Código 10: Desecho original de clon

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Ereyzai

¡Voy a escapar! Bueno, mejor no lo hago. ¡Voy a huir! Ay, pero es muy difícil, otro día. ¡No, tengo que largarme! Aunque...

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Alijeth.

Él me observa mientras cruza los brazos, viendo como tengo una pierna sobre su ventana y las manos en los bordes, pero hacía movimientos tan raros que me puedo inventar algo.

Bajo mi pie, rápido, y chillo.

—¡Ejercicio! —expreso, nerviosa.

Me sigue mirando extrañado, y con cara de pocos amigos, pero su semblante cambia cuando bufa, luego acata una orden.

—Deja esa estupidez, hay que salir.

—¿Salir a dónde? —Ladeo la cabeza, confundida.

—A la ciudad, quiero hacer una transacción.

—¿Eso es un intercambio? —consulto, luego reacciono—. ¡¿Me vas a vender?!

Se ríe.

—Ya quisieras, pero no le vendo objetos valiosos a los ricos.

—Cuando te refieres a ciudad... —Hago una pausa, pensativa—. ¿Iremos al lugar de la torre?

—No exactamente, ningún desecho de clon se acercaría ahí.

Es la primera vez que lo oigo admitir lo que es.

—La otra vez te enfadaste —murmuro, recordando.

Alijeth entrecierra los ojos, así que me sobresalto, luego se ríe.

—Ya cállate, vámonos.

Está más animado, eso seguro.

~~~

Una vez llegamos a la ciudad, nuevamente, en lo que Alijeth llama cacharro. Él se queda hablando con otro hombre en un callejón, mientras yo observo algunas vidrieras.

Siento una sensación, así que me distraigo y la sigo. Llego a una plaza, visualizo a Alijeth, aunque está vestido distinto, sin embargo, eso no puede ser, pues mi acompañante no se teletransporta o algo así. Entonces llego a la conclusión de que es otro clon. Me acerco a este mientras alimenta a los pájaros.

—Este alimento es muy saludable para ellos —acota, tranquilo, sumido en sus pensamientos.

Parpadeo varias veces, confundida, pero luego sonrío, al notar una personalidad muy diferente.

—Definitivamente, no es él. —Me río.

Se da cuenta de mi presencia y alza la vista.

—¿Disculpa? —Enarca una ceja—. Un extraterrestre —afirma al observarme mejor.

—¿Cómo te llamas? —pregunto.

—Alijeth, ¿y tú?

Me alarmo.

—¡¿Todos se llaman igual?! —Alzo la voz.

—Supongo que te refieres a algún desecho de clon —acota.

—Eh... conozco a alguien con esa cara. —Me río—. ¿Te puedo llamar de otra forma? Me voy a confundir.

—Es mi nombre —expresa, disconforme—. Soy el único que lo usa en la ciudad, si viste a un desecho de clon, debes denunciarlo.

—Oh. —Hago una pausa—. No, me habré confundido. —Me río, porque estoy mintiendo, aunque el chico me observa extrañado—. Te llamaré Jeth.

Así no me confundo con Aleth.

—Bien. —Me mira como analizándome—. ¿Qué quiere el desconocido que no me dijo su nombre?

—¡Oh, cierto! —Reacciono—. Soy Ereyzai. —Hago una gran sonrisa.

—Qué raro, ¿y qué quieres?

—¿Es cierto que son malos en la torre? Por aquí no vi que lo sean —opino—. ¿Puedes decirme cómo llegar? Debería aprovechar, antes de que mi amigo se dé cuenta.

—No te estoy entendiendo, pero no, no puedes ir a la torre, necesitas un permiso.

—Oh, ¿y no puedes ayudarme a conseguirlo?

—Eh... —Creo que me observa extrañado por tanta confianza—. Supongo, pero eso lleva tiempo y eres un desconocido para mí.

—Pareces amable, ayúdame.

Bufa, busca en su bolsillo y me da un diminuto trasmisor.

—Te avisaré si lo consigo.

—¡Gracias! —Lo abrazo, luego me voy corriendo—. ¡Debo irme antes de que me maten!

Llego al callejón, noto que Aleth ha dejado de hacer sus negocios y cuando me aproximo tan rápido, se cruza de brazos al verme.

—¿Qué estás haciendo? —cuestiona.

—Me encanta que no desconfíes de mí —confieso—. Pude haberme escapado, pero nada más me esperaste.

Se sobresalta y sonroja.

—¡Claro que no, solo te dejé a tu suerte!

Me carcajeo.

—Qué lindo, Aleth.

—¡¿Dónde estabas?! —Vuelve al tema anterior, alterado.

—Conocí a tu clon —le cuento, pero oculto el trasmisor.

Parpadea varias veces seguidas, en shock.

—Yo... —Hace una pausa, luego bufa—. Oí que era un aburrido, pero si les gustó que ese sea el original, no es mi problema, la estupidez se debería quedar en la ciudad —opina, molesto.

—Es muy amable. —Me quedo reflexionando—. Así que lo llaman "original".

—Sí —expresa en un tono seco—. Ya no existen los originales reales, todo es una clonación, está la buenita y luego la que desechan.

—O sea, tú. —Me río—. Aunque sigo pensando que no veo ningún error en ti, eres muy atractivo.

—Deja de opinar tan libremente. —Refunfuña, nervioso.

—¿Qué? ¿No es verdad? ¿Cuál es tu error? ¿Por qué te desecharon? —pregunto, curiosa—. No creo que por tu maravillosa personalidad, no me parece que hayas sido así de la nada. —Me carcajeo.

Bufa.

—Soy desecho porque me voy a morir a temprana edad.

            —Soy desecho porque me voy a morir a temprana edad

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