Código 12: Pareja incompatible

42 9 2
                                    

Ereyzai

Una sensación agradable, una que se conecta y se une con otra. Las conexiones de ambos se complementan, se entienden. Consigo percibir en los ojos de Alijeth lo que le acabo de mostrar.

—Pude notar mis sentimientos cuando vi los tuyos —susurro, dándome cuenta de que mis mejillas arden—. ¿Los sientes? —pregunto, aunque ya lo sé.

Su orgullo es muy fuerte.

—Q... Qué estupidez. —Mira hacia un costado.

—¿Vas a ignorarlo? —pregunto, tímida.

—No, solo no sé qué hacer con esto, es raro.

Me río.

—Yo menos.

—¡¡Tú eres la que lo hizo!! —Se altera.

—Supongo que hay que cambiar de tema. —Suelto sus manos—. ¿Mejor?

—¡¿Quién te dijo que me soltaras, esclava estúpida?! —Me vuelve a agarrar los dedos—. Ya vámonos. —Avanza, entonces lo sigo.

Mi corazón se mueve muy rápido y su tacto se nota suave. La mano de Aleth es grande y fuerte. Supongo que mis padres se sentían así cuando estaban juntos. No lo entendía, ahora sí. Sonrío con emoción mientras Alijeth solo refunfuña por la vergüenza que tiene.

Tardamos en regresar a la casa, pues nos están buscando. Hay que ir con sigilo, y encima perdimos el cacharro. Tuvimos que hacer unas cuantas paradas antes de llegar, pero no nos soltamos la mano en ningún momento. Este sentimiento intenso de conexión es impresionante.

Quizás Aleth podría ser mi pareja, pero si no quiero que se muera, debería llevármelo del planeta.

—Estaba pensando que... —Hago una pausa y me siento en el viejo sillón de su casa, él se queda parado—. Si no quieres morir, puedes venir a vivir a mi planeta. —Hago una gran sonrisa.

—No inventes cosas raras.

—Pero es verdad, en el planeta de los Ilarium, la vida es más extensa, casi eterna, ahí te curarías de todo mal. Además, nosotros...

—No hay un nosotros —me corrige.

—Pero nos gustamos, ¿o no?

—¡Eso no significa nada! —expresa, sonrojado.

Hago puchero.

—Aleth es malo.

Enarca una ceja.

—¿No era que no querías a alguien como yo como tu pareja?

—Eso cambió desde que me salvaste. Te lo mostré, conectamos, ¿qué más necesitas? Somos el uno para el otro. —Pongo las manos en las mejillas, sintiéndome emocionada—. Y nos besamos.

Se cruza de brazos.

—Eso fue puramente sexual.

Apoyo mis manos en mis piernas.

—Los Ilarium tienen conexiones muy potentes con su pareja de por vida. Creo que la nuestra sí lo fue, no olvidemos que tengo su ADN, y justo caí en tu casa, así que debe ser el destino. No puede ser otra cosa, me llamaste.

—Yo no te llamé, solo rompiste mi techo.

Me río.

—Era una forma de decir. El ADN Ilarium emite vibraciones, lo que quiere decir que nos atraemos con nuestra pareja ideal. Quizás mi cuerpo sintió que estabas cerca y destruí la nave —bromeo, pues todavía no logro recordar por qué estrellé mi pase para volver a mi hogar. Alijeth no reacciona ante mi explicación, así que me quejo—. ¡Deja de ser tan terco, nos dimos la mano y lo sentiste!

—De todas formas, no podrías salir del planeta, estás atrapada aquí conmigo.

—¡¡No me cambies de tema!!

—Supongamos que lo admito, ¿de qué te sirve? Me voy a morir pronto. ¿O qué? ¿Quieres que forniquemos, te haga tus malditos hijos, muera, y luego intentes volver a tu planeta?

—¡No seas pesimista ni fatalista, arreglaré la nave!

—Me da igual.

—¿Y qué quieres hacer? —pregunto, nerviosa.

Hay un silencio bien incómodo.

—Seguir como estamos.

—¿Y cómo estamos? —Enarco una ceja.

—Buen punto, ya no es lo mismo.

—¡¡Y sí, es lo que te estoy diciendo!!

Bufa.

—Bien, lo admito, hay algo entre nosotros, pero no nos vamos a ir.

Sonrío porque lo acepta, pero luego cambio mi humor.

—¿Entonces? ¿Seremos pareja aquí? No puedo tener hijos aquí, es un desastre. Yo tengo más cosas que ofrecer en mi planeta.

—En primera, no quiero irme, este es mi hogar, sucio y destruido, pero es mío. En segunda, ya te dije, aunque quisiera marcharme, tu nave está rota. Por último, yo soy tu dueño, soy el que elige todo aquí.

—Ay, no entiendo por qué somos compatibles. —Bufo.

Se ríe.

—Acostúmbrate o vuelve a ser mi esclava.

—Un segundo, ¿y ahora qué soy?

—Mi pareja, así que mueve tus cosas al cuarto, hasta que nos mudemos a un sitio más seguro —ordena.

—Ay, eres un mandón. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
EreyzaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora