Código 14: La esencia y el instinto

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Ereyzai

No he dormido mucho, mi cuerpo recuerda sus manos y sus labios, tocándome. Sus caricias no fueron tantas, pero fue intenso. Esta conexión cada vez es más potente. Me siento muy emocionada. Ahora, estando entre sus brazos, puedo sentir su fragancia. ¿Quién diría que un bruto como él olería tan bien? Y qué envidia, ronca como un oso, mientras yo he dormido muy poco. Ya quisiera yo estar tan campante, perdida en mis sueños.

En la puerta de entrada se escuchan varios golpes, así que, se acaba mi paraíso perfecto, en el que lo miro muy hipnotizada.

Hace tan poco no quería saber nada de Alijeth y ahora lo quiero todo.

Mi pareja se levanta, furioso. No es de extrañar, le acaban de arruinar su bonito sueño. Incluso a pesar de que ya sabemos de quién se trata.

—Voroy, no molestes —gruñe.

El guardia se ríe.

—Escúchame bien, ya me llegaron las noticias de tu amiguito, dando vueltas por la capital, así que más vale que me pagues.

Alijeth le estampa algo de dinero en la chaqueta, pero cuando va a cerrar la puerta, ese Voroy entra sin permiso. Rápido, me levanto, saliendo del cuarto, por si las dudas.

—¿Qué pasa? ¿Estaban haciendo cochinadas? —se burla el oficial.

También podría llamarlo corrupto, pero no estoy tan familiarizada con tantos términos hostiles. Lo que pasa es que más tiempo paso con Alijeth, más aprendo, aun así, las palabras son algo confusas todavía.

—Aleth ya te pagó, ¿por qué entraste? —consulto.

—Tu dueño se olvidó de contarme dónde te consiguió.

—Del cielo. —Sonrío.

El hombre se sonroja.

—¿Por qué es tan lindo? Te lo compro —insiste, mirando al pelinegro.

—No está a la venta, es mi pareja —responde, Aleth.

—Ya ha avanzado tanto, se ve que es de calidad.

—¡Ya lárgate!

—Bien. —Bufa—. Pero ocúltalo mejor, hay gente con más recursos que no será tan amable como yo.

—¡¡Qué te largues!!

Vemos como se retira, entonces Alijeth cierra la puerta con fuerza.

—Me arruinó todo el humor de la mañana. —Refunfuña.

—Aleth... ¡Ay! —chillo cuando me agarra la mano de manera brusca, haciéndome caminar hasta la habitación, en donde terminamos recostados otra vez—. Ay, me aplastas.

—Cállate tú también, estoy durmiendo. —Cierra los ojos mientras me abraza.

—Qué malhumor llevas en las mañanas —opino.

—¿Por qué? ¿Me lo quieres levantar?

No sé por qué lo malpensé... ¡Ah, no, son sus pensamientos! ¿Tan conectados ya estamos? Percibo cada sensación, rápido y conciso.

—Aleth... —expreso, sintiendo calor.

—Zai. —Apoya su boca en mi mejilla.

¡Me dijo Zai!

—Aleth, yo... quiero que esto funcione.

—¿Hum?

—Quiero decir, si va a ocurrir lo de ayer, espero que sea natural, o sea, deseo que fluya.

—¿Y cómo se logra eso? —Mantiene los ojos cerrados y su boca cerca de mí, así que gracias a esta última siento su respiración, lo que me hace suspirar—. Estoy esperando.

—Se te veía muy confundido. En mi experiencia con los Ilarium, si quieres que todo vaya bien, tienes que seguir a tu esencia. Aunque en tu caso, sería a tu instinto. —Me río, por tratarlo de animal.

—Entiendo.

—¿En verdad? —Me sorprendo.

—Solo podrás descubrirlo si nos besamos.

Parece chiste, pero tiene su lógica para mí, por la conexión que llevamos.

Se mantiene con los ojos cerrados, así que yo hago lo mismo. Me aproximo, entonces apoyo mi boca en la de él. Siento en cada poro de mi ser, el sentimiento que nos conecta, y así es como las emociones explotan.

Y entendemos sin nada más que agregar.

            Y entendemos sin nada más que agregar

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