XIV

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Su mirada estaba pérdida, solo podía pensar en como es que se había despertado y no había nadie, solo esa prenda que sostenía.

- Hey, ya está el tuyo. - sonrió ligeramente, los ojos del menor se abrieron de par en par.

Aquella escena le recordaba la vez que el Albino le había compartido de su comida por primera vez y no era que él quien se la quitara, sus Esmeraldas se cristalizaron dejando ver la tristeza, al ver la imagen del Albino en la de su amigo.

Akaza se preocupó pero no sabía que hacer en ese momento, él también se sentía mal y lo empeoraba ver a su amigo quebrarse por uno de esos cazadores, se arrepentía mucho al haberlo involucrado a su amigo solo por querer pasar tiempo con el pelifuego.

- Gracias. - susurro el menor quien tomó el pescado y lo comió.

Akaza sonrió un poco, quería hablar sobre lo que había pasado pero sus sentidos palpitaron un par de veces al sentir aquella presencia, rápido trago duro y se levantó.

- Vendré en un momento Inozuke, duerme que ya es tarde. - Con eso desapareció.

El de hebras azuladas se sorprendió por ello, pero no era primera vez que lo dejaba así. Estaba un poco cansado así que después de comer el pescado se acostó sobre el tronco haciéndose bolita con aquella prenda, sentía que había alguien más pero el cansancio le ganó al solo sentir el leve toque helado.

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- La herida de la mano a desaparecido, había un segundo demonio, el me atacó cuando quise atacar a Inozuke. - respondió a las preguntas de los que lo seguía.

- ¡Espera que!, como que atacaste a Inozuke - dijo la chica insecto.

- ¿Por que si lo sabía no lo dijiste? - pregunto el Rengoku.

- Pues tu destinado llegó y tomó ese abanico y se fue, se veía preocupado pero no le preste importancia, extrañamente ese niño dijo que luego que ese demonio llegaba ese pelirosa se iba, eso debe ser por algo, y extrañamente lo defendió, como si tuviera algo que ver con él. - dijo viéndose la mano donde no se encontraba ninguna cicatriz.
Tenía un mal presentimiento.
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Había dicho que nunca volvería a venir, tal vez había sido una mala idea, era aún idiota al creer que él no se daría cuenta que se había ido, ahora ya se tenía que ir pero no quería dejar a Inozuke solo, no en ese momento donde se sentía mal, gruño para buscar a ese idiota.

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- Shinazugawa-sam, él no está sólo. - dijo el pelibuerdeos sorprendido al grupo, estaban cerca.

Los pasos se detuvieron en seco al ver a el menor durmiendo sobre ese demonio no conocido.

- Inozuke! - alzó la voz la chica.

- No lo toques! - tomó el mango de la katana.

Aquella persona tenía sobre la mitad de su rostro su abanico, no se podía ver que estaba sonriendo pero sus ojos lo decían todo.

- Vaya~ a quien tenemos aqui~ - acarició las mejillas del menor.

- Agh! - fruncio el entre cejó con enojo, iba a embainar su katana pero se lo impidió su hermano.

- Lo podrás lastimar a inozuke. - Sanemi no sabía cuales eran las intenciones del demonio, se veía muy bien que no era cualquier demonio.

- Suelta Inozuke-sam. - dijo la chica quien ya había sacado su katana, al igual que los demás, solo Sanemi, Muichiro y Genya no lo habían echo.

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