.

—Ningún humano tiene ese plus, y ningún hombre se parece a un ángel como tú.

—¿Me veo como un ángel? —Se ríe—. ¿Cómo será uno?

—Ni idea, pero seguro brilla como tú.

—Deja de halagarme. —Se vuelve a reír—. No conseguirás nada de todas maneras.

—No buscaba nada, es lo que estoy viendo.

Un rubor crece en sus mejillas, y al notarlo me agarra demasiado calor, pues me gusta lo que veo. Jamás me había sentido así, supongo que como no es un hombre, siento atracción por ella.

¿Cómo se llama la sexualidad que está prohibida mencionar? Ah, sí, eso es ser heterosexual. Nunca he tenido una relación con nadie, casi me considero asexual, aun así, ¿qué sé yo sobre términos?, ni me importa investigar, pero, definitivamente, jamás he sido homosexual. Supongo que lo supe siempre, la palabra que no se puede decir, me gusta. Me gustan las mujeres, y es curioso porque tengo una debajo de mí.

Ereyzai

Alijeth me dijo linda a su manera, me siento avergonzada. De hecho, la forma en que lo aclaró, es todavía más bonita. Y yo que pensaba que era un bruto. Como sea, eso no lo exculpa de estar sobre mi cuerpecito. No es justo, no puedo salirme, me siento atrapada.

—¿Puedo besarte? —pregunta de repente y me paralizo.

No creí que su curiosidad llegara a tanto.

—Eh... no, tendré una pareja de por vida, como los Ilarium, y sin ofender, pero quiero que sea alguien muy decente. Serás guapo y tu ADN demuestra una buena fisionomía para nuestros hijos, pero es todo lo que puedes darme, así que lo siento, pero no, gracias.

Se ríe.

—¿En serio analizaste todo eso? Qué asco. —Se levanta, así que me hace parar con el envión que provoca su movimiento—. No formalices, pequeña, solo estaba pensando en ti de manera sexual.

—Asco me da tu pensamiento grotesco. Me retracto, sabía que eras un bruto. Y que te quede claro, no me voy a acostar contigo, sucio, báñate.

—Cielos, tus insultos son cada vez más infantiles. Como sea... —Me hace caminar—. Tienes razón, hay que limpiarse.

—Ni creas que me bañaré contigo, mi tecnología es más avanzada, yo me limpio sola, ¡ay! —chillo cuando me jala del brazo—. ¡Bruto!

No puedo lidiar con este ser, es imposible.

            No puedo lidiar con este ser, es imposible

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